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La conexión iraní sería el beso de la muerte para Maduro

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Si damos por hecho que Nicolás Maduro y compañía han consumado la relación de “patrocinador activo de terrorismo” con la República Islámica de Irán, debemos interpretar su dependencia de esta última para el suministro de gasolina que evitaría la paralización del país como el “beso de la muerte” del régimen chavista.

Los veinte años de Chávez-Maduro en el poder han sido administrados por un régimen híbrido en el que han coexistido el Estado autoritario-competitivo (2002-2015), con el Estado fallido y el Estado mafioso que incluye el Estado narcotraficante.

Una arquitectura política que ha conducido a la demolición de la nación. Además, la crisis energética está apagando poco a poco a Venezuela. La continua privación de la libertad –disempowerment del individuo– por parte del régimen mafioso-opresor conduce el país a ser el más miserable del continente. Su naturaleza narcoautoritaria encarcela, agrede o asesina a los disidentes. Y en última instancia, los obligan a emigrar. La dupla venezolana del socialismo del siglo XXI ha convertido al país bolivariano en un eje del crimen organizado en la región a través de entidades complejas como la empresa criminal conjunta.

Cuba ha sido el ente rector para el establecimiento y consolidación de una parte fundamental del régimen híbrido, la dictadura. Ha transferido las mejores prácticas para el control social y represión de la población a través de grupos paramilitares conocidos como colectivos y la Guardia Nacional. Asimismo, las técnicas y herramientas de inteligencia y contrainteligencia para someter a la Fuerza Armada y los partidos políticos y dirigentes populares opositores a nivel de los barrios. Y, por último, su liderazgo para la ofensiva diplomática en los organismos multilaterales. A cambio, se lleva una parte de la riqueza venezolana: el petróleo y sus derivados, principalmente.

Mientras que el aspecto competitivo se ha montado con el aparato electoral en conchupancia con los aliados que ayudó en financiar para obtener la presidencia: Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador), Mel Zelaya (Honduras), Daniel Ortega (Nicaragua), Mauricio Funes -financiado por José Luis Merino (El Salvador), Desi Bouterse (Surinam),  Cristina Fernández de Kirchner (Argentina), y su socio Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil certificaban la legitimación de origen para mantener el poder. El otro elemento del Estado autoritario-competitivo.

Inicialmente, los nexos entre el Cartel de los Soles y las FARC fueron decisivos en el desarrollo del narcotráfico en Venezuela que con el tiempo condujo al establecimiento del Estado narcotraficante. El Cartel de los Soles tomo el control de muchas de las rutas que los colombianos habían manejado, con lo cual pasaron de proteger los cargamentos a comprar y vender, y negociar directamente con compradores internacionales, entre los que se destacaban los carteles mexicanos. Lo que convertía a Venezuela en uno de los principales centros del tráfico de cocaína en el mundo.

El Estado autoritario-competitivo incorporaba otra dimensión al régimen híbrido, el narcotraficante. Es decir, en Venezuela hay una narcodictadura.

Los informes del secretario general de la OEA, Luis Almagro; de la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, y la acusación del fiscal general de Estados Unidos, William Barr, así lo señalan.

Una praxis de este régimen híbrido es el saqueo de las arcas por parte de la élite bolivariana que ha contribuido al colapso económico y a la quiebra del país. En consecuencia, ha tenido que depender de los ingresos aportados por los actores que controlan las actividades ilícitas del contrabando de gasolina, narcotráfico, minería ilegal para mantenerse en el poder. Por lo que se ha visto obligado a delegar el poder estatal a actores irregulares armados que operan con autonomía en las distintas zonas del país, como el autodenominado Ejército de Liberación Nacional (ELN), los disidentes de las FARC y las megabandas. Lo cual da origen al Estado fallido.

La relación entre Estado narcotraficante y el Estado fallido ha degenerado en el estado mafioso que tomó a Venezuela. Además, la conexión con el autodenominado Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los disidentes de las FARC coloca al régimen de Maduro como un patrocinador activo del terrorismo.

El patrón de la dupla Chávez-Maduro ha sido huir hacia un Estado que le facilite seguir en el poder. Del democrático pasó al autoritarismo-competitivo. En este desarrolló el narcoestado. Después floreció el Estado fallido por la necesidad de recursos. Y, posteriormente, el Estado mafioso.

El patrocinio del terrorismo era a las FARC cuando Álvaro Uribe fue presidente de Colombia. La otra conexión con el terrorismo estuvo en la entrega de “pasaportes a grupos y personas proiraníes para promover actividades criminales contra varios países occidentales e incluso árabes de confesión sunitas”. Esta operación ocurrió bajo la autoridad de Tareck el Aissami. Además, Chávez ayudó a Mahmoud Ahmadinejad a evadir las sanciones impuestas por Estados Unidos a Irán por el enriquecimiento de uranio para el desarrollo de su energía atómica.

La crisis de la gasolina en Venezuela coloca al Estado autoritario-mafioso contra las cuerdas. El control social por parte de las fuerzas paramilitares podría estar comprometido. En una nueva huida para mantener el poder, recurre al régimen de los ayatolás para conseguir el combustible.

En una coyuntura geopolítica de Irán-Estados Unidos, el régimen de Maduro refuerza el relato antiamericano con la llegada de los tanqueros iraníes. El Aissami, ministro de Petróleo, busca relanzar la alianza con Irán. Lo que permitiría con el tiempo volver a “patrocinar actividades terroristas”.

La nueva huida podría ser el “beso de la muerte” de Maduro, como lo fue la visita de Fidel Castro a Salvador Allende en Chile.

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