Filippo Grandi, alto comisionado de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, dijo que el principal problema de los venezolanos es la pobreza y advirtió de que la crisis en el país se está agudizando a causa del empobrecimiento que sufre toda Latinoamérica.
El diplomático italiano alertó en una entrevista concedida a EFE que el covid-19 agudiza la tendencia e insistió en su deseo de continuar colaborando con las autoridades venezolanas y el resto de países de la región para asistir tanto a los que han huido en busca de asilo y refugio como a los que ha regresado o los que permanecen en el país.
—Usted participó este martes en una conferencia de donantes organizada por España y la Unión Europea. ¿Cuál ha sido el balance?
—Ha sido una reunión muy satisfactoria, por diversas razones. Primero, por el volumen de la contribución conseguida, cercana a los 2.500 millones de euros, en un momento como este, con la pandemia de covid-19, que ha causado problemas económicos en todo el mundo. En segundo lugar, porque la cuestión de la crisis migratoria en Venezuela estaba olvidada por los medios de comunicación, devaluada, y era muy poco conocida más allá de las fronteras de la región latinoamericana. Eso hacía que hasta hoy nuestro programa hubiera logrado menos de 10% de lo presupuestado y ahora estamos en torno a 50%, lo que es, digamos, bueno. Y tercero porque ha sido una conferencia global. Es verdad que Europa y España la han liderado, tengo que darle las gracias a ellos de verdad, pero hemos recibido también contribuciones de Japón, Corea del Sur e incluso Estados Unidos, lo que es muy significativo.
—El pasado 24 de mayo Nicolás Maduro tildó a la Acnur de cobardes y bandidos y los acusó de cerrar los ojos frente a Venezuela y de estar al servicio de Estados Unidos. ¿Algún comentario?
—He sido acusado por muchos gobiernos de actuar por razones políticas y yo solo tengo mis palabras. Y mis palabras son que somos una organización humanitaria. Lo hacemos porque creemos que la gente que ha huido de Venezuela necesita ayuda y que los países que los acogen necesitan ayuda. Estamos respondiendo a ese llamamiento. He discutido muchas veces con el gobierno de Venezuela y siempre me dicen: ayuden a nuestra gente, incluso a los que están fuera. Así que hacemos lo que quieren que hagamos.
—El gobierno venezolano insiste en que, en realidad, la gente está empezando a regresar.
—Acerca de la gente que regresa, tengo que decir dos cosas: si la gente regresa de forma voluntaria, por elección propia, tenemos que ayudarlos, como ayudamos a cualquiera que desee retornar a su país en cualquier lugar del mundo. Pero debemos tener en consideración que estamos en tiempos de covid-19. El movimiento descontrolado de personas es peligroso. Y debemos evitar que cualquier tipo de desplazamiento ayude a expandir la pandemia. Eso ni interesa a Venezuela ni a ningún otro país de la zona. Segundo, si la gente regresa por desesperanza, por desesperación total, no es una buena razón para volver. Debemos encontrar las soluciones en los países en los que se encuentran. Si vuelven porque tienen hambre, porque no tienen dinero, debemos solucionar esos problemas humanitarios allí. Y que puedan volver si quieren hacerlo, pero no por desesperación.
—¿Cree que ha influido la pandemia en las medidas adoptadas por los países de acogida para frenarla?
—Hemos visto alguna discriminación, alguna estigmatización. Y las pandemias siempre aumentan este fenómeno, ha sido siempre así, a lo largo de la historia de la humanidad. Debemos ser muy cautos con esto. No creo que sea esa la razón para que la gente regrese. Yo creo que tiene que ver más con la pobreza. La emergencia ahora es en realidad una emergencia por la pobreza en esta región. Para toda la población pobre, no solo los refugiados y solicitantes de asilo. Para los estratos pobres de Colombia, Ecuador, todos estos países que están siendo golpeados por la falta de empleo. ¿Qué es lo que hace la mayoría de los refugiados y migrantes? Pequeños negocios o trabajos en la construcción o en el servicio doméstico. Y esos son los primeros trabajos que desaparecen con el confinamiento. No solo en Latinoamérica, lo vemos en Europa, en Estados Unidos. Toda esta gente, cuando no tiene trabajo, siente algo más de hostilidad y se desesperan y deciden regresar. Y quizá no tienen en cuenta todos los riesgos de esta decisión, riesgos sanitarios, pero también que se puede pasar cuando regresan, así que es necesario que esa decisión sea más equilibrada.
—Existe controversia en las cifras. ¿Cuántas personas han emigrado y cuántas han regresado?
—No tenemos estadísticas sobre cuántos han regresado, es difícil de saber porque algunos han optado por formas irregulares de cruzar, especialmente a Colombia, así que no tenemos una visión totalmente clara. Se habla desde 20.000 a 50.000. También tenemos lo que se llaman pendulares. Pero si lo comparamos con esa cifra fiable que tenemos de unos 4,5 millones de venezolanos en esa región, incluso la estimación más alta es aún un cifra muy pequeña.
—¿Cuál es en su opinión, ahora, el mayor problema?
—La pobreza, la pobreza; insisto, es el mayor problema. Los venezolanos también sufren la pandemia desde el punto de vista sanitario, como todos los demás. Pero por lo que realmente están sufriendo es por la economía y espero de verdad que los recursos logrados en esta conferencia puedan ayudar. A corto plazo para darles un poco de dinero para que sobrevivan y puedan tener una vida más estable. La conferencia no solo tenía una vertiente humanitaria, también financiera, y esperamos que sirva para que los países fortalezcan sus redes asistenciales y no solo puedan proteger a sus ciudadanos, si no también a los venezolanos. Así que es un mezcla entre el corto plazo, humanitario, que la gente pueda tener dinero rápido, que no deban esperar seis meses, un año; pero también debemos mirar hacia la sostenibilidad. Si la crisis continua, y creo que va a continuar durante un tiempo, debemos garantizar que también puedan acceder a las redes de protección social en los países de acogida y esto solo es posible con ayuda de las grandes instituciones financieras internacionales.
—¿Y la solución?
—La mejor solución es que las personas puedan volver a casa y cuando hablamos con los venezolanos en la región, la mayoría quiere regresar a casa. No puedo saber cuánto tiempo se va a necesitar para mejorar la situación en Venezuela, para encontrar una solución política no violenta que le permita recuperar el camino. No podemos saberlo, ha sido muy difícil en los últimos dos años acceder allí, así que desgraciadamente tenemos que hacer planes a medio plazo y dar a los países de acogida los recursos necesarios para absorber a los venezolanos. En Chile, que está muy lejos, hay 400.000 venezolanos. Y Chile tenía una buena economía antes de esta crisis, era capaz de absorber y dar trabajo a toda esta gente. El problema es que ahora la covid-19 está creando una crisis económica en países que tenían una mejor situación. Y eso hace que sea más difícil para ellos optar por la inclusión. Por eso tuvimos esta reunión, para tratar de equilibrar esto.
—¿Existe algún tipo de cooperación con el gobierno de Maduro?
—Las agencias de Naciones Unidas están presentes en Venezuela, incluida la Acnur; trabajamos con todo el mundo allí y continuaremos trabajando para tener acceso a la gente que necesita ayuda, pero desde un punto de vista totalmente apolítico. No estoy interesado en política, no es mi trabajo, mi trabajo es ayudar a la gente necesitada esté donde esté. Esta conferencia estaba diseñada para los venezolanos que están fuera de Venezuela, pero numerosos donantes han pedido que los fondos se usen también en el interior de Venezuela, con la gente que necesite ayuda humanitaria. Y eso incluye a la gente que ha regresado, si lo necesita. Así que trabajaremos con los donantes y con las autoridades venezolanas para que si hay dinero para los venezolanos en Venezuela se la hagamos llegar.
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