Para comprender el alcance de la relación entre los conceptos de razón, conocimiento y fe, antes es necesario analizar el sentido de cada uno de ellos por separado. La razón: «es la capacidad del ser humano para reflexionar, establecer la relación entre ideas y conceptos, para llegar a una conclusión».
En filosofía es la capacidad de cuestionar, reconocer y comprobar. Para Platón: «es la mayor capacidad de conocimiento del ser humano y es la encargada del conocimiento inteligible. La razón es distintivo en el ser humano». Para Kant: «es la facultad formuladora de principios en contraposición al entendimiento. Distingue la razón teórica y la razón práctica, son dos usos distintos de la razón». Para Aristóteles: «La felicidad del ser humano se basa en llevar una vida conforme a la razón y la sabiduría (puesto que lo peculiar del hombre es que es un ser racional), y guiados siempre por la virtud. Por ello considera que el hombre más feliz es el filósofo». Para Sócrates: «la razón es una actividad que implica voluntad, es un potenciamiento de la inteligencia y la voluntad”.
La razón es una facultad del ser humano para conocer la realidad a través del diálogo, diferentes a otras formas que se utiliza los sentidos, la imaginación como en los mitos y narraciones. Con la razón, el ser humano se pregunta por el sentido de su realidad. «La razón es incapaz de acceder al conocimiento de lo sagrado”.
La fe que, decía Nietzsche, “no se ha determinado por la razón difícilmente puede ser abandonada por medio de ella”. El Catecismo de la religión católica dice: «¿Qué es la fe? Fe es creer en lo que no vemos, porque Dios lo ha revelado. Los griegos y los romanos utilizaron la fe para referirse muy concretamente a la confianza que se deposita en otra persona, Jenofonte, «afirmaban que no había nada más miserable que no confiar en los demás, que no tener fe, es estar solo». San Pablo decía que la fe es «esperar», de algo que desea, aunque no pueda verlas y no tenga certeza racional.
En el sentido filosófico, la fe es tomar como verdadero de lo que no se tiene una experiencia directa. Santo Tomás de Aquino nos dice que la fe es «esperar» lo eterno, lo divino, la confianza en que Dios no lo dejará abandonado, esta evidencia escapa a las leyes de la razón y del entendimiento. El pensador alemán Immanuel Kant empleó la fe para explicar la necesidad de Dios en el pensamiento, el cual está en un plano no sensible y el conocimiento de las cosas por medio de los sentidos.
Los griegos y los latinos sostenían que entre la razón y la fe no había discordia, pues cada una tenía un lugar en su momento. Solo en la Edad Media se consideró que la fe y la razón eran incompatibles. Ahora bien, el conocimiento divino es accesible al ser humano, pero difiere de la participación indirecta y pasiva de la revelación y la fe.
Es importante destacar que los libros sagrados han sido traducidos de los idiomas antiguos, pero esta traducción estuvo sujeta al criterio del traductor, seguramente influenciado por su cultura. Como dice nuestro Q.H. Fermin Vale Amesti: «El dogmatismo, por su condición propia y su absolutismo, es perfectamente incapaz de resolver las oposiciones y las aparentes contradicciones de dos aspectos complementarios de la verdad».
Toda tradición iniciática está sometida a dos aspectos: esotérico (metafísico), solo está al alcance de los iniciados, y exotérico (religioso), todos en general pueden ser parte de ella, las dos son faces de una misma medalla. Rene Guenon dice: «Es en efecto por el esoterismo que se unifican las doctrinas tradicionales más allá de sus diferencias». Ejemplo: en el judaísmo, la Cabalah es el complemento de la revelación de la Tora. Lo esotérico y lo exotérico no se pueden ver separados o divididos, sería un error ver lo universal fragmentado, porque no corresponden a la verdad integral, solo ven la visión inadecuada y exclusiva de un solo aspecto. Lo metafísico es universal , y lo teológico es limitado, pues lo sentimental predomina sobre la inteligencia. Una doctrina basada en lo sentimental no puede estar adaptada a la verdad absoluta. Los que saben: «Intelecto», y los que creen: «sentimiento». Lo tradicional se vive y lo religioso se cree.
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