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Cruce de expulsiones tensó la relación entre Colombia y Venezuela

Con ultimátum para salida de vicecónsul en 48 horas, Caracas admitió importancia de Carlos Pino

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Las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela –que desde hace 4 meses se reducen solo a los encargados de negocios– están de nuevo en un punto crítico que incluye acusaciones de espionaje, secuestros e intentos de desestabilización institucional mutua.

En efecto, 3 horas después de que Colombia oficializó la expulsión del asesor político de la Embajada de Venezuela en Bogotá Carlos Pino García, por motivos de seguridad nacional, Caracas respondió con una decisión de mayor tenor: le dio 48 horas al vicecónsul colombiano, Juan Carlos Pérez , para salir de su territorio. La postura de Venezuela se produce a 19 días de que Nicolás Maduro se posesione en su segundo mandato, que no es reconocido por cerca de 20 países.

Según Caracas, la salida de Pérez es una retaliación diplomática “en virtud del reciente secuestro por parte de las autoridades colombianas y expulsión arbitraria” de Pino, quien –a diferencia del colombiano– no es diplomático acreditado ni cumplía actividades públicas.

Por el contrario, informes señalan que estaría cumpliendo labores de espionaje, desestabilización del orden público e infiltración de marchas y de asentamientos de venezolanos. 

“Hay muchísima oscuridad sobre Pino, que ya en el pasado había tenido problemas con la justicia. Acá, cuando se trata de funcionarios diplomáticos, tenemos todo el respeto hacia ellos; cuando se trata de contratistas que están en funciones grises, entonces el gobierno procede dentro de su autonomía”, señaló la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, quien calificó la orden de salida de Pérez como la provocación de una “dictadura criminal”.

Al respecto, el director de Migración Colombia, Christian Krüger, enfatizó esa posición al advertir que Pino “podría llegar a presentar una afectación para la seguridad del país”. Y la Cancillería expresó su “preocupación e intranquilidad por la falta de garantías por parte del gobierno venezolano a nuestros funcionarios consulares”.

Pero para Gloria Flórez, excongresista del Polo, militante de la Colombia Humana de Gustavo Petro y esposa de Pino, la expulsión y prohibición para que su marido regrese a Colombia en 10 años es un ‘falso positivo’ que atenta contra sus derechos y los de su hijo, y está basado en información falsa.

En similar sentido se pronunciaron líderes de la izquierda como Piedad Córdoba e Iván Cepeda, quien incluso se presentó en el aeropuerto de Catam para abogar por Pino.

‘De los peores momentos’

Este cruce de expulsiones y de declaraciones se suman a otros episodios registrados en las últimas semanas, que mantienen tensas las relaciones entre Caracas y Bogotá.
El capítulo más reciente se dio por cuenta de los bombarderos Tu-160 que Rusia envió la semana pasada a Venezuela para realizar ejercicios militares conjuntos, bajo el argumento del régimen de que estaba listo a responder un ataque que supuestamente venía de Estados Unidos y Colombia.

Mientras la Casa Blanca calificó el hecho como una provocación cínica, Bogotá –en cabeza del ministro de Defensa, Guillermo Botero– dijo que Colombia es un país que “ni provoca ni deja que lo provoquen”.

Ya el pasado primero de noviembre, Bogotá le había enviado una nota de protesta a Caracas por la incursión irregular de militares venezolanos en Norte de Santander.

Para Ronald Rodríguez, del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, “este es uno de los peores momentos de la relación bilateral, es un momento de profunda desconfianza que puede escalar si no se establecen límites”.

En similar sentido se pronunció Carlos Patiño, de la Universidad Nacional: “La situación es muy tensa porque Venezuela viene exigiendo una posibilidad de juegos estratégicos con Rusia. Y si bien Rusia ha negado que la posibilidad de armar una base militar allí, Caracas insiste en pedir su apoyo”.

Por ahora, el expulsado vicecónsul Pérez dejó su oficina advirtiendo que cumplió con su trabajo y que se va con dignidad y con la frente en alto.

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