Luego del artículo sobre la teoría de las ventanas rotas, publicado el pasado 18 de abril, en esta columna, me permito comentar otro experimento del psicólogo y profesor estadounidense Philip Zimbardo. En 1971, el profesor Zimbardo llevó a cabo una investigación social para tratar de determinar el efecto psicológico que ejercía la percepción del poder y la influencia de las funciones otorgadas a los individuos por determinadas situaciones. En este experimento, el profesor se basó en las relaciones y problemas entre prisioneros y guardias de prisiones. De igual manera, cómo las funciones sociales alentaban a las personas a comportarse de una forma determinada, independientemente de su carácter individual.
El experimento del profesor Zimbardo nos ofrecería una explicación de por qué salir del régimen que secuestró el gobierno de Venezuela se ha convertido, hasta ahora, en una aspiración infructuosa. Es necesario advertir, como todos los fenómenos que tratan de explicar las ciencias sociales y humanas, que solo se trata de una aproximación. Así, en el siguiente ejercicio no sería considerada la totalidad de los factores que intervienen en la situación, pero no por ello el experimento y su aplicación al modelo venezolano es despreciable.
Para llevar a cabo la investigación, el profesor seleccionó veinticuatro participantes voluntarios. Hombres de clase media, sin antecedentes criminales y cuyas evaluaciones indicaban estabilidad psicológica y emocional. Estos participantes fueron divididos de forma aleatoria entre prisioneros (ciudadanía venezolana) y guardias de prisión (régimen). Sin embargo, los participantes no fueron informados de que la selección había sido decidida de manera aleatoria (establezcamos que los líderes del régimen asumieron, por sí mismos, que su poder era eterno e ilimitado), lo cual les causaba la sensación de haber sido elegidos dadas características especiales, condicionando así el comportamiento de los individuos durante el experimento. Por su parte, el profesor Zimbardo se asignó la función de superintendente de la prisión (supongamos que se trata de la conciencia colectiva de Venezuela).
Tras explicar las instrucciones a los participantes, el experimento se puso en marcha. El profesor Zimbardo trataba de inducir la desorientación y falta de individualidad de los voluntarios (recordemos que el profesor es la conciencia colectiva). A los doce hombres que representaban los guardias de prisiones se les explicó que no podían llevar a cabo daño físico a los prisioneros, pero sí tratar de despojarles de su individualidad (los esfuerzos del régimen por crear un modelo de gobierno populista, una Constitución desarraigada de nuestra historia y establecer un supuesto socialismo del siglo XXI, con el objeto era crear el hombre nuevo).
El profesor Zimbardo informaba así a los guardias: “Pueden crear en los prisioneros sentimientos de frustración, una sensación de miedo hasta cierto grado, una noción de arbitrariedad en la que sus vidas están totalmente controladas por nosotros y por el sistema, en la que ellos no tienen privacidad. Vamos a despojarlos de su individualidad de diferentes maneras. En general, todo esto lleva a una sensación de falta de poder. En esta situación, nosotros tendremos todo el poder y ellos no tendrán ninguno” (la conciencia colectiva permitió y hasta justificó la necesidad de un régimen que ha tratado de borrar lo que éramos y lo que habíamos construido antes de la llegada al poder del entonces presidente Hugo Chávez).
Los guardias fueron preparados para representar con veracidad su función. Por su parte, los prisioneros fueron arrestados desde sus casas y se les confinó por grupos de tres personas en pequeñas celdas. Al mismo tiempo, fueron despojados de sus pertenencias y les fue otorgado un uniforme, el cual portaba un número de identificación por el cual serían nombrados.
Las funciones fueron adoptadas con rapidez, especialmente por los guardias. Algunos guardias comenzaron a asediar a los prisioneros y a ejercer su autoridad. También, los prisioneros tomaban en serio las reglas e incluso algunos (entiéndase Claudio Fermín, Luis Parra, Henri Falcón, los bolichicos, los enchufados, así como los militares traidores o cómplices) se posicionaban al lado de los guardias cuando otros prisioneros no obedecían.
En pocos días, los prisioneros fueron deshumanizados bajo el hostigamiento de los guardias, desde insultos hasta castigos físicos (en nuestro modelo serían: fatales medidas económicas, privación de servicios básicos, corrupción generalizada, sistemáticas violaciones de los derechos humanos, anulación de cualquier participación política que no coincida con la línea del régimen).
Los prisioneros comenzaron a rebelarse y se atrincheraron en sus celdas. Los guardias solicitaron refuerzos a la estación de policía más cercana (puede tratarse de Cuba, Rusia, Irán, o de organizaciones terroristas y criminales que hoy día operan libremente en el país) y reprimieron el motín con el uso de extintores de fuego. Los precursores de la rebelión fueron aislados (a la fecha se registran 347 presos políticos en Venezuela[1], pero especialmente existe un número incalculable de venezolanos que se vieron obligados a autoexpatriarse), mientras que los menos involucrados tuvieron privilegios como lavarse los dientes (lamentablemente, en este grupo podemos incluir a la ciudadanía que aún se mantiene en Venezuela, no menos interesada en la salida del régimen, no menos afectada por la crisis, pero ciudadanía que solo quiere vivir*).
Solo unos días después de comenzar el experimento la situación estaba decidida, los guardias tenían el control y lo mostraban con desprecio a los prisioneros. Por su parte, los prisioneros se sentían deshumanizados y dependientes de los guardias, tratando de complacerlos dando información de otros prisioneros y convirtiéndose en individuos sumisos. El ciclo continuaba así, mientras más sumisos eran los prisioneros, más exigentes y agresivos se mostraban los guardias (a grandes rasgos, así ha funcionado la dinámica en la clase política y en la institucionalidad militar venezolana en los últimos años, lo cual evidencia la razón de la crisis actual).
Los prisioneros comenzaron a presentar problemas emocionales y físicos. Incluso, uno de ellos inició una huelga de hambre. Un experimento que se había planificado para completarse en 15 días tuvo que ser suspendido al sexto día. La interiorización de las funciones fue tan profunda que en 6 días fue posible evidenciar la colectivización de las reacciones, la dominación de un grupo sobre otro y lo peor, la sumisión ante el poder.
¿Cómo terminó el experimento?
Previamente, había sido planificada una entrevista a los participantes a cargo de la psicóloga Christina Maslach, hasta entonces no implicada directamente en el experimento (en nuestro modelo de estudio sería el grupo de países y organizaciones internacionales que alertan de la grave situación que se vive en Venezuela). Una semana después de iniciar el experimento (lamentablemente, el régimen tuvo la habilidad de engañar a la opinión pública internacional durante años, sumado a la “moral” internacional que impide intervenir en los asuntos internos de un país sin su consentimiento), la especialista observó a los participantes, se percató de los abusos que los guardias estaban cometiendo y reportó la inmoralidad del experimento. De inmediato, el profesor Zimbardo dio por finalizada la investigación. Años más tarde, el propio profesor admitiría haberse involucrado tanto en el papel de superintendente de la prisión que no era consciente de los límites a los que llegaba el experimento.
¿Hasta qué punto la conciencia colectiva de Venezuela, personificada por el profesor Zimbardo, obviará las indicaciones de la psicóloga Maslach? Muchos apuestan a que una intervención militar extranjera solucionaría la crisis del país y tal como he indicado antes, la salida del régimen es de imperiosa necesidad para iniciar cualquier reconstrucción. Lo anterior no tiene discusión, el régimen o los guardias que transformaron el país en un centro penitenciario deben salir. Por supuesto, habrá consecuencias que asumir, pero la salida del régimen no tendrá el impacto de las acciones que impone el régimen a la ciudadanía, al contrario, habrá beneficios para el país.
El profesor Zimbardo obedeció inmediatamente la recomendación de la especialista, pero fue necesario esperar más de 30 años para que reconociera públicamente su exceso. En nuestro caso, la aspiración de muchas personas es que la salida del régimen conduzca al establecimiento de un Estado de Derecho capaz de garantizar la protección de la ciudadanía. El deseo de una parte de la sociedad es que se establezca una cultura de la legalidad que reemplace la viveza criolla. ¿Será capaz el profesor Zimbardo de reconocer públicamente su error al lograr la salida de régimen? Porque si no es capaz Venezuela seguirá confinada en la misma penitenciaría, con guardias diferentes pero sujetos a las mismas instrucciones de un superintendente incapaz de establecer límites.
La conciencia colectiva debe valorar el esfuerzo y el mérito individual, y al mismo tiempo debe existir un equilibrio entre la individualidad y la identidad colectiva. En ningún caso, el colectivismo puede anular el emprendimiento individual y para ello debe existir un Estado con instituciones sólidas que garanticen la protección de la ciudadanía de forma incondicional, solo asegurar los derechos inalienables de cada persona.
Sin duda, el régimen tendrá su final, pero lo que resulta imposible de asegurar es cuándo la conciencia colectiva e individual de la ciudadanía venezolana hallarán un equilibrio. Este logro será el mayor acto de independencia y de soberanía.
*Respeto a la ciudadanía que aún cree en la legitimidad del régimen. Sin embargo, su reducción será solo el resultado de un trabajo educativo formal e informal riguroso que debe practicarse durante generaciones. Dudo que se logre una eliminación definitiva, pero será importante trabajar por ellos cada día, para no olvidar el grave riesgo que representa abandonar a quienes piensan diferente.
[1] Foro Penal de Venezuela, cifra actualizada al 27 de abril de 2020. Visto en: https://foropenal.com/presos-politicos/ el 29 de abril de 2020.
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