La propiedad intelectual es la que más significado y elevación espiritual tiene, ya que se refiere a las obras hechas sobre la base de la potencia del alma humana. Este rasgo tan hermoso no está exento del valor del acto del trabajo, por añadidura cualificado, que implica esfuerzos y aun sacrificios. Una obra del intelecto es por tanto la más legítima fuente de orgullo para su autor. Y máxime cuando, si es científica, es de suma importancia para su patria y hasta para la humanidad toda. Cuando entran en conflicto dos o más derechos, corresponderá al Juez decidir conforme a la valoración axiológica que disponga realizar. Si bien tenemos el derecho a trabajar, no podemos ejercerlo violentando el derecho de nuestros semejantes, como por ejemplo, copiar obras de ingenio de terceros, comercializarlas y enriquecernos ilícitamente.
Posición del Tribunal Supremo de Justicia
Señaló el Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia del 12 de diciembre de 2000 (Expediente Nº 98/1521, sala Penal) “Todo trabajo dignifica y en especial si tiene las calificaciones de constituir una obra científica. También son de mucho valor espiritual las demás obras de ingenio, como las literarias y las artísticas. Los respectivos autores merecen todo el reconocimiento y que se les atribuya el mérito de su creación. Será ello motivo de gran complacencia y de inmenso valor moral para el autor. Por todo esto es que resulta tan sumamente grave el plagio».
Como se observa, el máximo tribunal del país ha sentado posición sobre la piratería lo que comporta delitos de una enorme lesividad y son de tal gravedad que aun pueden dañar el orden social y económico de los países afectados, así como su desarrollo cultural y tecnológico.
La contravención a la Ley en que incurren los piratas, plagiarios o copistas ilegales constituye, como se ha dicho antes, un ilícito, un delito. Violan buena parte del ordenamiento jurídico venezolano que regula propiedad intelectual, así como normas de rango supranacional, es decir, de tratados, leyes y convenios debidamente suscritos por la República Bolivariana de Venezuela, y que por tanto forman parte de nuestro orden legal. Se violan:
Constitución Nacional.
Ley sobre el Derecho de Autor.
Código Penal.
Ley de Propiedad Industrial.
Ley Orgánica de Aduanas.
Ley de Protección al Consumidor y al Usuario.
Convenios Internacionales ya mencionados.
La falsificación, la copia no autorizada y la comercialización de productos, que en algunos sectores representan el 85% del total vendido en el país, tales como, y en esto insistimos ex profeso, películas u obras audiovisuales, musicales (discos compactos, cassette, MP3), vestidos, calzados, perfumes, y hasta las medicinas, que no solo atenta contra las economías de nuestros países, sino también contra la salud de los incautos compradores. También es piratería la retransmisión o distribución de señales de televisión recibidas por cualquier medio o procedimiento, y el uso indebido del nombre de una obra de ingenio o de una marca comercial previamente registrada, para identificar otro producto o servicio. Pues bien, esta práctica delictiva perjudica a mucha gente y sectores:
-A los autores (legítimos propietarios) que ven como, con el más absoluto descaro, se violan sus derechos intelectuales (patrimoniales y morales), se usurpan sus creaciones y se les hurta una remuneración indispensable para subsistir y continuar su esfuerzo creador.
-A los artistas, testigos silentes de un delito mediante el cual se comercializa su trabajo intelectual y del que van a recibir como pago, la amenaza de perder para siempre un modo de vida.
-A los medios de producción, porque la piratería lesiona gravemente sus derechos de recuperar las altas inversiones realizadas para poner a disposición del público sus obras, productos o servicios, a más bajo precio, y desde luego a más baja calidad (porque viven del trabajo y de la inversión ajena) un producto ilegítimo y engañoso en cuanto a su origen y calidad.
-A la creatividad nacional: Estudios de la Unesco demuestran que los autores, artistas, productores, industriales y comerciantes de los países en vías de desarrollo, ante la falsificación de sus obras y producciones; la disminución de sus ingresos por la competencia desleal del pirata; y la impunidad con que se desenvuelve la piratería, se desvían hacia otra actividad, y el país pierde la oportunidad de acrecentar su patrimonio cultural, industrial, y por ende económico.
-Al consumidor y la fe pública, porque se vende un producto falsificado, muchas veces bajo engaño, sin ninguna garantía ni a quien reclamarle la mala calidad de lo que se comercializa.
-Al Estado, porque la producción ilícita, delictiva, engañosa y pirata de productos no paga impuesto. Muchas veces los materiales, elementos e insumos ingresan al país de contrabando. Los piratas perjudican a la sociedad más de lo que se piensa.
Pirateria en redes sociales
También en las redes sociales se comete plagio haciendo uso de contenidos de todo tipo, presentándolos como propios: audios, videos, fotos y textos completos, entre otros. Por eso hemos sostenido en Twitter:
Si usted no cita al autor, no pone comillas ni tampoco advierte que está parafraseando, usted plagia, ergo, usted es un delincuente.
Si usted no es capaz de parir una idea o un simple tuit, por favor, no se embarace con plagio.
Como dice mi apreciado amigo historiador, profesor Elías Pino Iturrieta: “Los tuits no son bienes mostrencos”.
No es fácil identificar a todos y en qué grado disfrutan ellos de los enormes recursos usurpados a los autores, a los artistas y a los comerciantes honestos; sin embargo, ha sido preocupación de los órganos de policía nacional e internacional el que muchos de ellos estén vinculados al crimen organizado y al tráfico de estupefacientes.
En todo caso, los beneficiados violan la Ley y no contribuyen en nada a la creatividad nacional, ni a la economía del país ni a la producción de bienes culturales. El pirata es un parásito social.
Actualmente se discute un proyecto de Ley de Reforma a la Ley de Derecho de Autor y de la Autora, lo que parece ser una ocasión propicia para legislar en justicia y razón a favor de los autores. Por nuestra parte nos mantendremos atentos, pues la verdad es que se trata de un tema que nos apasiona.
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