Los viejos y potentes vehículos de alto consumo que abundan en las calles de Venezuela empiezan a ser un problema para sus propietarios, que ven como el significativo aumento del precio de la gasolina, casi gratis hasta hace unos días, los obliga a renunciar a la magia y el romanticismo de tener en su poder la belleza de las cuatro ruedas de antaño.
«Consume más que la mayoría de los carros nuevos, que son de 4 cilindros, más livianos», dijo a Efe el electricista Miguel Rodríguez sobre su viejo Dodge Dart GT de 1973, un pesado aparato que ha permanecido aparcado desde que la gasolina subió de precio a finales de mayo en Venezuela.
El vehículo monta un enorme motor de 8 cilindros, capaz de empujar sin esfuerzo la pesada carrocería del Valiant, como también se le conoce a este modelo que salió por primera vez de las ensambladoras en Estados Unidos a mediados de la década de 1960.
«Obviamente el consumo es el doble, el doble de lo que consume un carro normal, de los más nuevos», añade Rodríguez sobre su auto, un bien necesario en Venezuela después de que el transporte público colapsara tres años atrás.
¿La gasolina más barata del mundo?
Los venezolanos tuvieron por décadas la gasolina más barata del mundo.
El carburante en el país, donde tienen asiento las mayores reservas probadas de petróleo en el planeta, se vendía con un subsidio tan fuerte que apenas un dólar bastó siempre para dar gasolina a varios vehículos.
Pero cuando el país entró en un escenario de hiperinflación a finales de 2017 y el régimen de Nicolás Maduro evitó hacer ajustes de su precio, la gasolina en Venezuela pasó a ser prácticamente regalada.
En mayo pasado, solo un dólar cambiado a la tasa oficial del Banco Central de Venezuela servía para repostar 828.000.000 de vehículos medianos, un fenómeno que estimulaba el contrabando de un carburante que el país importa desde hace años en vista de la inoperatividad de sus refinerías.
La gasolina barata también estimulaba a muchos a usar sus viejos vehículos de grandes motores, una postal que aún suele ser vista en todas las calles del país, aunque cada vez menos.
Recuerdos de una época de bonanza
Estos viejos vehículos son en su mayoría de los años 1970 y 1980, cuando Venezuela experimentó un gran crecimiento económico después de nacionalizar la industria petrolera.
De aquella época sobreviven modelos de autos familiares de fabricantes estadounidenses como Ford y Chevrolet, pero también de todoterreno asiáticos, a los que los venezolanos se aficionaron porque el gasto en combustible nunca supuso un problema.
Pero a comienzos de mes, entró en vigor un incremento de los precios de la gasolina y un nuevo esquema de suministro, justo cuando los venezolanos padecían una escasez de combustibles que duró semanas.
Ahora, los venezolanos podrán repostar hasta 120 litros subsidiados cada mes por menos de un dólar en total, pero después de este consumo cada litro adicional se venderá por 0,50 dólares.
«Los 120 litros subsidiados me los gasto rápido, y para pagarlo (el reposte) en dólares eso es embuste, eso es mentira, obviamente, eso va a repercutir en que no voy a usar el carro como antes», dijo Rodríguez sobre su viejo Valiant.
Como alternativas de ahorro, el hombre de 38 años de edad, y cuyos ingresos rondan los 200 dólares mensuales, dijo que caminará o usará una bicicleta que habilitó hace semanas, cuando la escasez de carburante golpeó con fuerza y le mantuvo durante días esperando por el suministro en los alrededores de una gasolinera.
«La gasolina era regalada aquí, y de verdad que nunca me preocupé por eso», apuntó.
Sin acceso a dólares
A varios kilómetros de la casa de Rodríguez, en la calurosa ciudad de Guatire, cercana a Caracas, su padre Luis mira con resignación su antiguo Ford Mustang de 1983, un auto que apenas ha usado desde que la pandemia del nuevo coronavirus y la escasez de gasolina se juntaron a mediados de marzo pasado.
«Para mí es imposible», dijo sobre pagar la gasolina en la moneda estadounidense, una divisa que se ha hecho común para todo tipo de transacciones comerciales en Venezuela. «Yo no tengo acceso a dólares», agregó.
Luis, un pensionista de 66 años, es una de las cerca de 7 millones de personas en Venezuela —entre trabajadores públicos y pensionistas— que perciben el ingreso mínimo, menor a los a 2 dólares mensuales.
Para subsistir, continúa haciendo los mismos trabajos que hacía en su juventud: fontanería, albañilería, mecánica automotriz y reparación de artefactos eléctricos.
Pero por muchos de estos trabajos apenas percibe ingresos. Por reparar una licuadora cobra unos 50.000 bolívares, o un cuarto de dólar, por algún encargo de albañilería un poco más, pero estos no son comunes desde hace meses.
Con todo, no cree que en el futuro próximo vaya a vender su viejo auto, que exhibe en la desvencijada carrocería las huellas de innumerables batallas en la carretera.
«Es un carro que no te pide ni pistonea (falla), ni nada, cargado de herramientas este carro va y viene. Pero consume mucho, típico de un 8 cilindros», lamentó.
Sin opciones de cambio
Si en las calles de Venezuela los autos viejos son comunes, los nuevos son una rareza y no se hallan en concesionarios ni se compran a crédito, como en buena parte del mundo.
La mayoría de los vehículos del parque automotor venezolano son de la primera década de 2000, cuando las ensambladoras locales comenzaron a sufrir problemas relacionados con la crisis y las importaciones cayeron.
Aunque no hay cifras recientes, los medios locales señalaron en enero pasado, citando datos de la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotrices (Favenpa), que en todo 2019 se produjeron apenas 459 vehículos en el país.
La Cámara Automotriz de Venezuela (Cavenez), que agrupa a los ensambladores privados, no respondió un correo electrónico de Efe para conocer detalles actuales del mercado de autos nuevos, que ahora algunos venezolanos pagan de contado e importan desde varios países.
Con esta realidad, a los dueños de viejos autos en Venezuela se les hace casi imposible adquirir unidades modernas y más eficientes, adaptadas a las nuevos patrones de consumo de gasolina que, ante los nuevos precios, comenzarán a regir en el país.
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