A inicios de 2020 la oposición venezolana se puso al frente a un ejercicio serio de poder, de táctica, no solo de activismo como desde hace años se venía observando. Y es que en el terreno político ya no se limitan a los acostumbrados actos de movilización ciudadana (las marchas) y eso por un elemento que se ha sumado a la grave situación que viene arrastrando Venezuela: la pandemia.
La política nacional puso su foco en factores externos, en lo que ocurre en el Caribe entre barcos de Estados Unidos y buques iraníes, en las opiniones especulativas de las llamadas telefónicas de Putin y Trump, en los aportes que hace China en función de nuestro oro, pero preocupante y tristemente no hay una acción visible que nos transmita confianza a los venezolanos.
¿Qué está pasando dentro de Venezuela a nivel político?
Recientemente reapareció Guaidó en una cola para surtir gasolina, instando a la gente a que había que “rebelarse”. ¿Rebelarse contra quién? ¿Con quién se pactó hace pocos días que la Organización Panamericana de la Salud actúe en Venezuela? Es contradictorio, el mensaje se desvirtúa cuando se ponen en el mismo plano las acciones de “rebelarse» y «asumir acuerdos”, se difumina la comunicación y es muy complejo para los ciudadanos entender el propósito que persigue el interinato. Guaidó también agregó: “Maduro, eres la nada y sigue el desastre. Nadie se acostumbra. Nos van a encontrar en la calle”. Ante esto cabe preguntarse, procedimentalmente ¿cuál es la ruta? ¿Rebelarse primero y pactar después; o pactar y luego rebelarse? Porque sea cual sea el orden, el resultado sería precisamente la nada.
Ante este acuerdo que se ha consumado entre régimen y oposición para atender la situación de pandemia con apoyo de la Organización Panamericana de la Salud, cabe debatir si esto es favorable o no a la situación política que atraviesa el país. Este pacto pudo haberse celebrado antes y evitarse muchas de las desgracias, al asumirse medidas para proteger a los venezolanos; de hecho, estamos muy claros de que el virus no es la primera preocupación en nuestro país. ¿Por qué no se firmó antes este pacto, si es que de verdad están preocupados por la salud? Es sencillo, porque hace poco más de un año el norte era el cese de la usurpación, el remedio para salir de la tragedia; pero ahora este medicamento ya no se percibe cercano por la clase política, los recursos están y hay que hacer algo con ellos, buscar al menos la forma de que sea como sea se note que algo se está haciendo por la gente, y si para ello es necesario pactar… lo harán.
Este pacto es un hecho valioso para atender la situación, bien hay que decirlo, pero lo que hay que poner en revisión es ¿dónde están los elementos de coacción? ¿Qué hace que el régimen “flexibilice”? A quien se le atribuye el haber impedido la entrada de la ayuda humanitaria en 2019 y haber quemado esas toneladas de insumos médicos, ahora pacta para que entre ayuda. En este sentido, cabe creer que las gestiones con la Organización Panamericana de la Salud, además de ser positivas para los venezolanos que mucho necesitan que el país autorice el apoyo médico y la entrada de insumos, favorece mucho al régimen. Pues ya sabemos que estos no van a hacer nada, ni van a permitir flexibilizaciones que no les favorezcan.
Ha quedado demostrado ahora que el interinato y sus representantes están dispuestos a pactar para salvar vidas, y eso -reitero- es “positivo”. Lo que preocupa ahora es la normalización de las situaciones:
A muchos ciudadanos ya no les importa tanto si la ayuda viene del interinato o del régimen, lo que quieren es solución a sus problemas, ya esa pugna está por debajo de los instintos de supervivencia, y esta realidad en términos políticos no es favorable para quienes buscan asumir el poder desde la constitucionalidad.
¿Este pacto favorece a los venezolanos? De ser favorable, realmente ¿de quién es el acierto?
Esta especie de acercamientos se produce en un año de cuestionable legitimidad para la AN, la presencia de desaciertos para quienes representan el primer ápice de transición, y en un mes en el que aparece nuevamente el espíritu electoral en el debate, sin cese de la usurpación, sin muchas alternativas para terminar positivamente este 2020, y con las elecciones previstas en la Constitución.
Después de año y medio de la proclamación de Juan Guaidó como presidente encargado; en Venezuela lo que se percibe es el cese de la transición, abriendo paso a los acuerdos entre régimen e interinato. Ante estas realidades es indispensable que los sectores democráticos vayan a un proceso de recomposición interno y externo; y de revisión en cuanto al mensaje a los venezolanos, articulando dichas palabras con la coherencia de las acciones.
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