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Poemas sin título

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Por DANIELA JAIMES-BORGES 

1.-

Cuán altaneras pueden ser mis carnes

sangre salada sudan esas patas

infartada sangre en el último soplo de tu temblor.

2.-

Y esta vuelta al desarraigo

dónde empezó

en qué parte de mi agotamiento.

3.-

En ese estanque el apetito de su incertidumbre

sangre como lo mismo

sin conocer su destino.

4.-

Boca arriba viene un nombre

estoy naciendo sin saber

 

las piernas y la voz de quien me tiene

dudan

dicen no poder ocuparse

 

no lloro

después de un año

no como

en el plato de carne no hay amor

no camino

las ruedas del coche son mis piernas

tengo asma

después de la fiebre.

 

Las palabras idolatrar

extrañar, lego, ropa

columpio

las guardé en las cartas

con las que aprendí a escribir-te

Mi niña sí es inteligente

decías

y mi cuerpo se iba plegando más al alma

que descubría sin saber cómo llamar

ese remolino en la nuca conteniendo el abrazo

de duelo.

 

El aire pasaba con rapidez por mí

23 kilos

asma, tos, mucha fiebre

mientras caminaba a tu lado con la cabeza

baja

y les decías a tus compañeros

que yo contaba las líneas del piso

de aquel tribunal

 

esa fue tu primera evasión

 

Sabías que caminaba así porque era una jirafa

de cuello corto

durmiendo en las lápidas

boca arriba

esperando volver a nacer

ser mi vientre, mi madre y mi hija

sobre mis primeros libros de Sófocles

 

Ya acostumbrada la jirafa

a ceder un día de escuela

iba por los pasillos de tu trabajo

llenos de presos, militares y grietas

aunque nunca conocí la justicia

ese recinto no te dio tiempo para deshacerte

de tu lugar en mí

 

y nunca conocí tu justicia.

 

Me siento a ratos de tres años y me invento

un nombre al que llaman

para darle una rebanada de pan

con alivio

pero tengo más de treinta

y el titanio sostiene el torso

jamás la cabeza

que se turna abajo y un poco más abajo

la fiebre, el asma.     Hambre

siempre tengo hambre.

¿Qué vamos hacer para conocernos?

el péndulo es tu memoria

el agua y el cielo coinciden

a veces

y lloras y me abrazas

yo aprendo a decir te amo

alto

en los ojos de alguien

que esté de turno en tu voz.

 

¿Será que Pompeya nos pueda curar?

hay museos para la desolación

vesubios que sólo danzan

podemos morar ahí

esperar otras cosas por las que

olvidar

contemplarnos con todos los intentos

hasta declinar la angustia

saber que no nos merecemos.

 

Ya puedo caminar

llorar

el asma y la fiebre

se helaron en una roca

la eché andar para romperle las madres

a los hijos imposibles

los que aún no lloran

porque su hambre es mi hambre

y no saben cantar.

 

Una amiga me dice

cuando abandono palabras

que lo único que no debo olvidar

es la palabra amor

y mi fiebre regresa

respiro después de correr

por el ojal de una burbuja

y me cuesta salir, decirle

el amor es la dificultad, el sacrificio

que mantiene la mengua

 

quisiera olvidame.

Me has hecho morir tanto

y me vuelvo a dar a luz

me llamo hija, me llamo madre.

 

Cuando nazco colecciono los obituarios de resina

que escribo cada vez

que parto a las casas profundas.

Mi regreso te ama por dos

por lo que no pudiste darme y por lo que

quise siempre de ti

Voy a evadir ahora

seré una escritora que cuente sobre familias

que no existirán

inventaré canciones de cuna y diré que son tuyas

seré una buena actriz y elegiré un personaje con hijos

para reírme

y antes de que se me ocurra nacer

boca arriba

para amarte más

oscureceré mis ojos

para que el pánico de parecernos

sea

mi mayor valentía.

5.-

I

He visto hombres marchar sin rumbo.

He visto hombres renunciar pronto, volver al punto de origen.

He visto hombres seguir, golpearse, para llegar más lejos.

He visto hombres ir con más calma. Cayendo.

He visto hombres ensuciándose con la tierra que seduce el aire.

He visto hombres incompletos siguiendo un espejo para descubrir el mundo.

He visto hombres sentimentales sin pensar en las consecuencias.

He visto hombres despedirse sin reconocer su voz.

He visto hombres volver sin su regreso.

II

He visto hombres esperando otra alma que se despida, oscureciendo su vejez.

He visto hombres renacer cuando su mujer enferma.

He visto hombres sembrando árboles porque no tuvieron hijos.

He visto hombres alucinados, inventando imposibles de sí.

He visto hombres que deciden morir mil veces, antes de ser marionetas, antes de su final, después de sus familias.

III

He visto hombres que pasan de un carrusel a unas piernas.

He visto hombres romperse frente a la virtud reciente.

He visto hombres escapar atados a su cobardía, haciendo dibujitos en el aire.

He visto hombres que intentan adivinar nuestros nombres y apenas los susurran muy de lejos.

 

He visto hombres, muchos hombres, cuando en realidad todos son mi padre.

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