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Bolívar, estratega de la comunicación (II)

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Bolívar fue un verdadero artífice de la comunicación, pues inquirió a través de los periódicos de la época respuestas al desafío planteado por el mundo emergente de la americanidad.

En anteriores artículos que publicamos, hemos referido que el Libertador fue un periodista consciente del significado de la prensa para  demoler los cimientos del viejo orden colonial. Así lo observamos en sus mensajes escritos en las gacetas de entonces, que así se llamaban los periódicos de Jamaica, en los cuales el Libertador sugería hasta un titular para el encabezamiento de los artículos publicados en las distintas gacetas de Venezuela, Quito o Nueva Granada, revelándose de esta manera como periodista real y verdadero.

No hay duda alguna para interpretar cabalmente la reiterada preocupación que Bolívar tenia por la imprenta, a la cual calificó “tan útil como los pertrechos” y como “la artillería del pensamiento”, pues era precisamente producto y consecuencia de su angustia comunicacional y de su afán en su perseverancia creadora para informar y adoctrinar, e insistir en la toma de la conciencia americanista y poder alcanzar los imperativos inscritos en el marco de la acción política y militar, por lo que funda el 27 de junio de 1818 el Correo del Orinoco.

Es a partir de entonces cuando comienza el auténtico y verdadero ciclo del periodismo heroico en Venezuela. Bolívar, su fundador se proyecta como un virtuoso de la propaganda y no solo colaborará a través de seudónimos como el de J. A. Trimiño, sino que lo dirigirá y utilizará como vocero oficial del gobierno revolucionario. A partir de ese momento, no habrá suceso de importancia que no tenga como destinatario las páginas de este vocero, bajo cuyo quehacer periodístico avanza y se consolida la Tercera República.

La vida informativa del Correo del Orinoco cubrió un lapso comprendido entre el 27 de junio de 1818 hasta el 23 de marzo de 1822 con un total de 133 ediciones y cinco números extraordinarios, los cuales informaron en torno a los siguientes acontecimientos: 19 de septiembre el triunfo de Boyacá; 31 de mayo, ocupación de Caracas por el general Bermúdez; 12 de julio de 1821, entrada del Libertador a Caracas; 24 de junio, victoria de Carabobo; 30 de octubre, rendición de Cumaná al general Bermúdez. De tal manera que este periódico fue un semanario cuyas escasas interrupciones se debieron a enfermedades de sus impresores. Era tal la importancia con la cual los patriotas esperaban la aparición del mismo, tal como se puede constatar en el texto de la siguiente correspondencia de Don Germán Roscio: “Mi querido Yanes, estoy de viaje para Cúcuta y me despido de usted con Dolores. Me remito a mi anterior. No hay gaceta porque el impresor está enfermo. Es una lástima porque hay acumuladas muchas y muy buenas noticias”.

El Correo del Orinoco se ajustó, en todo, a las exigencias de Bolívar, quien requería como norma para juzgar la calidad del periodismo del ciclo heroico, es decir, a aquellas recomendaciones que, no sin cierta mordacidad, formulaba a Francisco de Paula Santander con relación a La Gaceta de Bogotá, las cuales aún en estos tiempos modernos mueven a la admiración por las observaciones que en materia informativa actualizan su vigencia en el mundo de la comunicación.

La observación sagaz y oportuna de Bolívar tiene una invalorable vigencia como consta en otra comunicación a Santander, cuando afirma: “Dígale usted al redactor que anuncie al público que no dará más los artículos remitidos en forma de cartas, sino que los encabezará con un título de su contenido. No hay diario en el mundo que tenga la forma del Correo del Orinoco. De seguida agrega: “A todas las cosas se le deben dar las formas que corresponden a su propia estructura. Y esas formas deben ser las más agradables para que capten la admiración y el encanto. Mucho importa que ese diario que tiene tan buenos redactores, trate las materias de un modo regular y periodístico”.

Tal vez los venezolanos no nos hayamos detenido suficientemente para considerar la importancia de esta guerra de papeles, que se libró, paralela a la de los fusiles y las lanzas, y desconozca que el Libertador nunca perdió de vista el valor estratégico de la letra impresa, pues supo mejor que nadie que no bastaba disparar fusiles, o con ordenar enérgicas cargas de caballería, sino que le daba un valor inconmensurable a la imprenta.

Por todo lo anteriormente indicado, en el Libertador se registran otros factores, que deben son inherentes a la actividad comunicacional, pues era poseedor de una vasta cultura que le acreditaba una formación intelectual sólida y precisa. Podemos concluir señalando que Bolívar estuvo siempre inmerso en la actividad periodística de su época, y reunió en el marco de su compleja personalidad peculiaridades que lo tipifican con la psicología de un periodista que, en forma permanente, comunicó para informar.

Así era Bolívar el hombre de las dificultades, el maestro en el arte de formar opinión, quien se empleaba a fondo en la táctica de las persuasiones a través, precisamente del periodismo, en el cual planificó su estrategia de informar para adoctrinar. Todo lo contrario a lo que ahora sus difamadores de oficio, con la  revolución socialista, marxista y mal llamada bolivariana,  hacen en franca afrenta a su memoria y legado, solo con la perversa intención de utilizar su nombre, para engañar a un pueblo que hoy se encuentra sumido en la más espantosa miseria.

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@toquedediana

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