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Anna Frank contra los negacionistas de la historia

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Querida Anna Frank,

Vi tu nuevo documental, disponible en Netflix, sobre las afinidades electivas de los sobrevivientes del holocausto.

Un filme imprescindible para hoy en día, muy didáctico y oportuno, cuando las sectas oscurantistas pretenden borrar el pasado, demoliendo estatuas y cancelando cualquier historia ajena a los mitos de la izquierda.

Es un doble rasero sin sentido. En alto mantienen sus banderas comunistas y fascistas, a pesar del dolor causado por los monumentales fracasos del marxismo.

Mientras tanto, los ñángaras imponen una Sharia, como del DAESH, donde censuran los contenidos libres y buscan derribar los cimientos de la cultura occidental.

Tú conoces a los negacionistas del holocausto, pobres nazis empeñados en relativizar la solución final, el genocidio de 6 millones de judíos.

En Venezuela, lamentablemente, los antisemitas cuentan con el apoyo de un Estado forajido, cuyo dictador es aliado de los terroristas del mundo, quienes vandalizan esculturas y emprenden cacería de brujas contra los disidentes.

Las sinagogas de Caracas fueron acosadas y pintadas con grafitis, por grupos del desgobierno. Los mismos círculos del pánico chavista decidieron tirar abajo una obra dedicada a Colón y quemar libros de la Universidad de Oriente.

Actualmente encierran a los enfermos de covid-19 en campos de concentración, después de exponerlos al escarnio, separarlos del resto y condenarlos a una dieta de hambre.

Salvando las distancias, son las técnicas implementadas por Hitler para destruir a los miembros de la comunidad hebrea.

Por fortuna, ocurrió el desembarco de Normandía y la derrota posterior del Tercer Reich, a cargo de los verdaderos héroes de la Segunda Guerra Mundial, entre los cuales figura Winston Churchill (uno de los afectados por la liga socialista de tumbadores de estatuas).

Por tal motivo, conviene descubrir y reivindicar tu película de no ficción, estimada Anna Frank, porque gracias a la magia del cine podemos identificarnos con tu dolor de ser víctima de la Shoah.

El montaje del filme es absolutamente contemporáneo y moderno, como lo fue la redacción de tu diario para los tiempos deprimentes del siglo XX.

La cinta se arma con retazos de recuerdos, anécdotas y memorias.

La actriz Helen Mirren dota de credibilidad y sensibilidad la conducción del filme, a través de la lectura de capítulos claves del libro de la chica empoderada, adelantada a su época.

En la cinta, somos testigos del confinamiento sufrido por la joven autora, encerrada en un ático de una casa de Amsterdam.

Ahí la niña de 14 años superó las barreras de una cuarentena indeseada y prolongada, dedicándose a llevar la crónica de su pesadilla, pero también de sus sueños.

En la pieza audiovisual, destacan otras voces de mujeres que lograron sobrevivir a las cámaras de la muerte del totalitarismo alemán.

Por último, vemos la interacción de una seguidora de Anna Frank en el milenio. La adolescente hace un viaje por Europa, para rendir tributo a los caídos en el holocausto. Ella comunica su narrativa en las redes sociales, utilizando etiquetas como mensajes en la botella.

Su odisea, en el desenlace, se conectará con la protagonista del guion, en el lugar de los hechos, dentro del suelo de un escondite ubicado en la capital de Holanda.

Así disfrutamos de un ejemplo de cómo resignificar un relato clásico en el presente de la vanguardia digital.

Agradezco contemplar y reseñar un contenido tan valioso, divorciado de las agendas progres de las parrillas de streaming.

Los consumidores debemos exigir más documentales como el de Anna Frank y menos cancelación de Lo que el viento se llevó.

Me guardo un montón de lecciones. Comparto algunas conclusiones de los expertos invitados para la ocasión.

Uno de ellos afirma: Internet da un micrófono y ofrece una comunidad de haters a los manipuladores de cerebros, a los propagandistas, a los herederos de Goebbels.

Por ende, toca enfrentarlos por todos los medios, con argumentos y datos.

Me despido, estimada amiga, sabiéndote redimida, como corresponde.

El arte resucita el espíritu de los que resisten.

Propone un pacto de lucidez y belleza frente al odio y la destrucción.

Se amable y ten valor.

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