Hogar
Vivo en esta ciudad, en este país despoblado,
avergonzado por sus propios fantasmas,
confinado a cuatro paredes hurañas.
Vivo en cuartos vacíos.
En habitaciones que a ratos se encogen
expulsando todo aquello
que hasta ayer me acompañaba.
Vivo en su centro como viven los moluscos,
babosos e invertebrados, cordializando
con la concha que los protege.
Doy rondas, tanteo su superficie,
hago trampas: intento horadarla
guardando la esperanza de encontrar
respiraderos al otro lado.
Pero soy de acá, este es mi hogar
y aunque me vaya, aunque me escape lejos,
este encierro siempre será mío.
Vivo como el cangrejo ermitaño,
como un decápodo errante,
refugiado en conchas vacías,
atrapado, impenitente, esperando
la bondad de alguna ola que me arrastre
o termine de ocultarme en la arena.
El emigrante
No es una línea,
un trazo hallado en el suelo.
Es una frontera que cruzas dentro de ti
y que al voltear
has convertido en muralla.
El viaje
a Alexis Romero
Cuando se inicia el viaje,
cuando verdaderamente comienza,
ya no se tiene memoria de la partida.
Ya no se sabe,
siquiera,
cuál era el destino previsto:
la posible travesía.
Pues todo viaje es también,
secretamente,
un pacto con el olvido.
Una forma de levar anclas,
de alejarse de las súplicas de los náufragos,
de aquellos lentos ahogados
que estuvieron en uno
y ahora yacen
en el fondo
lodoso
de nosotros mismos.
Vengo de un lugar
Vengo del loco ove tornar disio.
Dante Aliguieri
Vengo de un lugar que ya no existe.
Mi abuela acostumbraba contarnos
que a poco de llegara esos parajes,
al bajar la neblina de la tarde,
adormecida la luz insumisa,
se afantasmaba la mirada.
No sé si también mis hermanos
guarden esos recuerdos en las retinas.
Se me hace tan escabroso preguntarles
pues la vista no me alcanza para verlos
y lo poco que me dicen
en realidad me lo invento.
Sé que ese lugar no estuvo lejos,
es decir, existió antes de mis ensoñaciones.
Sin embargo, ¿cómo asentarlo?
¿Quién podría creerme a esta hora
si desapareció de los mapas sin darnos cuenta,
una noche, una noche muy larga
que nos tuvo a todos adormilados?
Yo sé que habité ese lugar,
lo juro, pues de allí vengo,
desde allá traje conmigo este cuaderno.
Yo sé que mi abuela existió
y me lo dijo, lo atestiguo en lo escrito,
ya tarde entre la bruma.
Retrato de una madre frente al mar
a Luis Cortest
Hijo, me dijeron que volverías.
Desde tu partida se ha marchitado
el viento, las mareas lucen distraídas.
Algunos, a esto lo llaman «calma»,
aunque yo, la verdad, no me hallo.
Dijiste: «En poco vuelvo, mamá,
voy tan solo por ciertos asuntos»
y nada más.
Mientras te espero
me he ido rodeando de cardonales.
Cuando les converso frente al sol
agonizante, se asombran y enmudecen:
pero igual, yo les hablo.
Sé que algo les queda,
un secreto que a su turno confesarán.
Hijo, ya las palmeras se mueven poco,
la brisa se ha ido acallando.
Por favor, no tardes.
*Los poemas aquí reproducidos pertenecen al libro Cartas de renuncia (Fundación La Poeteca, Caracas, 2020). Arturo Gutiérrez Plaza (1962) es poeta, ensayista y compilador. Ha sido reconocido con el Premio de Poesía de la Bienal Mariano Picón Salas (1995), el Premio Hispanoamericano de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz, y con el Premio Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana (2009).
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