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¿Hasta cuándo se extenderá esto, presidente?

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«Te lo pongo sencillo: ¿ellos tienen más gente que antes? No. ¿Ellos tienen más poder que antes? No. Entonces, ¿cómo vamos?». Con esa reflexión cerraba la breve entrevista que le hiciera hace exactamente un año. Le hacía la pregunta obligada de entonces y de ahora: ¿hasta cuándo se extenderá esto, presidente? Para ese entonces su proyección eran dos meses, ahora no sabemos.

Hablé con Juan Guaidó un caluroso y soleado domingo en medio de sus actividades de calle entre Cabimas y Lagunillas, en Zulia. Habían pasado tres meses de convertirse en presidente interino de Venezuela. Hasta la fecha sigue sin lograr el objetivo fundamental por el que lo respaldó todo el país y otras 56 naciones: sacar a Nicolás Maduro del poder y democratizar nuevamente a Venezuela. Aunque para entonces aseguraba que «nosotros somos mayoría y no permitiremos que un grupito de personas mantengan secuestrado el país», hoy su figura se asemeja más a un rey sin corona que no tiene posibilidad alguna de acción a lo interno mientras Maduro ocupe la silla de Miraflores.

«Ellos ya perdieron y nosotros no nos vamos a dejar joder», me decía un Guaidó de 35 años que apenas estrenaba cargo presidencial y transpiraba la seguridad del vencedor, de quien tiene el juego ganado y que además conocía las cartas del adversario. El mismo al que meses después se le enredó el papagayo con un golpe militar fallido y el abandono de las calles por parte de millones de venezolanos que se cansaron de marchar con sus banderas a cuestas mientras en sus casas estaban sin luz, sin agua, sin gasolina, sin medicinas, sin dinero y sin un sistema de salud medianamente digno que atendiera a sus familiares con cáncer o cualquier otra enfermedad que los consumía.

Desde entonces los venezolanos hemos tenido que lidiar con la duplicidad de problemas: 2 presidentes, 2 gobiernos, 2 Asambleas, 2 Tribunales de Justicia, gobernadores paralelos en las 4 gobernaciones opositoras y protectores en alcaldías antichavistas. En lo concreto, en lo cotidiano, al venezolano le va peor cada día. Su supervivencia se hace cuesta arriba y la única esperanza que tiene para salir de esta tragedia depende de terceros, es decir, de los gringos.

Hace un año Guaidó me lo dijo y yo le creí. Doce meses después le sigo creyendo, pero con recelo. Aunque si bien es cierto que a lo interno las condiciones del país son paupérrimas, debemos reconocer que a nivel internacional hemos llegado adonde nunca habíamos llegado. 56 países, incluyendo a las grandes potencias del mundo, lo respaldan como presidente, siendo la figura política nacional en torno a la que se mueven los hilos para adelantar la estrategia que pudiera darle jaque mate a Maduro, quien hoy está acusado formalmente por terrorismo y narcotráfico.

Pero Juan Guaidó y su entorno también deben reconocer un grave error: han abandonado a su suerte a millones de venezolanos que, a causa de la emergencia del coronavirus, están en el extranjero sin trabajo, sin techo, sin comida y sin un estatus migratorio que les permita obtener los beneficios que entrega el gobierno del país al que tuvieron que huir. ¿Dónde está tanta ayuda humanitaria que dicen haber recibido? ¿Qué están haciendo sus embajadores designados por ayudar de manera efectiva a sus connacionales? ¿De verdad creen que los venezolanos que están regresando al país en esas condiciones degradantes ofrecidas por el gobierno de Maduro lo hacen porque confían en él y en que ahora les irá mejor? ¡Pues no! Están regresando porque no tienen otra opción, porque ninguno de los gobiernos les ha tendido la mano.

A un año de aquella entrevista que se hizo viral por la esperanza que nos inyectaba, le repregunto: ¿hasta cuándo se extenderá esto, presidente? A estas alturas del juego me atrevo a tomar una de sus frases y le pregunto: ¿de verdad ellos ya perdieron? ¿De verdad no nos vamos a dejar joder?

@gladyssocorro

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