Ser conservador en la actualidad es casi un pecado a los ojos de muchos. Tener valores infranqueables y una vida activa en la fe son motivos de burlas e improperios en muchos casos.
Soy de los que considera que todos estamos en esta vida por una razón y por este motivo respeto a todas las personas, sean como sean, vistan como vistan y vengan de donde vengan.
El respeto a las opiniones, la discusión sin entrar en diatribas y el entender el porqué de las cosas es lo que nos hace mejores personas y mejores ciudadanos. No podemos permitir que los pensamientos disonantes y la visión de cada uno de nosotros, como individuos, nos alejen de lo que somos: seres humanos.
Del respeto parte todo, y la división social solo favorece a pocos. Es difícil en estos tiempos modernos ser distinto, pero la realidad es que todos los seres humanos somos distintos y por esto debemos respetarnos, lograr puntos de unión y hacer crecer nuestros países, entendiendo que cada uno de nosotros somos importantes para el resto.
No es posible que en el siglo XXI aún estemos pensando en el “nosotros” y en el “ellos”; que te encuentres saliendo de una iglesia un domingo y alguien te grite “facha”, “fascista”, entre otras muchas cosas. No es lo que debemos permitirnos en la realidad; como no debemos permitir que excluyan a alguien por su color de piel o por sus inclinaciones sexuales. Tenemos que comenzar a vernos realmente como iguales, entender que lo que nos hace diferentes también nos permite crecer como sociedad. Todos aportamos un grano de arena y todos tenemos un objetivo en común, el cual es hacer grande nuestras tierras.
Debemos transformar nuestra visión e intentar hacer ver y entender a otros que las mujeres, los católicos, los musulmanes, las personas de color, las personas transexuales, los homosexuales, los hombres, los niños, todos, somos importantes. Entender que la vida moderna es de reivindicaciones, de que todos tenemos un espacio y una misión.
Mientras más diversa sea nuestra sociedad, más rica es, más nos entendemos y mejores personas seremos. A veces no logramos comprender por qué una persona es de la manera que es; pero el tema no es que debemos entenderlo porque cada persona tiene su realidad. Lo importante es respetar, escuchar y tolerar.
Cada vida es importante, cada muerte me duele por igual. Tu vida y la mía son de la misma calidad; nadie vale más que nadie porque todos somos iguales.
El ser conservador no está de moda, pero cuando me siento en la mesa con personas distintas, mis pensamientos tampoco deben ser puestos en tela de juicio; deben ser respetados, como yo respeto todas las visiones y opiniones. No dejemos que nos dividan, busquemos lo que nos une.
Cuando pongamos en práctica la igualdad real y entendamos que todos somos iguales, lograremos crecer realmente como sociedad y seremos mejores seres humanos.
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