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Una crisis socioeconómica con un régimen represor: ¿es posible que se repita el Caracazo?

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Desde el 27 de febrero de 1989 han transcurrido 31 años. El levantamiento de los sectores populares de Caracas, conocido como el Caracazo, en contra de las medidas económicas anunciadas por el entonces presidente Carlos Andrés Pérez marcó un hito histórico.

Aunque hoy la crisis socioeconómica es mucho peor que la de 1989, con una hiperinflación nunca antes vista, las posibilidades de que se repita un escenario similar son escasas, afirmaron analistas; esta deducción se basa principalmente en la diferencia entre el modelo democrático que imperaba en ese momento y el régimen dictatorial que actualmente vive el país.

«Las explosiones sociales como las del Caracazo son únicas. No son predecibles ni son fácilmente caracterizadas antes de que se originen y generalmente se producen sorpresivamente», precisó Margarita López Maya, historiadora y analista político.

Para que se genere una explosión social similar, indicó, se requiere de otra cantidad de condiciones -más allá de las económicas- que, a su juicio, «no están en Venezuela».

«La gente cree que cuando el pueblo tiene hambre sale a las calles y explota, pero eso no es así. Ese tipo de explosiones sociales se nutren de condiciones económicas y sociales deterioradas, pero no son suficientes», subrayó López Maya.

Caracazo: el detonante

El 16 de febrero de 1989 el recién elegido presidente Carlos Andrés Pérez anunció una serie de medidas económicas que generaron gran conmoción.

Este paquetazo económico, como se le conoció, incluía acciones que afectaban la política cambiaría, fiscal y social, la deuda externa, el comercio exterior, el sistema financiero y los servicios públicos. Todas ellas sometidas a un programa de supervisión del Fondo Monetario Internacional, al que se solicitaba un crédito para reactivar la economía nacional.

Esto llevó a que el 26 de febrero de 1989 el Ministerio de Energía y Minas anunciara el alza de los precios de la gasolina y del pasaje de transporte urbano e interurbano en 30%, a partir del 27 de febrero.

Pese a que el detonante del Caracazo fue un aumento de pasaje, los analistas afirmaron que la desconfianza en el sistema bipartidista y el descontento ante las altas expectativas creadas por Pérez durante su candidatura tuvieron gran incidencia.

«En su campaña Pérez no ofreció volver a la abundancia de su primer gobierno, pero tampoco lo negó», explicó Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos.

A su juicio, CAP creó la idea de que una vez que llegara al poder el escenario iba a ser similar al de los años setenta. «Pero la percepción luego de sus anuncios fue que la abundancia que la gente tenía como expectativa no se iba a cumplir», agregó.

Los expertos consideraron que en esa época el sistema democrático de libertades -pese al deterioro- permitió que el descontento que existía en la población estallara.

Otros elementos importantes que permitieron este estallido fue la falta de actuación oportuna de los cuerpos de seguridad -que en ese momento estaban en huelga por la falta de salario- y el que las Fuerzas Armadas estaban en los cuarteles y la frontera, no en las calles.

«La sociedad en ese momento tenía derecho de organizarse, de protestar sin que sintieran que la iban a matar en la calle», señaló López Maya.

Además, los medios de comunicación también jugaron un papel importante: como no estaban censurados, transmitieron en tiempo real lo que sucedía por la señal de radio y televisión abierta lo que permitió a la población ver lo que sucedía en Caracas y extenderlo a buena parte del país.

«La desilusión se juntó a la condiciones socioeconómicas muy graves que había en ese momento; el malestar creció, se inició la protesta por el aumento abusivo de pasajes, los medios transmitieron toda la información, los cuerpos de seguridad no actuaron y el gobierno no apareció para informar qué estaba pasando»: estas fueron las características que permitieron el desarrollo del Caracazo, enfatizó la analista.

El escenario actual

El escenario actual de Venezuela es muy diferente al de 1989, indicaron los analistas. Esta situación se debe a la crisis sin precedentes, declarada emergencia humanitaria compleja por la Asamblea Nacional, y al régimen dictatorial de Nicolás Maduro.

A esta crisis originada primordialmente por la destrucción del aparato productivo nacional y de Petróleos de Venezuela, y que abarca una crisis generalizada de servicios públicos, se le suma la emergencia del coronavirus.

«Más allá de la pandemia, es que nos agarra en una realidad económica bastante terrible. El régimen no tiene dinero, por lo que no tiene como decirle a la gente que ha venido manteniendo con cajas CLAP y bonos, ‘yo te voy a proveer para que no salgas durante la cuarentena», señaló Seijas.

Recordó que tanto las remesas internacionales como los rebusques en el mercado informal se ven afectados por el coronavirus, por lo que aumentará la tensión en la cúpula gobernante.

La falta de sustento durante la medida implementada por Maduro para contener la propagación del coronavirus en una población que vive de la economía informal y el día, deja abierta la posibilidad de que se generen focos de saqueos cuya repercusión se vería frenada por los organismos de seguridad del Estado.

«Los saqueos pueden producirse y en la medidas de que la FANB no los repriman, se generalizarán. Hasta ahora eso no ha sido el caso y, además, los sitios de comida no son tantos y los tienen bien militarizados», señaló López Maya.

Un régimen represor: la contención de un estallido

Como medida de protección ante un escenario similar al de 1989, el régimen chavista fue preparando un aparato de represión. Este incluye a la FANB, los cuerpos de seguridad del Estado, los colectivos armados y, desde 2017, a la Fuerza de Acciones Especiales de la Policía Nacional Bolivariana.

«En todo este proceso el régimen fue enseñando lo que tenía para reprimir, poniéndolo en práctica. La gente por experiencia sabe que tiene un aparato represor, que lo utiliza y sabe de qué manera lo utiliza y cuáles son las consecuencias», precisó Seijas.

Los analistas coincidieron que este es el principal muro de contención para los ciudadanos. «La gente sale cuando sabe que puede cambiar la situación saliendo y que los costos de salir son bajos, que no los van a reprimir, que no los van a matar», indicó López Maya.

Seijas, sin embargo, no descarta que este muro no pueda contener más un estallido en medio de esta crisis. No obstante, aclaró que dependerá de las medidas que adopte el régimen en los próximos días.

A esto se le suma, una sociedad fragmentada, con partidos políticos que representan pequeñas organizaciones y una hegemonía comunicacional a favor del chavismo.

«Si estuviéramos en un sistema de libertades, no tengo la menor duda de que ya el estallido hubiera ocurrido», enfatizó el director de Delphos.

@ebritop22

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