Fueron varias las especies sospechosas de dar comienzo a esta pandemia: mariscos, serpientes, perros, murciélagos y pangolines. Se desconoce todavía al animal que transmitió por primera vez el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) al ser humano. Sin embargo, recientes investigaciones han dado importantes pistas sobre cómo evolucionó y de dónde obtuvo la capacidad para infectar personas.
Pariente cercano
Un trabajo publicado el 29 de mayo en la revista online Science Advances concluye que el pariente más cercano del SARS-CoV-2 es un coronavirus que infecta a los murciélagos. Esto concuerda con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que aseguran que –debido a semejanzas genéticas– el virus habría evolucionado de una cepa proveniente de esta especie.
Siguiendo la misma línea, un equipo internacional de científicos –cuyo financiamiento para la investigación fue retirado recientemente por EE UU– publicó el análisis más completo que se haya hecho sobre los coronavirus en murciélagos. Este informe preliminar –divulgado a través del portal bioRxiv– examina secuencias genéticas parciales de 781 cepas de coronavirus encontradas en murciélagos en China.
Aunque este trabajo no identifica el origen específico de la pandemia, sí señala un personaje clave en la evolución del SARS-CoV-2: el género ‘Rhinolophus’, también conocido como murciélago herradura.
Los autores detrás de esta investigación capturaron a cientos de murciélagos para armar un árbol genealógico de coronavirus. Encontraron que el virus de los ‘Rhinolophus’ es 96.2% idéntico en secuencia al SARS-CoV-2. No obstante, los cálculos realizados por los expertos sugieren que el patógeno tardaría décadas en mutar y ser compatible con el ser humano.
“No podemos culpar al murciélago de lo que está ocurriendo ahora en el mundo. Muchos de estos animales han estado por millones de años. Lo que pasa es cuestión del azar: un virus de repente muta, lo que causa que ya no solo infecte al murciélago, sino a otro animal completamente distinto, y de ahí sigue mutando hasta volverse problemático para el ser humano”, explicó César Ugarte, epidemiólogo e investigador del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH).
El experto recalca que esa serie de mutaciones es difícil de predecir, por eso –afirma– son necesarios los estudios de vigilancia en animales para tomar muestras y registrar cambios. Asimismo, explica que en el caso particular del SARS-CoV-2, se trataría de un virus que muta lento, a diferencia del que causa la influenza.
“El efecto en humanos que observamos en el nuevo coronavirus es consecuencia de mutaciones y cambios en el virus que ocurrieron hace un buen tiempo”, sostiene Ugarte.
De especie a especie
Según la teoría principal del origen del SARS-CoV-2, un coronavirus de murciélago saltó mucho tiempo atrás a otra especie. De ahí, se fue transformando hasta dar lugar a una variante capaz de atacar a las células humanas.
Una nueva hipótesis, presentada en el mencionado estudio de Science Advances, propone que la capacidad del virus para infectar a humanos surgió a partir del intercambio de un fragmento genético con un coronavirus de pangolín.
“Al igual que el SARS original, que saltó de murciélagos a civetas, o el MERS, que pasó de murciélagos a dromedarios y luego a humanos, el progenitor de este coronavirus pandémico experimentó cambios evolutivos en su material genético que le permitieron eventualmente alcanzar a humanos”, detalló uno de los autores de este trabajo.
Sin embargo, no se puede decir que el pangolín fue el que originó la pandemia. Los investigadores han encontrado que el coronavirus de estos animales es muy diferente al SARS-CoV-2 como para hacer su fuente de origen directa. Aunque ambas cepas sí contienen un sitio de unión de receptor que es importante para la infección humana.
“La gente ya había mirado las secuencias de coronavirus muestreadas de pangolines que discutimos en nuestro artículo; sin embargo, la comunidad científica aún estaba dividida sobre si jugaron un papel en la evolución del SARS-CoV-2”, sostuvo Elena Giorgi, coautora del estudio.
Edward Holmes, biólogo evolutivo de la Universidad de Sidney y coautor del artículo que reveló por primera vez la secuencia del SARS-CoV-2, señala al portal Science que “si bien los murciélagos son claramente los principales anfitriones de los coronavirus, hasta que tengamos una muestra más amplia de especies de vida silvestre, no podremos resolver completamente los eventos evolutivos involucrados en la génesis del SARS-CoV-2, particularmente si saltó directamente de los murciélagos a los humanos o pasó por un anfitrión intermedio”.
Expansión humana del coronavirus
Ugarte subraya que no se sabe con precisión en qué momento un virus nuevo saltaría al ser humano.
Él explica que varios de estos agentes infecciosos no afectaron anteriormente al ser humano porque este no había llegado a zonas silvestres profundas, pero ahora, con el avance de las ciudades y de las actividades humanas, las personas tienen más contacto con animales salvajes, lo que incrementa la probabilidad de que haya contagios de virus desconocidos.
“Por ejemplo, cuando comenzó la construcción del Canal de Panamá se vieron casos de fiebre amarilla, y en la época del caucho, malaria. Esto sucede porque la humanidad va avanzando hacia zonas silvestres”, comenta.
Por eso rastrear la ruta evolutiva del SARS-CoV-2 y otros virus ayudará a identificar futuras pandemias y a estar preparados para estas.
Por Diego Suárez Bosleman
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