El colombiano Alex Saab, de quien se sospecha es testaferro de Nicolás Maduro y sobre quien el gobierno de Estados Unidos había colocado una alerta roja, fue detenido en Cabo Verde cuando el avión en el que viajaba con destino a Irán aterrizó para cargar combustible. La operación de la DEA, el FBI y de la Red de Control de Crímenes Financieros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos busca su enjuiciamiento por delitos de conspiración, lavado de activos y enriquecimiento ilícito en nueve países.
Es la tercera vez que la justicia estadounidense tiene en sus manos a un pez gordo de la empresa criminal del Estado mafioso bolivariano de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
La primera fue Walid Makled, de origen sirio, alias «el Turco», por narcotráfico de cocaína de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Fue detenido en agosto de 2010 en la ciudad colombiana de Cúcuta en una operación conjunta de las autoridades de Bogotá́ y la DEA. La Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York lo acusó de haber “controlado y operado pistas aéreas localizadas en Venezuela”. Las que usó para facilitar el envío de varias toneladas de cocaína hasta Centroamérica y México por numerosas organizaciones de tráfico de droga, conociendo que una porción iba a Estados Unidos. Para ese momento era considerado el capo di tutti capo, incluso entre los traficantes globales de narcóticos.
En ese momento, la detención de Makled puso a temblar a la cúpula militar que estaba vinculada con el negocio del narcotráfico, entre quienes se encontraban el general Hugo “el Pollo” Carvajal, director de Inteligencia Militar de Venezuela; el general Henry Rangel Silva, jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana; el general Luis Motta, comandante de la Guardia Nacional, y el general Néstor Reverol, cabeza de la Oficina Nacional Antidrogas. Ejercieron entonces fuertes presiones sobre Chávez para que evitara a toda costa la extradición de Makled a Estados Unidos, según informes de la firma privada de inteligencia Stratfor, divulgados por Wikileaks.
Al final, el expresidente Juan Manuel Santos lo extraditó a Venezuela. Se lo entregó a “su nuevo mejor amigo”, Chávez. Y Estados Unidos (DEA) solo obtuvo el testimonio de Makled, entrevistado en una prisión de Bogotá. La justicia estadounidense se quedó en esa oportunidad con las manos vacías. El Turco aseguraba tener en su poder videos y documentos que vinculaban a más de 50 altos funcionarios civiles y militares del gobierno de Chávez con sus negocios.
La segunda vez fue cuatro años más tarde en la isla de Aruba, donde detuvieron al mayor general retirado Hugo “el Pollo” Carvajal, ex director de Inteligencia Militar y uno de los hombres más temidos de Venezuela para ese momento. Llegó a la isla en un avión privado y fue arrestado en el aeropuerto internacional Queen Beatrix por solicitud de las autoridades estadounidenses, que esperaban trasladarlo a suelo norteamericano a la mayor brevedad posible. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo había incluido en la lista negra en 2008 por su presunta participación en las operaciones de narcotráfico de las FARC. Se había vuelto uno de los engranajes más importantes en la participación de la Fuerza Armada Nacional en las operaciones del narcotráfico.
El Pollo Carvajal controlaba los movimientos del narcotráfico, la operación, las entregas y el lavado de dinero. Tenía el control de todo el proceso. Su detención y posible extradición a Estados Unidos disparó todas las alarmas del Estado mafioso bolivariano. A tal punto que Nicolás Maduro envió un equipo especial a Aruba para que asumiera la tarea de asegurar su liberación.
La Cancillería de Venezuela indicó en un comunicado: “Venezuela rechaza enérgicamente la detención ilegal y arbitraria del funcionario diplomático venezolano, portador de pasaporte que lo acredita como tal”. Sucedía que el Pollo Carvajal había sido nombrado cónsul general de Venezuela en Aruba, estado autónomo del Reino de Holanda, pero al momento de su detención no tenía la credencial del país europeo que le otorgaba inmunidad ante la justicia internacional.
Era tal el miedo de que la justicia estadounidense juzgara al Pollo que Nicolás Maduro movió cielo y tierra para evitarlo. La presidenta Cristina Kirchner (2007-2015) fue el salvoconducto. Intercedió ante la reina Máxima de los Países Bajos, nacida en Argentina, para que la monarquía constitucional aceptará las credenciales de cónsul del militar detenido. Eso le concedía la inmunidad necesaria para dejar sin efecto la extradición a Estados Unidos.
Otra vez se volvía a salvar la cúpula del Estado mafioso bolivariano. En esa ocasión el Cartel de los Soles y las FARC. Y la justicia estadounidense se quedaba nuevamente con las manos vacías. Un resultado que protegió también los acuerdos de paz entre el gobierno de Santos y la organización guerrillera liderada por alias Timochenko (2012-2016).
Si el Turco hubiese develado a la justicia estadounidense los secretos de la red narcotraficante del régimen de Chávez y el Pollo las interconexiones de la cadena de negocio de la cocaína, desde los laboratorios hasta el lavado del dinero, Venezuela sería otra nación.
Ahora, el colombiano Saab podría develar el diagrama de relaciones internacionales y la ingeniería financiera de los negocios ilícitos (alimentos, oro, coltán, petróleo, gasolina y el lavado de dinero de la corrupción y el narcotráfico) de la empresa criminal del Estado mafioso bolivariano. Lo que pondría en jaque a Maduro y su banda, y un game changer en el devenir político de Venezuela.
El Estado mafioso ha intentado mover rápido sus fichas, como lo hizo en el caso del Pollo Carvajal. Argumenta que Saab es un funcionario venezolano en labores humanitarias y que, por ende, cuenta con inmunidad diplomática. Esta vez está operando con Rusia, Cuba, China, España, hasta Portugal para lograr su liberación.
El dicho popular dice «a la tercera va la vencida». Ojalá sea esta la ocasión. Y no la tercera vez en la que la justicia estadounidense se quede con las manos vacías.
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