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La ópera rock Jesucristo Superestrella cumple 50 años

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Tim Rice y Andrew Lloyd-Weber comenzaron a pensar en cómo llevar la historia de Jesús al rock estando en Italia, antes de crear el famoso show Jesucristo Superestrella.

Solo sabían que lo que querían contar era un pilar de la cultura, que todos conocían la trama y que, creyentes o no, todos tenían una opinión sobre ella. Era un mundo, el de comienzos de los 70, que convivía con los resabios de la «revolución de las flores». El fenómeno hippie todavía era considerado de vanguardia.

Ambos estaban empapados de ese ambiente, y latía en ellos la idea de mirar la historia sagrada desde una perspectiva diferente. Ese punto de vista fue partir desde Judas y sus reflexiones, mientras que el nexo entre él y Jesús sería el de dos amigos intelectuales que terminan siendo oponentes y víctimas del destino.

Genuino desinterés

Primero fue el vinilo, hoy considerado una pieza histórica. Ian Gillan, el cantante de Deep Purple, fue Jesús; Murray Head, Judas, e Yvonne Elliman, María Magdalena. El disco fue considerado escandaloso, pero ni siquiera esa tipificación logró encender la curiosidad del público inglés.

«Parecía que no iba a pasar nada. Nadie se interesaba en nuestro Jesucristo. Fue recibido con un silencio clamoroso; no había ánimo destructivo, sino genuino desinterés», recuerda Lloyd-Weber.

«Pasaron unos meses y de repente, de la nada, nos llaman de Estados Unidos para decirnos que el disco es allá top de ventas. Fue por eso que como ópera rock se estrenó en Nueva York y no en Londres. Y, de hecho, cuando se hizo en Londres, se montó más como un concierto que como un espectáculo. Nunca pensamos en un musical convencional. Queríamos hacer algo diferente, pero tampoco teníamos muy claro ni qué era ni cómo era. Quizás nos ayudó no saber lo que estábamos haciendo. La película vino después».

Fue el productor Robert Stigwood quien se lanzó a la empresa de ponerlo en escena en Broadway, y quien estuvo detrás de la película de 1973, rodada en Israel por Norman Jewison. El elenco contó con Ted Neeley (Jesús), Carl Anderson (Judas) e Yvonne Elliman (Magdalena). Por cierto, el filme fue calificado de escandaloso y herético. Especialmente llamaban la atención una cierta mirada comprensiva sobre Judas, predestinado a la traición, y el deslumbramiento amoroso de María Magdalena por Jesús.

Las primeras notas

«Tratamos a Cristo más como a un hombre que como un Dios«, dice Rice. «Nosotros, como autores, no tomamos posición. Pero el punto de partida nos lo dio el deán de la Catedral de San Pablo (Londres), que una vez nos dijo: ‘Toma a Jesús y quítalo de las vitrinas’. Como base, elegimos el Evangelio de Juan y también usé la vida de Cristo escrita por el obispo católico estadounidense Fulton Sheen y la del italiano Marcello Craveri».

Pronto, sin embargo, la Iglesia Católica comenzó a entender mejor la propuesta de Jesucristo Superestrella. Tanto, que en 1974, al llegar a Italia, la comisión nacional de calificación cinematográfica dijo que la cinta «no quiere ser, y no es, ni el Cristo de la historia ni el de los evangelios. Una tal fisonomía de espectáculo-fantasía-religioso es exultante y estimulante. También por la riqueza artística del trabajo. Por lo tanto, merece una recomendación, pero también de un enfoque prudente y consciente».

Si el álbum propiamente es de 1970, fue en 1969 que nació «Superstar», la canción de Judas, que en 1971 tuvo un exitoso video promocional como single. Murray Head aparece cantando al interior de una iglesia en ruinas acompañado por un coro de mujeres negras.

Lloyd-Weber recuerda así cómo empezó a surgir la música de Jesucristo Superestrella.  «Iba caminando por Fulham Road, justo en frente del restaurante Carlo’s Place, a cuyo dueño conocía. Las notas vinieron a mi mente y entré al restaurante para que me dieran un papel para anotarlas. No quería que se me olvidaran», señala.

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