La delantera venezolana Oriana Altuve y la defensa chilena Camila Sáez, jugadoras internacionales del Rayo Vallecano, viven juntas en Madrid y en la capital española están pasando los días de confinamiento por la pandemia de coronavirus.
Altuve (Caracas, Venezuela; 1992) y Sáez (Viña del Mar, Chile; 1994), aparte de compañeras de equipo, son amigas. Eso se nota, como dicen, sobre el césped, pero también en la complicidad que se desprende en su discurso.
Altuve y Sáez entrenan en su apartamento
El estado de alarma decretado en España las mantiene confinadas en un apartamento de Santa Eugenia, cerca de la Ciudad Deportiva del Rayo, a la que van andando cuando hay entrenamiento.
En el apartamento se entrenan a media mañana. «Es complicado hacer deporte por las dimensiones, pero movemos los muebles y nos arreglamos».
«Hacemos una rutina de ejercicios de músculo, de tren superior, de bicicleta y de mochilas con peso», confiesan las dos jugadoras, que también pasan el tiempo jugando al tenis de mesa.
Los libros están en su rutina diaria
La lectura forma parte de su rutina habitual. A Sáez le gustan las novelas de asesinatos. Ahora está leyendo ‘La desaparición de Stephanie Mailler’, de Joel Dicker. Altuve, por su parte, lee un libro sobre la felicidad y también hace sudokus.
En la televisión han estado viendo series como ‘El juego de las mascarillas’, «sobre los orígenes del fútbol moderno en Inglaterra», pero también han visto películas como El Hoyo, Hogar y El Milagro de la celda 7. Altuve, aparte, también ve alguna telenovela.
Para Sáez la cocina es un entretenimiento. «Me distrae». Sus platos preferidos son la lasaña de calabacín, el arroz con pollo y cebolla, y de postre los bizcochos y las panquecas.
Para Altuve lo importante al meterse entre fogones es cocinar los platos «con amor». Lo que mejor le sale es la comida tradicional venezolana, las arepas.
Solo salen a la calle para comprar. Esa tarea se la reparten. Una va a la carnicería y a la frutería y la otra al supermercado por el resto de productos.
Tecnología para comunicarse con la familia
Con miles de kilómetros de distancia entre España y Chile, Sáez recurre a las tecnologías virtuales para comunicarse con la familia.
«Hablo con mi madre y me cuenta cómo está la situación en el país y en mi pueblo, El Melón», que está a 120 kilómetros al norte de Santiago. Más cerca tiene a su familia Altuve, que está en Málaga. Su contacto con ellos también es constante.
Lo que más echan de menos de esta situación es el fútbol. «Lo amamos y vivimos de esto», confiesan ambas. En el Rayo están muy a gusto por la cercanía del personal, las comodidades que ofrece la ciudad y el trato que tienen con el cuerpo técnico.
«El club está pendiente de nosotros. Hablamos con el entrenador (Carlos Santiso) de vez en cuando. Nos manda ánimos porque no pensábamos que esto iba a ser un encierro total de tanto tiempo», señalan.
Esperan con incertidumbre
Mientras esperan con incertidumbre qué pasará con la Liga, Oriana y Camila echan de menos a sus compañeras argentinas, Ruth Bravo y Yael Oviedo, y también a la chilena Carla Guerrero. Juntas forman un quinteto de lujo para el Rayo Vallecano.
«Me gustaría que terminara la Liga. Espero que en mayo podamos volver», dice Camila, mientras que Oriana lo ve «difícil, aunque no imposible».
«Quedan ocho jornadas y los números hablan por sí solos. Estamos haciendo una buena temporada, hemos mejorado y eso que al principio nos decían que solo podíamos luchar por mantenernos», confiesan.
Para Camila el «balance es positivo». «A nosotras nos daban por desahuciadas a principio de temporada, había mucha incertidumbre con el equipo y nos decían que íbamos a estar cerca del descenso porque es una buena Liga y hay mucho nivel».
Oriana, con 13 goles marcados este curso, está «contenta por la oportunidad de jugar en la Liga española». «En el Rayo tenemos un grupo bien compenetrado. Hay cohesión, afinidad, nos conocemos y eso nos hace más libres».
La motivación: que termine cuanto antes la crisis
Los planes de futuro para las dos jugadoras no se saben. Acaban contrato y la puerta a continuar está abierta.
«Se preocupan de nosotros, pero hay que ver. La predisposición es buena. Además, tampoco sabemos si han llegado ofertas de otros clubes por nosotras. Hay que tratar de vivir lo que nos quede aquí con la misma ilusión», confiesan.
Una Liga que les gusta es la inglesa. «Tiene mucho nivel, allí no juega cualquiera», subrayan. De momento, el Rayo es su presente. La motivación: que termine cuanto antes la crisis sanitaria derivada por la pandemia, y puedan volver a jugar y a disfrutar de su pasión.
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