Del cúmulo de fatalidades que estamos viviendo, podemos elegir una, la hiperinflación y su efecto sobre la moneda, para tener una idea parcial, pero no menos terrorífica, del desastre generalizado que ha significado la permanencia, por tanto tiempo, de un régimen que ha destruido la democracia, arruinado al país y quebrantado la Constitución para mantenerse en el poder en contra del sentir nacional.
En 2007 Chávez suprimió 3 ceros al valor facial del bolívar para facilitar las operaciones comerciales que se transaban con esa divisa, muy devaluada entonces por la inflación acumulada de los años anteriores. Al nuevo bolívar “repotenciado” Chávez lo llamó “soberano”. Posteriormente Maduro, en 2018, le restó 5 ceros más al bolívar para compensar la hiperinflación que había pulverizado al “soberano” (solo para ese año la hiperinflación alcanzó la asombrosa cifra de 1.370.000%). Maduro le puso el nombre de “bolívar fuerte”. Actualmente la gente en la calle, sin darle ningún nombre, le ha quitado 3 ceros más al bolívar. Cuando dice que algo vale, por ejemplo, 300 bolívares, quiere decir realmente que vale 300.000.
Esas tres devaluaciones totalizan once ceros restados sucesivamente al valor facial del signo monetario nacional. Con base en el bolívar que Chávez heredó de la mal llamada “cuarta república” en enero de 1999, estamos hablando de una devaluación acumulada de 100.000.000.000%, es decir, la unidad con 11 ceros a la izquierda. Esa cifra se expresa, matemáticamente, con el número 10 elevado a la décima potencia (diez a la diez). Si queremos expresarlo de manera más simple, diremos que un bolívar de 1999, cuando Chávez llegó al poder, equivale hoy en día a 100.000 millones de bolívares actuales. Esto parece una fantasía, un delirio, pero es tan cierto como que nuestros ahorros y pensiones (aumentadas varias veces en el transcurso de estos últimos años) se han diluido como la sal en el agua.
Otra manera de presentar el tema tratado es comparar las equivalencias del bolívar con respecto al dólar en 1999 y en la actualidad. En enero de 1999 el dólar se cotizaba en 573,90 bolívares, hoy en día (24 de mayo de 2020), el dólar paralelo, el que circula en la calle, vale 200.000 bolívares, es decir, 348,5 veces más alto. Eso significa que una persona que en enero de 1999 devengaba un sueldo de 750.000 bolívares (un profesor universitario titular, por ejemplo) disponía de un equivalente de 1.307 dólares mensuales. Hoy, esa misma persona, para obtener un ingreso igual en dólares, necesita un sueldo mensual de 261,4 millones de bolívares. ¡Una utopía! En realidad, esa persona, ese profesor universitario, gana hoy, cuando mucho, unos 10 a 12 dólares mensuales.
Lo expuesto anteriormente no tiene parangón con nada conocido en la historia moderna. Ni siquiera la hiperinflación alemana posterior a la Primera Guerra Mundial, que tuvo fama de monumental, llegó a esos niveles. En la actualidad, cuando la inflación ha sido controlada en la gran mayoría de los países, la hiperinflación venezolana resulta un grotesco anacronismo y revela, por sí solo, la absoluta incapacidad del régimen. Si al problema analizado sumamos el resto de las acciones demoledoras que el chavismo ha realizado en todos los órdenes de la vida nacional, obtenemos la visión completa y dantesca del fracaso absoluto del régimen. Por eso resulta insólita y difícilmente comprensible la permanencia en el poder por tanto tiempo de un sistema político que, además de totalitario y despótico, ha sido completamente ineficiente y destructor.
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