Es como si alguien respirara sobre nuestra espalda. Así lo sentimos, de de ese modo se presentan las elecciones en Venezuela. No serán las presidenciales como todos los venezolanos aspiramos, tampoco habrá un sistema electoral transparente y menos aún tendremos un CNE con mayoría de rectores demócratas. Ya lo ha dicho Diosdado y al parecer son ellos son los que tienen la última palabra. Lo que sí ofrecen los chavistas son las parlamentarias porque están urgidos de retomar el control de la Asamblea Nacional, y si antes había dudas acerca de las posibilidades de la oposición en este escenario, ahora créanme que las expectativas de éxito son inevitablemente decepcionantes.
En este sentido lo que nos presenta el futuro inmediato es continuar con la parodia de democracia y su circo de focas, ahora instalado en la Asamblea Nacional. Es poco lo que se puede hacer para alterar esta realidad. En el pulso de fuerza que hemos tenido con el régimen de Maduro hemos usado estrategias al parecer poco inteligentes, como el proyecto de naturaleza independiente denominado Gedeón, que ha puesto en manos de criminales a decenas de compatriotas.
Adentrándonos un poco en la crítica general sobre este asunto, yo me pregunto: quién podría confiar siquiera un segundo de su tiempo en algún factor de la oposición para una intervención armada, tal como supuestamente se pretendió hacer, de acuerdo con lo que conocemos de los dimes y diretes entre los interpelados. Máxime cuando está más que confirmada su enorme incapacidad (de la oposición) de asumir este tipo de desafío, pese a que posiblemente, muy en el fondo de su alma, ellos saben que es la única solución para devolverle la democracia a su país; sin embargo, se repite la triste historia por todos conocidas de rebeldes capturados, muchos de ellos confesando en televisión e involucrando a los principales asesores de Guaidó.
No sabemos qué tanta verdad o mentira hay en todo esto. Luego agregamos a un pueblo atemorizado que prefiere soñar con una intervención de algún ejército extranjero antes que tomar él mismo la responsabilidad de rebelarse contra el tirano. Como dije, esa historia ya todos la conocemos muy bien con Oscar Pérez y su grupo, que terminaron solos, abandonados y asesinados, así que me pareció un infantilismo de parte de los operadores de Gedeón pretender lograr otro resultado con la misma estrategia. A otros con esta historia, pues buena parte de la sociedad venezolana ha decidido su destino, y como tal ahora tendrá su futuro cantado por adelantado, y sobre esto quiero conversar brevemente.
Próximamente habrá elecciones parlamentarias y Maduro espera grandes resultados, no imagino la cantidad de diputados que obtendrán, pero quiero anticiparles un aspecto que he denunciado con insistencia en el pasado. La primera estrategia del madurismo será ampliar el alcance de la táctica de migración de electores de sus centros tradicionales de votación, con la finalidad de imposibilitar el voto de la oposición: la idea es dificultarles el traslado, pero también alterar su estado psicológico al mudarlos a espacios sociológicamente vulnerables.
La segunda estrategia será intensificar el trabajo de los puntos rojos, de modo que pueden controlar la militancia; pero además mantener la propaganda y logística, ahora que comparativamente el escenario para ellos será mucho mejor porque la escasez de alimentos, bebidas, gasolina y los altos costos harán que solo ellos tengan asegurada logística para su militancia.
La tercera estrategia es el terror psicológico que aplicarán en sus áreas de influencia con los colectivos, los cuales operarán políticamente para sostenerles y garantizarles los votos.
La cuarta estrategia es el despliegue y uso de la maquinaria electoral a través de la plataforma de empleados públicos, lo que significa que Maduro puede obtener una base propia de votos de más de 4 millones de obreros y funcionarios que serán obligados a votar, pero además a participar en mesas como testigos electorales. Esto le brindará presencia activa y efectiva en todas las mesas electorales, muchas de ellas fabricadas con el propósito de agotar la capacidad de miembros de mesa de la oposición.
La quinta estrategia es usar a su favor la migración venezolana. Los maduristas sacarán provecho de la ausencia de más de 4 millones de venezolanos que están el exilio al no existir un padrón electoral de migrantes, ni hay forma de obtenerlo en más de 50 países que desconocen el régimen de Maduro, donde está la mayoría de los expatriados venezolanos. Por lo tanto, no habrá forma de generar un censo porque son los maduristas los que realizarán las elecciones.
La sexta estrategia es promover la abstención en la oposición, que será muy probablemente mayor que en otras ocasiones debido a muchos factores: cientos de miles de personas han muerto en el país debido a la crisis hospitalaria, lo que hemos denominado el “genocidio venezolano”; hay un incesante ataque psicológico a la población promovido desde los medios bajo dominio del régimen; y las críticas a la gestión de Guaidó, es de todos conocido que buena parte de la oposición venezolana es consumidora de información en las redes sociales, un ambiente en el cual el régimen de Maduro tiene miles de operarios contratados para generar división, malestar, ruido, desesperanza y cualquier otro factor desestabilizador en el ánimo de los opositores.
La séptima estrategia es el uso de la estafa electrónica en el conteo de los votos en las mesas. Este proceso de manipulación de votos se presume que se realiza en un ambiente controlado, posiblemente en la Unidad de Control Electoral que está ubicada en la Universidad Bolivariana, un sitio donde la oposición no tiene forma de entrar y está bajo custodia militar, en el que solo tienen acceso los hackers y especialistas electrónicos del régimen. La idea de la estafa electrónica es brindarle a Maduro una ventaja de votos en el arranque posiblemente de 2-3 votos sobre un total de 10, la alteración se hace sobre las mesas que no se contabilizan en la verificación manual. Esta operación es vital para las victorias que se logran por margen estrecho, tal como ocurrió en las presidenciales de 2013, cuando Maduro le ganó a Capriles por menos de 200.000 votos. En la actualidad, dada las condiciones esperadas, la estafa electrónica será de mucha utilidad para los maduristas.
Y no me quiero terminar sin antes ofrecer una perspectiva positiva. Claro que hay forma de vencer el fraude electoral de Maduro, pero para ello la oposición requiere revertir los primeros seis factores que hacen posible las estrategias mencionadas. Así se hace inviable la ventaja de arranque del madurismo que le otorga la estafa electrónica, fue de ese modo que la oposición pudo ganar las parlamentarias en 2015. Pero, como ya les indiqué, las condiciones han cambiado por completo. En lo personal, a menos que se desarrolle un hecho histórico de naturaleza inesperada, podremos gestionar unas elecciones de un modo transparente, que incluso nos lleve al escenario electoral presidencial, que es el que necesitamos para remediar este desastre nacional al que nos ha llevado Maduro. En fin, a menos que nos sorprenda el destino, el escenario parlamentario futuro se nos pinta muy trágico, con alta probabilidad de cohabitación en minoría. Me despido y nos leeremos en una próxima ocasión.
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