El atleta deber ser muy ágil y, para ello, le toca entrenar mucho y estar en excelente condición física si quiere imponerse sobre los demás competidores y ubicarse en los primeros puestos del ranking, preferiblemente ser el número 1 de su disciplina. Aparte del indiscutible compromiso consigo mismo y con el deporte que practica, la recompensa no es para nada desdeñable: reconocimiento mundial y jugosos e incentivos económicos. A todas luces, una relación ganar-ganar.
A las empresas les toca hacer lo mismo. Me refiero a que también deben ser ágiles, solo que el concepto difiere un poco al que se emplea en el mundo deportivo, pero el fin puede resultar similar: ganar. ¿Cómo? Posicionando sus marcas y productos en el mercado por encima de la competencia, incluso en condiciones desfavorables.
De manera que la agilidad de una compañía ocurre cuando prospera ante las adversidades e incluso presionada se fortalece y sigue aún más competitiva. Ser ágil significa, entonces, tener la capacidad para renovarse, adaptarse rápidamente y lograr el éxito en un ambiente que cambia con mucha rapidez y que a veces es incierto y hasta turbulento.
De hecho, ya tenemos experiencia de sobra con contingencias inesperadas. Así que las empresas deben valerse de lo aprendido para ser ágiles y enfrentar los niveles actuales de incertidumbre, ambigüedad y volatilidad en que vivimos.
Inicialmente, la agilidad vinculada a las compañías se asociaba directa y casi únicamente con áreas como las de Recurso Humanos. Sin embargo, el término “ágil” se abrió camino y ahora se asocia también con funciones que van desde el desarrollo del producto hasta la fabricación y comercialización. Cada vez conquista más espacio.
Sin embargo, la agilidad empresarial no surge de la noche a la mañana. Convertirse en una empresa ágil es un proceso y lleva tiempo. Lo ideal es que suceda de forma orgánica, es decir, como una consecuencia de necesidades que van surgiendo y se van absorbiendo y que la implementación de procedimientos ágiles constituya un medio para que la empresa tenga un mayor rendimiento.
La agilidad en una compañía tiene que ver con trabajar de forma más inteligente y de generar más valor. Allí intervienen aspectos que considero cruciales y que están directamente relacionados con la agilidad empresarial: dinamismo flexibilidad, rapidez, adaptación y estabilidad.
Es importante tener un punto sólido mientras que el resto de la compañía se modifica para responder rápida y oportunamente a los cambios y aún beneficiarse de ello.
Así que dado los tiempos que corren ser ágil pasó a ser determinante para la supervivencia de las empresas. Les toca ser ágiles y punto.
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