La situación política de Venezuela se torna polarizada, se observan dos tendencias, la primera, integrada por los que deseamos el cambio de régimen de manera inmediata, considerando entre muchas cosas el impacto de un régimen fracasado que ha afectado a la población y arruinado al país. La segunda tendencia integrada por los que forjan una negociación que por su estrategia de aliados del régimen pretenden dejar vivo al sistema socialista, e impulsar ir a unas elecciones cuyas consecuencias preservarán la política de inmunidad, conciliación y convivencia. Nuevamente, dirigentes de la oposición oficial lanzan sus consignas de negociaciones ocultas, para constituir un gobierno transitorio, condicionado a la supervivencia de muchos comprometidos y responsables del desastre nacional.
Por todas las razones esgrimidas, hay que instrumentar acuerdos, sugerencias y estrategias ampliamente debatidas y realistas, en manos de un nuevo movimiento de la sociedad civil. Vemos que no hay contraparte política efectiva o creíble ante el pueblo y ante los organismos nacionales e internacionales, por lo tanto, hay que desarrollar con mucha claridad los objetivos operacionales del movimiento cívico integrado con las más relevantes personalidades, líderes verdaderos de la sociedad civil, para que sirvan de contraparte política, representativa, transmisor de nuestras carencias, y aspiraciones democráticas acompañados de una acción contundente y sostenida que estimule la presión popular para desplazar al régimen con la ayuda de fuerzas militares internacionales.
Se plantea seriamente la definición de un movimiento que recoja los objetivos y estructura de variados grupos de oposición de gran trascendencia en la sociedad venezolana y que van a actuar dentro de un programa de reconstrucción nacional y que establecerá fluida comunicación con la comunidad y los gobiernos democráticos para contribuir con la consolidación de la democracia y lograr la ayuda externa.
Se debe enfrentar la crisis actual con soluciones emergentes y recomponer al país con las mejores capacidades profesionales. No podemos alimentar la esperanza de gobernar sin los partidos políticos, pero que su subsistencia democrática, deberá pasar por un enorme reacomodo para solventar el tema de su complicidad, intereses particulares y la recuperación del respaldo de la sociedad. Ello solo se resolverá cuando, después de su revisión, sus seguidores vayan a elecciones verdaderamente democráticas,
Apartemos a la falsa dirigencia cuya credibilidad los alejó no solo de su militancia, sino del pueblo en general, y la tarea es la de organizarnos para enfrentar al régimen para su inevitable desplazamiento y eliminar sus intenciones de dominación en complicidad asociada a los intereses de otros países antidemocráticos,
Ante las circunstancias políticas actuales, el debilitamiento y fraccionamiento de la verdadera oposición, se tiene que derrotar el falso argumento táctico de elegir para un Consejo de Gobierno a los miembros de la Asamblea Nacional y a representantes de los partidos políticos que tienen la intención oculta de legitimarse bajo la máxima dirección y batuta equivocada de quienes han sido descalificados nacional e internacionalmente que han sido supuestamente electos y son responsables de un gobierno fallido.
Hemos visto la negligencia de la Asamblea Nacional de crear la condicionante ley para promulgar al Consejo de Estado, que se convertiría a partir de ese momento en el Poder Ejecutivo, y el nombramiento del respectivo gabinete de transición, de instrumentar las decisiones del máximo organismo del Poder Judicial, y de rehacer el sistema electoral y el registro civil para llevar a cabo elecciones transparentes. Por otra parte, los dirigentes del régimen y sus aliados no aceptan salir por las buenas, y no lo harán en el futuro inmediato, solo que saben que su única opción es dejar el poder, y por supuesto, eso no cambia el hecho de que acaban de ser acusados por una corte en Estados Unidos. Estos procedimientos convertidos en mensajes apropiados no son solo para ellos, sino para el estamento militar venezolano, pudieran tener una opción de salida, si no tomar el riesgo del caso.
El presidente de la Asamblea Nacional, y presidente interino ante la desestabilización social y la postura retadora del régimen, tiene que asumir con mayor énfasis su responsabilidad, sacudirse del colaboracionismo y llamar a la sociedad civil cuya única fórmula consiste en el cese de la usurpación y la integración de un conjunto de venezolanos honorables a fin de se pueda gobernar verdaderamente en un estado de transición, delegar funciones que no ha cumplido y dar paso a un Consejo Federal de Gobierno que conduzca con mejor competencia lo que él no ha podido terminar.
Estamos claros que hay autopostulaciones y un gran movimiento promoviendo nombres para integrar un Consejo de Gobierno de Emergencia Nacional, obviamente la condición se establece si han pasado la prueba de un baremo que filtre sus condiciones de honorabilidad, prestigio, conocimiento, experiencia y demás variables que se consideren.
El tiempo se acabó, la crisis se torna incontrolable, en tal sentido, la urgencia acometida por el presidente interino es auténtica, se requiere designar un Gobierno de Emergencia integrado por cuatro personalidades claves que conjuntamente con él, o incluso sin su participación, y la consultoría efectiva de la sociedad civil estructuren un gabinete ágil, poderoso, capaz de enfrentar la crisis y poner control al caos que ya se ha desatado en el país como consecuencias ya no solo por la incapacidad económica del régimen, la crisis social y de los servicios públicos potenciados ahora con una pandemia. No hay tiempo, no se pueden esperar consultas ante la gravedad de la situación y una escuadra militar esperando en el Caribe para intervenir.
Los planteamientos anteriores marchan en correlación directa con las aspiraciones de una Venezuela sedienta de libertad y opuesta a la forma como el socialismo se apoderó por tanto tiempo del país. Efectivamente, se está de acuerdo con la misión y visión de una organización de la sociedad civil de Venezuela bajo la premisa de que mencionar nombres concretos para formar gobierno pudiese generan reacciones de variada naturaleza, incluso de retaliación; pero hay que tomar en cuenta, para cumplir dichas exigencia, que esas personas, líderes naturales por su formación, experiencia profesional y académica, en la administración pública y empresarial, en la política nacional e internacional, y en su vida de ciudadanos aceptan el riesgo y despliegan a lo interno y a lo externo valiosas orientaciones destinadas a facilitar decisiones políticas, y asumir la responsabilidad ciudadana.
Esas personalidades cuya trayectoria ha sido destacada, la mayor parte permanecen en el país y muchos más viven en el exterior, incluso contra su voluntad. La lista no tiene fin, son personalidades conocidas que han sido apartadas por la oposición oficial, pero tienen nombres, apellidos y obra conocida. Su responsabilidad para con el país les hará tomar la iniciativa de unir esfuerzos y coincidencias, superar sus conflictos y escollos naturales, contribuir a resolver la crisis interna y la necesidad indispensable de ayuda externa.
Sabemos quiénes son las personas que tienen la capacidad para integrar una Junta de Gobierno de Emergencia, incluso, ya se han promovido silenciosamente y están listas para asumir el reto. Hay un clima favorable para su designación de una vez por todas, incluso de facto, entre ellos, a aquellos que tienen el perfil adecuado por su actuación, la experiencia de gobierno, su destacada acción en organismos internacionales, en su gestión diplomática, en la vida militar activa e institucional, en el manejo de las relaciones políticas nacionales e internacionales, en organizaciones y fundaciones en defensa de la democracia, en su relación con la cultura ejecutiva oficial latinoamericana, y en la experiencia empresarial de importantes niveles no solo comerciales, industriales, tecnológicas y de las comunicaciones.
Todos los mencionados están dispuestos a asumir el Gobierno de Emergencia cuyos ductores tienen un círculo amplísimo de gente dinámica, emprendedora en todas las áreas de la gobernanza que llenan los requisitos y tienen renombre, con doctrina escrita en sus áreas y experiencia nacional e internacional para encabezar los diferentes estratos del Estado venezolano. Están dispuestos con el formidable apoyo de la sociedad civil organizada y de países que protegerán tal iniciativa.
Adicionalmente, el Consejo Federal de Gobierno previsto para contribuir con un cambio transitorio del modelo político tiene no menos de un centenar de ciudadanos preparados, profesionales, expertos y conocedores de nuestra realidad que han sido puestos al margen por la oposición oficial, pero que, igualmente están dispuestos a recomendar lo necesario para recomponer el país. Obviamente para su integración, se debe filtrar la responsabilidad delincuencial de partidos e individualidades cómplices del régimen, especialmente aquellos procedente del chavismo que, ya enriquecidos y con antecedentes irregulares de su comportamiento, son ahora «opositores», o más bien, gatopardos o topos, acompañado de la justa y democrática neutralización de los individuos convictos y confesos integrantes de las fuerzas socialistas, acompañados de una estrategia de expulsión de las fuerzas invasoras cubanas, de otros países, y la lucha a muerte para librar las bolsas de narcoguerrilleros a lo largo del país con la ayuda de un plan internacional.
Hay una positiva esperanza, organicémonos para retomar la conducción democrática de un pueblo sufrido y expoliado cuya contribución será necesaria para reconstruirlo. tenemos la responsabilidad ciudadana para potenciar la experiencia de nuestros dirigentes al más alto nivel y lograr que tomen el camino correcto. El país nacional clama por un gobierno de transición que la dirigencia tradicional no lo propicia despreciando las aspiraciones populares centrando su discurso en el falso diálogo y en elecciones de dudosa instrumentación y transparencia sin haberse resuelto sus deficiencias profusamente puestas de manifiesto.
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