En Carlito’s Way de Brian de Palma el personaje de Al Pacino busca insistentemente una segunda oportunidad. No obstante, el pasado es una telaraña que termina absorbiéndolo. Fácil es entrar, difícil salir de los vicios, la mala vida y casi todo lo que nos envuelve en conflictos. Nada es más complicado que dejar de ser lo que hemos sido. Nada es más peliagudo que reinventarnos.
La serie sobre la vida del reguetonero puertorriqueño Nicky Jam emociona porque parte de esa idea. Es la historia de una y varias transformaciones. Es un relato de redención sórdido, pero efectivo.
El Ganador, la serie que estrenó Netflix el pasado mes de noviembre, no deja pestañear, nos mantiene cautivos desde el primer momento. Su historia es poderosa y está muy bien contada, pletórica en detalles que nos hacen vivir las emociones de su protagonista.
La serie se enfoca en la vida calamitosa y en la niñez conflictiva del intérprete. Cuenta todo, no se guarda nada. Revela los detalles más sombríos de una existencia en la que hubo desde armas hasta drogas y violencia. El relato parece sincero, a diferencia de otras biografías, en esta no se pretende endulzar los hechos. En un ejercicio de honestidad brutal revela los más recónditos secretos del boricua.
Juega a favor de la serie la cantidad de elementos que se tomaron en cuenta para armar un relato verosímil. Por ejemplo, la forma en que se describe el mundo del reguetón, lleno de drogas, sexo y violencia. La jerga, las situaciones, el ambiente, todo se expone de un modo convincente.
No importa si ese universo no tiene nada que ver con tu mundo, si te parece ajeno o despreciable, eso no impedirá que sientas empatía por la suerte de los personajes, en su mayoría ovejas descarriadas que bailan directo al matadero.
La historia narra los hechos desde distintos momentos. Se pasea por el pasado, vuelve al presente y nos lleva de nuevo al pasado. Ese juego temporal enriquece el discurso generando gran curiosidad por saber cómo se resuelven la gran cantidad de situaciones que se presentan. Entre una época y otra hay nexos, hay un sentido completo que equilibra el relato y permite que puedas hacerlo parte de ti.
El Ganador no pretende hacer apología del delito, como he leído por ahí, no muestra como positivo lo que es, por razones obvias, negativo. No es una oda a los excesos, ni un homenaje a los defectos que llevaron al reguetonero boricua del éxito al fracaso en un momento de su vida. Por el contrario, la serie es crítica, desaprueba la desmesura.
Mención aparte merecen las actuaciones, cada rol juega un papel importante en la credibilidad que genera el conjunto. Las interpretaciones son precisas y realistas, le crees a los actores, incluyendo al propio Nicky Jam, quien se representa a sí mismo.
Finalmente, es importante tomar en cuenta que para conectar con el relato de esta producción no tienes que ser amante de su carrera. Particularmente apenas si conocía dos o tres de sus canciones. Tampoco tienes que sentir empatía por el reguetón o sus exponentes. La historia que se cuenta es simplemente un relato humano sobre volver a comenzar y dejar atrás la basura que todos, reguetoneros, arquitectos, periodistas o barrenderos, podemos tener en el pasado.
Si te escandalizas con facilidad El Ganador no es para ti. Si decides verla trata de recordar aquella frase conocida: el que esté libre de pecados que tire la primera piedra.
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