Apóyanos

Cinco poemas de Ida Vitale

El noviembre pasado, Ida Vitale (Uruguay, 1923) ganó el Premio Cervantes. Esta distinción se suma a una trayectoria que incluye los premios Octavio Paz (2009), Alfonso Reyes (2014), Reina Sofía (2015), García Lorca (2016) y FIL (Feria Internacional del Libro de Guadalajara, 2018). Traductora, ensayista y poeta, es autora de más de 25 títulos de poesía

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Fortuna

Por años, disfrutar del error

y de su enmienda,

haber podido hablar, caminar libre,

no existir mutilada,

no entrar o sí en iglesias,

leer, oír la música querida,

ser en la noche un ser como en el día.

No ser casada en un negocio,

medida en cabras,

sufrir gobierno de parientes

o legal lapidación.

No desfilar ya nunca

y no admitir palabras

que pongan en la sangre

limaduras de hierro.

Descubrir por ti misma

otro ser no previsto

en el puente de la mirada.

Ser humano y mujer, ni más ni menos.

**

Estar solo

Un desventurado estar solo,

un venturoso al borde de uno mismo.

¿Qué menos? ¿Qué más sufres?

¿Qué rosa pides, solo olor y rosa,

solo tacto sutil, color y rosa,

sin ardua espina?

**

Gotas

¿Se hieren y se funden?

Acaban de dejar de ser la lluvia.

Traviesas en recreo,

gatitos de un reino transparente,

corren libres por vidrios y barandas,

umbrales de su limbo,

se siguen, se persiguen,

quizá van, de soledad a bodas,

a fundirse y amarse.

Trasueñan otra muerte.

**

Agosto, Santa Rosa

Una lluvia de un día puede no acabar nunca,

puede en gotas,

en hojas de amarilla tristeza

irnos cambiando el cielo todo, el aire,

en torva inundación la luz,

triste, en silencio y negra,

como un mirlo mojado.

Deshecha piel, deshecho cuerpo de agua

destrozándose en torre y pararrayos,

me sobreviene, se me viene sobre

mi altura tantas veces,

mojándome, mugiendo, compartiendo

mi ropa y mis zapatos,

también mi sola lágrima tan salida de madre.

Miro la tarde de hora en hora,

miro de buscarle la cara

con tierna proposición de acento,

miro de perderle pavor,

pero me da la espalda puesta ya a anochecer.

Miro todo tan malo, tan acérrimo y hosco.

¡Qué fácil desalmarse,

ser con muy buenos modos de piedra,

quedar sola, gritando como un árbol,

por cada rama temporal,

muriéndome de agosto!

**

Sumas

caballo y caballero son ya dos animales

Uno más uno, decimos. Y pensamos:

una manzana más una manzana,

un vaso más un vaso,

siempre cosas iguales.

Qué cambio cuando

uno más uno sea un puritano

más un gamelán,

un jazmín más un árabe,

una monja y un acantilado,

un canto y una máscara,

otra vez una guarnición y una doncella,

la esperanza de alguien

más el sueño de otro.

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