¿Hasta cuándo? ¿Qué día es? ¿Qué más puedo hacer? Nunca habíamos visto la incertidumbre a los ojos. Siempre supimos que existía, pero ahora vive en nuestras casas. Cada día se suman más preguntas y no se restan sus respuestas. Nos encontramos en la primera fila de lo que parece ser una mala película de ficción.
Es un chiste repetido mil veces y, como suele ocurrir, sabe mal y cada vez peor. Pero a este sabor yo aprendí a agarrarle su gustico. Y como todo en la vida viene de a dos, de todo lo malo siempre hay algo bueno.
Aprendí que la mejor manera de enfrentar la situación es agarrar a la incertidumbre desprevenida. Nunca podemos controlar lo que nos sucede, y la verdad es que nada es cierto, nunca lo ha sido. La diferencia es que siempre podemos controlar cómo respondemos ante ello. Así que decidí empezar por agradecer.
Agradecer las memorias del pasado que he podido recordar una vez más, las conversaciones del presente con la gente que más quiero, y los planes del futuro; que por más impredecible que sea siempre será posible soñar. Y como me dijo mi mamá: “el mundo es una manga de posibilidades”.
Es por esto que agarré a la incertidumbre de sorpresa y decidí vivirla. Decidí jugar el mismo juego que ella pero con las posibilidades a mi favor; con las cartas en la mano. ¿Y es que para qué es la vida si no para vivirla? ¿Y qué es realmente vivirla si no es con ganas?
Y es que de eso se trata: de vivir la vida con más ganas. De disfrutar los momentos el doble y reírse el triple. De aceptar la mierda y seguir adelante.
Es fácil despertarse y ser pesimista. Lo difícil es lograr ver en todos los días un caleidoscopio de momentos, en donde el único protagonista eres tú. ¿Qué esperas?
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