Angustia órfica
Dibuja soledad en una casa
paisajes detrás de sus párpados
Atrapa de universos las vocales
consonantes en fotografías redondas
Aparecen nítidas las voces
lineales prendidas deseosas
Presiente nubes de luz ansiada
por instantes tacha raya borra
Escribe limpio en la memoria
pero nada pasa y pasa alada
Deja tras de sí un crujir de ramas
el poema verde que huyendo le abandona
Llévase en su cola de palabras largas
el río el jazz y el perdón de la rocola
Orfeo se duerme y duerme en Angostura
cuando crecen el olvido la furia y la congoja
Hamartia (error trágico)
En la boca de la caverna
deseaba proteger sus ojos
Volteó por instinto
Pulverulenta albura
cayó en sus retinas
Eurídice retornó
a la oscuridad dentro de sí
a la oscuridad dentro de él
Entregado al silencio
desencanta
En el séptimo acorde
desatará las furias
Pedazos
Cada quien se deshace
al paso que marca
cruzar su calle
Algunos se dan cuenta
Solo unos pocos se detienen
se devuelven
a recoger lo caído
Saben que sin ello
no podrían continuar
Al erguirse de nuevo
otra será la calle
otro
el principio
Otro
el caminante
Tempestad
Para escuchar
la cerrera lluvia de madrugada
hay que estar
abrazados
escucharla
abrazados
escuchando
abrazados
sin llorar
Aferrados a un candil
precario
solitario
en medio de una sala
sin espejos descubiertos
donde todas las cosas
han sido veladas
por la ceniza de días
y donde las únicas palabras
audibles
las pronuncia la lluvia
en su furia desatada
Abrazados
escuchamos
el deslave del mundo
en el que nos conocimos
Sin llorar
Luceros en el agua
El mundo estaba ahí
“cuando el primer hombre levantó la cabeza”
Hans Blumenberg
Embriagado de dioses
aquella noche comprendió
y predijo
el eclipse de sol sobre Mileto
Ya caído
de rodillas en el pozo
sorprendió a Tales
que la muchacha tracia
además de sonreír
con sorna y encanto
su mano le ofreciese
Hartazgo
¿De cuál infierno aquella feroz locura
libertaria gesta arrasadora fue?
¿si la libertad del uno condiciona
acaso libertad la del villorrio es?
A orillas del Caribe firmó conjura
desde una isla escondido escribió proclamas
¡canijo mantuano por duelos y culpas
cuántas formas deparó a su cruel venganza!
Miedos destiló contra cualquier criatura
ojo en sangre mano en llamas voz en lanzas
un lobo moderno transmutado a bala
fusiló en la Nueva al mulato de Braganza
A repúblicas aéreas tortura
sus dogmas dictan bayonetas y pólvora
siglo tras siglo inoculan alzaduras
las cinco sílabas de su yambo nombre
En el habla natural de sus rapaces
subsisten trazas de su fecal materia
pozo séptico do el país se encarroña
profunda oquedad hendida en Miraflores
*Los poemas aquí seleccionados pertenecen al libro Orfeado insilio (edición de autor, 2019). Hernán Zamora (1964) es profesor en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela. Orfeado insilio es su décimo de libro de poesía publicado. En 2000 fue ganador del Premio de Poesía Fernando Paz Castillo (Celarg).
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