El cardenal Jaime Ortega Alamino, la máxima autoridad de la Iglesia Católica en Cuba, cuya mediación fue clave en las excarcelaciones de presos políticos y el deshielo diplomático entre la isla y Estados Unidos, falleció este viernes a los 82 años de edad luego de padecer un largo cáncer.
La última aparición pública del cardenal Ortega fue el 12 de junio cuando recibió la distinción Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, otorgada por la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) para reconocer a personalidades e instituciones católicas.
Monseñor Ortega, ordenado sacerdote en 1964, arzobispo en 1979 y cardenal en 1994, fue el impulsor de una versión del catecismo cubano más sencillo, creó nuevas diócesis y parroquias al frente de las cuales puso a sacerdotes jóvenes y reconstruyó iglesias, casas parroquiales y centros de asistencia.
El arzobispo emérito de la Archidiócesis de La Habana fue el rostro más visible de la Iglesia Católica cubana y el artífice de las históricas visitas pastorales del papa Juan Pablo II a Cuba en enero de 1998, y las posteriores de Benedicto XVI en 2012, y Francisco, en 2015.
También fue interlocutor con las autoridades del gobierno cubano en el proceso de excarcelaciones de prisioneros políticos del Grupo de los 75 disidentes -condenados en la oleada represiva registrada en 2003 en la isla- que tuvieron lugar entre los años 2010 y 2011 con el apoyo del gobierno de España.
Como líder de la Iglesia Católica en Cuba tuvo otro hito importante como mediador en el proceso de negociación secreta que con la intervención del papa Francisco en el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos en 2014, bajo el mandato de los entonces presidentes Raúl Castro y Barack Obama.
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