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Germán Carrera Damas y el historiador profesional en Venezuela

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Por ISAAC LÓPEZ

¿Padre de los historiadores profesionales de Venezuela junto a Eduardo Arcila Farías, Ildefonso Leal y Federico Brito Figueroa? ¿Epítome del historiador egresado de nuestras universidades?

Historiador, funcionario y opinante, tres y uno solo. Visibilizado hoy, junto a otros historiadores profesionales venezolanos, gracias al empeño en la exposición en los medios y al interés de la colectividad por entender el camino que hasta aquí nos trajo, la figura de Germán Carrera Damas se impone como uno de los más exigentes maestros en la respuesta a una pregunta fundamental del país: ¿qué es un historiador?

Imprescindible su abundante bibliografía para responder esa pregunta basándose en dos términos: teoría y método. A los cuales dedicó gran esfuerzo y preocupación. Su trabajo tiene como base la crítica historiográfica, es decir, su tarea esencial ha sido revisar cómo se ha escrito la historia de Venezuela. Y a partir de allí su análisis, reflexión, señalamientos y aportes. A Robinzon Meza se debe uno de los más completos e importantes trabajos de análisis de la obra del autor de Metodología y Estudio de la Historia, Historia de la Historiografía Venezolana, Historiografía marxista venezolana, Una nación llamada Venezuela, Búsqueda: Nuevas rutas para la historia de Venezuela o Aviso a los historiadores críticos.

Si asumimos que vivimos en un país en crisis, podemos también preguntarnos si el conocimiento que profesamos igualmente pasa por el brete de malos tiempos.

¿Significa la abundancia de historiadores en el espacio público garantía de salud para nuestra profesión? ¿Cantidad es lo mismo que calidad? O será mejor preguntarnos ante los reclamos planteados en la obra de Carrera Damas e incumplida en la gran mayoría de la producción actual: ¿está en crisis la historiografía venezolana? ¿Es decir, están en crisis las formas de hacer Historia en Venezuela? Si la respuesta es afirmativa, habría que formular otras preguntas: ¿están en crisis las Escuelas de Historia, las maestrías y doctorados? ¿Las revistas de especialidad? ¿Las menciones de Geografía e Historia de las Escuelas de Educación? ¿Cómo se evalúa y juzga la producción de Historia en el país? ¿Se perciben confundidos periodismo, crónica, diatriba política, añadido de datos y glosa documental con historiografía? ¿La interdisciplinaridad se volvió falsa coartada hacia la vaciedad? ¿Quién responde a estas preguntas?

Si el conocimiento histórico ha avanzado en el mundo a importantes lugares en las últimas tres décadas, si las formas de representar el pasado parecen inagotables, si el atractivo por el pretérito se acredita y diversifica aún para aquellos que durante mucho tiempo le menospreciaron, no es menos cierta la complejidad de los usos de la Historia, el interés público por el pasado en continuo movimiento y los retos que eso comporta a la tarea del historiador.

La Historia en el espacio público reta al profesional del área no sólo a inscribir su saber dentro de los requerimientos a los que aspira el mercado, sino también a negociar los propios cánones de la divulgación.

El compromiso es de importancia para los historiadores, intentando desde la responsabilidad y la apertura profundizar en las bases de la disciplina en una época de superficialidad, saturación, ausencia de cuestionamiento y exigencia, donde se quiere imponer que todo es Historia, todo vale y se publica. Donde además pocos leen.

Asumir la divulgación de contenidos históricos y actuar en el espacio público como opinante en Venezuela requiere de nosotros la mayor seriedad en momentos donde importa el bulto y la exigencia teórico-metodológica es casi necedad, la discusión es escasa y la crítica velada, el conocimiento acumulado se desecha, donde no hay cuestionamientos abiertos.

Imposible encontrar hoy reseñas como las de Manuel Rodríguez Campos a la Historia del Estado Miranda de José Marcial Ramos Guédez o cuestionamientos como el de Angelina Lemmo a la obra de Guillermo Morón. Todo vale y todo mundo es historiador. Nadie se arriesga al exilio de la república de las letras por herir la susceptibilidad en un país de prestigios. Prestigios falsos de personalidades y de instituciones, prodigalidad de amiguismo. Las bases y fundamentos de la obra no importan. Importa publicar, así sea nimiedades. Importa el desempeño y gracia en la escritura para las masas, el perfil ante las cámaras, la capacidad de simular que se sabe.

Y si se desdeña el soporte teórico-metodológico, que decir de la revisión de archivos en un país donde tiene once años cerrado el Archivo Histórico de Miraflores, las fuentes de Biblioteca Nacional están signadas por el desorden, o investigar en los Archivos Arquidiocesanos de Caracas o de Mérida es someterse a la más terrible práctica inquisitorial y antidemocrática, sin que la comunidad de historiadores se pronuncie con la contundencia necesaria.

En un tiempo caracterizado también por la sobreoferta de productos culturales y radical reducción del tiempo de lectura, donde se imponen las redes sociales y los contenidos sintéticos, ampliación de soportes y universo comunicativo transmedial, los historiadores han de tener conciencia de su misión y desempeño para no terminar convertidos en marionetas de sus propios delirios de muestreo.

90 años cumple el historiador Germán Carrera Damas. Sirvan estas palabras, pergeñadas en ratos en los cuales la electricidad y la internet nos dan respiro, para rendir homenaje a un maestro al que tanto debe nuestro empeño por ser historiador. La obra de Germán Carrera Damas es y será faro para todo aquel que se adentre en el estudio serio de la historia/Historia.

Dedico estas letras a  mis alumnos y al Profesor Alí López Bohórquez, mi maestro

Isaac López, cuarentena de mayo de 2020

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