En estas semanas de julio he comenzado un taller para escritores con el novelista Álvaro D’Marco. Entre las actividades que desarrolla, además de la que considero la más importante: la revisión de nuestros textos, está la de leer magníficas obras breves sobre la teoría del cuento. También abundan los consejos para ser un buen escritor. En el pasado creo haber “establecido” solo una vez algunos principios escriturales (“Diez consejos para todo articulista de opinión”, enero, 11-I-2017; y “¿Cómo escribir cuando no puedes escribir?”, noviembre, 2019), pero quiero reformularlos desde la experiencia del presente taller; que no dejo de recomendarles, y que me ha permitido reafirmar lo que he aprendido en mi permanente deseo de dominar el arte de la narrativa. Algo evidente es que estos consejos pueden adaptarse a cualquier arte, oficio y profesión e incluso un objetivo o meta en nuestras vidas. Y la verdad es que existen montones de decálogos pero este el mío.
1) “Escribir, escribir y escribir”, tal como dice Ricard de la Casa en sus famosos consejos. Nadie niega que todo escritor debe leer y sus hábitos diarios deben tener un equilibrio entre ambos. Son las dos caras de la misma moneda en este arte. No se puede escribir sin leer, pero si tu meta es escribir y un día —espero que sean excepcionales— no tienes tiempo para ambas actividades y no te queda otra que escoger entre leer y escribir ¡no lo dudes! ¡Escribe! ¿Por qué? Ricard da la respuesta: “Solo escribiendo podrás analizar tus errores y virtudes (…) es el único medio para progresar”. Los personajes e historias se marchitan si no le dedicas un tiempo diario, tus habilidades comienzan a atrofiarse, y es como la alimentación: no comes y la muerte empieza a asomarse en tu vida. Si no escribes todos los días, esto no es lo tuyo. Es duro decirlo, pero es la única manera de ser escritor.
I. Para ello debes ponerte metas que irás incrementando poco a poco. Mi experiencia es comenzar con 500 palabras diarias (si no las cumples queda como deuda) por un año, después subir a 1.000 y así hasta llegar al ideal según Stephen King en su magnífica obra Mientras escribo: ¡2.000 palabras al día!
II. No es fácil escribir todos los días por ello puedes combinar los géneros, y seguramente el vacío de uno lo llenará el otro. Me pasa con la ficción, la cual me permite decir cosas que no puedo en mis artículos de opinión, ensayos historiográficos o incluso en el diario.
III. Tu enemigo es la procrastinación en cualquier aspecto de tu vida y más en la escritura, porque esta requiere alta concentración y es un hábito. Para tener un hábito debes alejar todo lo que te distraiga y te invite a abandonar o diferir la tarea que te has propuesto como el internet, la TV, el teléfono (el deseo permanente de responder la llamada o el mensaje que la campana avisa), la gente e incluso las supuestas responsabilidades y digo supuestas porque en vez de colocarlas en otro horario dejas de escribir “apenas te llaman”. No queda otra: todos los días a la misma hora y por la cantidad de palabras que te propusiste. El mejor consejo es el que da Stephen King: Cierra la puerta para que los demás sepan (y tú también) que vas en serio. Insiste el novelista en que ayuda mucho preparar un lugar especial para escribir, pero donde te puedas encerrar e incluso no haya ventanas y si las hay, que las tapes mientras escribes. Sugiere crear ciertos ritos que sirvan como estimulantes y al final, si lo has logrado, te des un pequeño premio.
IV. No te levantes hasta lograr la meta del día. Si necesitas un descanso, que sean pocos minutos. Nunca olvidaré a mi querido profesor y maestro Humberto Njaim, de quien fui auxiliar de investigación y lo vi trabajar muchas veces. Su método era el de la alarma: sonaba y se ponía a descansar como 5 minutos, volvía a sonar y regresaba al teclado.
2) Lleva un diario y cuadernos de notas, siempre lo he dicho y acá lo repito: todo el mundo debería llevar un diario íntimo o diario para recordarnos lo que consideramos importante. Las buenas películas sobre científicos siempre los muestran con sus “diarios de laboratorio”, donde anotan sus avances o retrocesos con detalles, paso a paso, para identificar los errores y no volverlos a cometer. ¿Quién puede olvidar esa maravillosa escena cuando Emmet “Doc” Brown en Volver al futuro II va describiendo de su último “experimento” con la máquina del tiempo? Los diarios son tu memoria en todos los aspectos, pero también te permiten ejercer la rutina de escribir sin la angustia de todas las exigencias de las otras formas de escritura. Es el salvavidas en momentos de agotamiento mental e incluso físico que te impide escribir, y es el único lugar donde eres totalmente libre ¡por eso es íntimo porque no lo puedes hacer público!
I. El diario debe tener una parte como una especie de tabla donde escribas cosas medibles: número de palabras diarias por género, minutos dedicados a la lectura con los libros que leíste y otras cosas para mantener la vida: salud, comidas, ejercicios físicos, tiempo dedicado a otras actividades como ocio, películas, etc. De esa manera podrás identificar a qué le estás dedicando más tiempo. Este grado de paranoia, dirían algunos, lo hacemos algunos.
II. Los cuadernos de apuntes o notas (algunos usan fichas) donde escribas las ideas de tus escritos para no olvidarlas, pero también para que vayas estudiando frecuentemente aspectos fundamentales que todo escritor debe dominar como: la gramática, el vocabulario, el oficio de la escritura, información relativa a los temas de los cuales escribes e incluso uno de espiritualidad (que puede ir desde tu religión hasta el cultivo de alguna mística o tus valores morales). Una vez más hay que recordar a King: “Mantente sano y casado”, al menos sano.
3) Convierte todo en literatura y usa todo para la literatura. La mente del escritor debe ser como la del científico: siempre curiosa de su mundo, en especial de lo que puede ayudarle a escribir que es casi todo. Si no estamos escribiendo estamos pensando en lo que escribiremos. Esa es la importancia de los cuadernos de notas para que no olvidemos el chispazo. Y debe ser un obsesivo de lo que desea hacer. Si no lo eres, una vez más hay que decirlo: esto no es lo tuyo. Y la obsesión por lograr escribir algo, por pensar en algo hace que las soluciones a los problemas de nuestro arte o ciencia vayan surgiendo. Es algo probado en el funcionamiento de la mente: la inteligencia es crear o descubrir nuevas relaciones y eso solo se logra observando, investigando y nunca dejando de pensar en ello. Llegará un momento en que será como caminar o manejar. Y al estar atento a nuestro mundo tendremos mil temas para escribir con personajes y diálogos (¿miedo a la página en blanco? ¡Absurdo!). Todo es “literalizable”, ser convertido en literatura, en símbolos y palabras.
4) Lee especialmente como un escritor, toma notas, descubre los métodos del arte. No se lee de manera pasiva sino intentando comprender las intenciones del que escribe y la sutil, misteriosa e incluso mágica estructura que hace de un relato o cualquier escrito un clásico.
I. Lee y lee mucho. Ya lo dijimos antes: es lo fundamental al igual que escribir. Son inseparables y es tan importante que lo repito en este nuevo punto. Sí, todo puede ser llevado a la literatura, pero si no lees no conocerás cómo se escribe, cómo se relata una historia. “Si no tienes tiempo para leer, no tienes el tiempo (o las herramientas) para escribir” (Stephen King). Para ello debes también tener el hábito y darle un tiempo al día, y aprovechar cualquier momento para leer. Ahora existen los audiolibros y eso ayuda mucho. De nuevo: elimina toda distracción. Si tienes que elegir entre meterte en Internet o ver Netflix y leer, tú sabrás decidir. Yo no puedo vivir sin leer todos los días porque me genera un síndrome de abstinencia.
II. Lee a los maestros, a los mejores escritores y ten tus favoritos, esos que no dejas de leer con frecuencia. Mi método es que una vez al año, como mínimo, debo leer algo de ellos. En mi caso son: Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa; pero también doy espacio para todo clásico. Aprende de ellos, conoce sus técnicas e incluso imítalos al principio, solo al principio.
III. Debes leer tanto ficción como otros géneros. Siempre apegado a tu carrera, profesión, etc. Me gusta hacer listas e ir cumpliendo metas para leer los grandes. No se debe leer con desorden, aunque no hay problema en picotear otras lecturas o leer simplemente por diversión.
IV. Lee mucha teoría, métodos de escritura, consejos, etc. De esto también se deben tener listas y planes de lectura.
La semana que viene seguiremos dedicándonos especialmente al proceso de escritura propiamente dicho.
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