Juana falleció por coronavirus en su casa, ya sin esperanzas de lograr que la recibieran en un hospital ni conseguir oxígeno, pese a que su familia peregrinó durante días para ello.
Juana, de 90 años falleció en Santa Cruz a las 11 de la noche el domingo, después de haber pasado su vida cuidando a sus hijos, nietos y en las últimas semanas a su bisnieta. Contaba con buen seguro de salud, gracias a la profesión de uno de sus hijos, pero no fue suficiente.
La de Juana es una más de las 420 muertes por coronavirus registradas en los últimos cinco días en Bolivia en domicilios, calles, autos e incluso en los alrededores de centros de salud.
La Policía Boliviana informó este martes de unas cifras que cada vez preocupan más al país.
Del 15 al 20 de julio, tenían coronavirus o eran sospechosos de la enfermedad entre el 85% y 90% de los 420 fallecidos fuera de los hospitales, informó el jefe policial Iván Rojas.
El dramático aumento de muertes extrahospitalarias es una de las preocupaciones principales de las autoridades bolivianas, que intentan ampliar el sistema sanitario a contrarreloj, pero que al mismo tiempo reconocen que «parece que siempre es insuficiente».
En las últimas dos semanas, el número de contagios en el país sudamericano no dejó de crecer y las estimaciones indican que todavía falta al menos un mes para el peor momento de la pandemia.
El ascenso
La primera muerte por covid-19 en Bolivia se produjo el 29 de marzo y hasta el 21 de julio se habían confirmado 2.273 decesos.
Por eso que solo en cinco días se produjeran 420 fallecimientos en calles y casas prendió las alarmas.
La mayoría de ellos se produjeron en Santa Cruz, La Paz y Cochabamba, los departamentos bolivianos más castigados por la pandemia (también los más poblados) y que de a poco levantaron las restricciones desde junio para reactivar las economías de las familias y del país.
La región que más vertiginoso ascenso de contagios confirmados presentó en los últimos días es La Paz, que vio como tras suspender los rígidos confinamientos la gente comenzó a salir a las calles de manera numerosa. Incluso retornó el congestionamiento vehicular.
En La Paz se reportaron 733 casos el 19 de julio, hasta este 22 de julio la cifra más alta. Un mes antes, los contagiados confirmados ese día en La Paz fueron 76.
La situación actual y las cifras son usadas por los seguidores y por el propio expresidente Evo Morales para cuestionar el trabajo del gobierno interino de Jeanine Áñez.
Mientras que la administración actual acusa al expresidente de ser responsable de haber dejado al país con un sistema de salud precario.
No alcanza
El principal motivo del elevado número de fallecimientos extrahospitalarios en Bolivia se puede encontrar en el desbordamiento de los sistemas de salud en varias de las regiones más pobladas.
El jefe de Epidemiología del ministerio de Salud de Bolivia, Virgilio Prieto, le asegura a BBC Mundo que el gobierno trabaja para incrementar los centros de aislamiento, disponibilidad de camas en centros de salud y contar con más puntos de cuidados intensivos, pero a la vez es realista.
«En todo lado se está ampliando la capacidad, pero parece que siempre es insuficiente», afirma.
Aunque Prieto también sostiene que en el país hubo sectores que desconocieron las normativas establecidas y no escucharon las recomendaciones, lo que aportó al colapso hospitalario.
La autoridad estima que el peor momento de la pandemia en Bolivia sucederá a finales de agosto o principios de septiembre, de forma similar al cálculo que anteriormente presentó la Organización Panamericana de Salud.
Prieto añade que, aunque La Paz, Cochabamba y Santa Cruz son las regiones más afectadas, el aumento acelerado está presente en los nueve departamentos del país.
Este 21 de julio, el gobierno tomó las instalaciones de una clínica que la delegación cubana en Bolivia había levantado en la época del mandato de Morales.
Los ministros presentes anunciaron que será utilizada para atender a los cientos de casos de trabajadores de la salud que contrajeron el virus.
El temor por lo que viene
En su informe de las muertes extrahospitalarias, el jefe policial Rojas realizó un nuevo llamado a la población boliviana para que no salga de casa a menos que sea por trabajo o por salud.
Mensajes similares se multiplicaron en los últimos días en medios de comunicación, redes sociales y grupos de WhatsApp, mucho más desde que se sabe que conseguir espacio en un hospital o acceder a medicinas está cada vez más difícil.
Respecto a los fármacos, Rojas añadió que tiene una unidad de «patrullaje cibernético» dedicada a detectar posibles estafas a personas que buscan medicamentos ante la escasez existente y la elevación de precios.
La policía detectó que através de plataformas virtuales bolivianas se ofertan aspirinas, ibuprofeno, vitamina C, ivermecticina e incluso dióxido de cloro.
Además, este 21 de julio fueron decomisados 42 tubos de oxígeno que pretendían venderse en el mercado negro sin las garantías de salubridad requeridas, informaron autoridades de La Paz.
Ante tal panorama, uno de los debates instalados en el país es si debe volver a la cuarentena rígida o mantener la apertura parcial en la que se encuentra.
Al igual que otros países latinoamericanos, más del 50% de ese país vive de la economía informal y atravesó muchas dificultades durante las semanas de confinamientos generalizados.
Un nuevo cierre total es rechazado por estos sectores informales y lo han hecho saber a través de sus agrupaciones sindicales.
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