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Fracasología, España y sus élites

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Por LUIS ALFONSO HERRERA ORELLANA 

De qué trata el libro 

Estamos ante un ensayo histórico que expone las razones por las cuales la fobia a lo hispánico se instaló y asumió como realidad cierta en España peninsular y sus territorios de ultramar a partir del siglo XVII, y qué papel tuvieron las élites políticas y sobre todo intelectuales en dicho proceso.

En la primera parte se explica cómo durante los siglos XVII y XVIII se logra mediante la propaganda más que por cualquier otra vía debilitar al imperio español y difundir la hispanofobia dominante en el viejo continente hasta nuestros días, mostrando con suficiente evidencia el protagonismo que en ello tuvieron la monarquía francesa y sus intelectuales (por ejemplo, Voltaire, Montesquieu, etc.).

En la segunda parte se explica cómo durante el siglo XIX el vacío cultural derivado del repudio a lo español se llena en España con el culto a lo francés, dando lugar al afrancesamiento de las autoridades y élites españolas, que asumen como ciertas las ideas que a partir del reinado borbónico determinarán qué es digno de valorar y qué no en el debilitado imperio, destacándose aquí la conflictiva relación entre España y el liberalismo, a causa de la perspectiva afrancesada que este último adoptó en ese país y, por vía de consecuencia, entre las élites de sus territorios de ultramar.

Por último, en la tercera parte, se describe cómo a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, salvo destacadas excepciones, las élites intelectuales y académicas hispánicas serán las que con mayor tesón promoverán la propaganda hispanofóbica, el afrancesamiento y luego la germanización de España y nuestros países, siendo de especial importancia el extenso capítulo dedicado a examinar críticamente los argumentos de Max Weber en su famoso libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo, dejando en evidencia la cantidad de prejuicios, sesgos y lugares comunes no ciertos que, todavía hoy, generan complejos colectivos y se usan para explicar el éxito de unos países y la ruina o fracaso de otros.

Por qué ha sido polémico

Tanto por el argumento central del libro que comentamos −el repudio a lo hispánico lo han fortalecido los propios hispánicos−, como por el expuesto en su libro anterior Imperiofobia y leyenda negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español −reivindicación de los aportes que han hecho imperios existentes, entre ellos el español, y que la leyenda negra contra este último ha logrado invisibilizar−, esta obra de la profesora Roca Barea ha generado mucha polémica en España, pues lo consideran un libro nacionalista, conservador y afectado por supuestas fallas metodológicas, todo para ocultar lo negativo de la historia de su país.

Basta con leer Fracasología para concluir que nada de ello es cierto, y que su autora, junto a otros académicos como John Elliott, José Varela Ortega, Santiago Muñóz Machado y Carmen Iglesias, se limita a asumir una tarea científica impostergable: exigir objetividad, rigor y respeto en el tratamiento de la historia cultural de la segunda comunidad de hablantes más grande del mundo, que integran tanto las personas de habla española que habitan España como las que habitan en las naciones hispanoamericanas y sus descendientes en incontables países del mundo, empezando por los Estados Unidos de América.

En un tiempo en que movimientos identitarios de las más variadas tendencias, algunos de ellos muy violentos, así como los discursos anticristiano, antiespañol y antirrepublicano se fortalecen cada día más tanto en Europa como en América, propiciando sociedades desmemoriadas, cargadas de odio contra falsedades históricas, relativistas y nihilistas por considerar que los valores de otras épocas nunca se practicaron ni dieron frutos, comprender a través de esta obra de Roca Barea cuál es el origen de tantas imprecisiones, manipulaciones y omisiones, resulta fundamental para contar con mejores argumentos al momento de hacer contención a tales tendencias.

Ello en la medida que contribuye a purgar de ignorancia y complejos a los hispanohablantes de hoy, quienes luego de leer Fracasología podrán, con razones, tener una visión del ámbito cultural del que es parte, el hispánico, más objetiva, equilibrada y justa, sin tener en modo alguno que desconocer los aportes del mestizaje desde los tiempos de la conquista hasta el presente.

Qué utilidad tiene en la coyuntura política occidental actual

Es tal el menosprecio que se tiene hacia el patrimonio cultural hispánico que, ante la rivalidad y conflictos con otras culturas o visiones del mundo, parece considerarse que serán el protestantismo anglosajón y germánico, o el laicismo racionalista francés, los componentes culturales que podrán asegurar la pervivencia de la visión occidental en el mundo.

Las ideas y aportes desarrollados desde Isidoro de Sevilla hasta los escolásticos hispánicos de Salamanca y otros centros universitarios en el mundo hispánico, que surgieron no a pesar sino a propósito de su tradición católica y su aprecio por el acervo greco-romano, sencillamente no cuentan, a pesar de que fueron las que hicieron de él, antes de su afrancesamiento y germanización, el ámbito de mayor desarrollo institucional en Occidente, generando insumos que luego serían mejorados y perfeccionados en otros ámbitos culturales, como ocurrió en materia económica con Adam Smith en Escocia, y en materia de derecho internacional con Hugo Grocio en Holanda.

Lo hispánico, desfigurado además bajo el rótulo publicista de “lo latino”, es la fracción oscura, risible y fracasada de la fracción luminosa y avanzada que es el resto de Occidente, una vez descontado lo hispánico. Fracasología explica de dónde surge este cuestionable punto de vista, y muestra por qué el mismo es tan injusto como temerario, si de asegurar un mundo con tradición cultural occidental se trata.

En efecto, esta obra de la también autora de 6 relatos ejemplares 6 ofrece muy válidas razones de por qué ni el racionalismo laicista ni el calvinismo u otras variantes del protestantismo han sido todo lo modernos, tolerantes y justos que usualmente se asume que han sido, y cómo ese ámbito cultural que tuvo como piedra angular el catolicismo romano fue mucho más moderno, tolerante y justo en sus aportes y prácticas de lo que sus detractores y el público en general creen, pero que debido a la incapacidad de sus élites políticas e intelectuales, en un momento histórico crítico, el siglo XVIII, optó por abdicar de su propia tradición cultural para abrazar una ajena, en el inútil intento de recuperar el prestigio perdido.

Por qué es importante su lectura en Hispanoamérica 

Sospecho que el infortunio español, consistente en el desprecio irracional a su valioso patrimonio cultural medieval y moderno, sin el cual Occidente no se puede comprender como realidad cultural, es también el infortunio hispanoamericano.

Y que tanto España como nuestras naciones en América continuarán fracasando una y otra vez en su intento por dejar atrás pugnas internas −cainismo− y lograr consensos básicos para la convivencia institucional y ordenada, hasta que no logren conocer y conectarse con ese patrimonio cultural propio, que incluye innovaciones teológicas, filosóficas, políticas, económicas y jurídicas, surgidas con antelación a los desarrollos que luego tendrán en los ámbitos anglosajón, francés y germánico, cuyo valor y originalidad, desde luego, está fuera de discusión.

Mientras los hispanoamericanos no rescatemos nuestras raíces hispánicas, superando el discurso antiespañol de las independencias −comprensibles en su momento, pero anacrónicas desde hace mucho−, y maduremos ante esos ya lugares comunes extraídos de documentos en que se nos describe como una “raza cósmica”, o de Simón Bolívar en que nos definimos por oposición a lo español-europeo.

La tarea es hacernos adultos, y ello pasa por finalmente hacer nuestra esa parte del pasado común, previo al nacimiento de las Repúblicas, y que nos conecta con la antigüedad griega, romana y cristiana. Pasado que, por ejemplo, puede ayudarnos a aclarar si el estatismo, el autoritarismo y el intervencionismo económico que muchos consideran consustancial a lo hispánico, no son más bien manifestaciones del afrancesamiento del mundo hispánico, es decir, consecuencia directa de su abdicación cultural.

Y Fracasología es, en un doble sentido, un insumo indispensable para tal empresa: puede contribuir a reconectar al mundo hispánico con lo mejor de su patrimonio cultural común, y, al mismo tiempo, a re-unir a las hoy fragmentadas y extraviadas naciones hispanoamericanas, huérfanas de una memoria histórica común, más allá de la retórica guerrerista y antiespañola de las independencias, lo que en modo alguno, valga aclarar, debe conducir al fortalecimiento de nacionalismos, xenofobia o exclusión de otras tradiciones culturales, hoy día parte de nuestras sociedades hispanohablantes.

Me atrevo a sostener, por último, que la obra de la profesora Roca Barea, de algún modo, es también una invitación a recuperar esa visión hispanista, de una patria grande derivada de la lengua en común −no de fronteras o de estados nación−, que Andrés Bello desarrolló en sus obras dedicadas al Derecho Internacional, al Derecho Civil y sobre todo a la lengua española, y que hoy día se halla casi olvidada, conservada tan solo por los estudiosos de la vasta obra del sabio caraqueño.

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