El 23 de enero tiene una especial significación en la historia de nuestra nación. Representa la derrota de una la última dictadura del siglo XXI. Durante buena parte de las dos últimas décadas del pasado siglo, la fecha fue perdiendo atractivo para nuestros ciudadanos. Los enemigos de la democracia, entre ellos los comunistas y los militaristas, denostaban de la misma, poniendo de relieve las graves falencias que la democracia entonces tenía.
Y, ciertamente, nuestra democracia del siglo XX presentó desviaciones y vicios severos, pero era una democracia. Una democracia que abrió las puertas a la paz, al progreso, a la modernidad.
Sectores muy importantes de nuestra sociedad hicieron de esas fallas su caballo de batalla para satanizarla y despertar en el subconsciente colectivo el germen del militarismo, que movió a una mayoría en 1998 a pensar que la posibilidad de una vida mejor pasaba por entregar los destinos de nuestra Venezuela a un resentido teniente coronel ejecutor del cruento golpe de Estado en febrero de 1992.
A medida que el proceso autoritario instaurado a partir de 1999 iba perfilándose, y progresivamente sectores de nuestra sociedad fueron tomando conciencia del destino autocrático al que marchábamos, permitió ir valorando la cara positiva que la democracia ofreció a nuestra patria.
Entonces, comenzó a retomarse la valoración positiva de la fecha. A lo largo de estos ya agobiantes tiempos del autoritarismo militarista de inspiración marxista, la sociedad democrática ha reivindicado la jornada de aquel 23 de enero de 1958.
Apelando a diversos medios, se ha buscado elevar la conciencia colectiva de la importancia de la democracia, y un creciente repudio a los métodos autoritarios puestos en marcha por los neosocialistas del siglo XXI.
En la media en que la fecha ha retomado significación, apelando al espíritu de polarización y mimetización que caracteriza a la camarilla gobernante, la autocracia ha pretendido apropiarse también de la fecha.
En este año de 2019 la fecha se ha convertido en el gran movilizador de la sociedad democrática, la cual va a ofrecer un nuevo testimonio de su profundo repudio a un sistema y a una camarilla que se robó el derecho del pueblo de vivir con dignidad y libertad.
La usurpación del poder hecha efectiva de manera clara a partir del pasado 10 de enero, agravada por la destrucción del país, por el hambre y la miseria reinante, tiene nuevamente en pie de lucha a nuestro pueblo.
Las jornadas de libertad vividas en aquella mañana del 23 de enero de 1958 todos deseamos repetirlas para expulsar del poder a uno de los peores equipos humanos que en muchos años no había conocido nuestra nación.
Los tiempos, los hombres y las circunstancias no son iguales, ni se repiten de manera idéntica. No obstante, sirven de estímulo y convocan a los pueblos a emularlos. Hoy día, la inmensa mayoría de nuestros ciudadanos, de la comunidad internacional y de la opinión pública son conscientes de los abusos inaceptables cometidos por los autócratas venezolanos. Por eso, todos los repudiamos y luchamos para expulsarlos del ilegal ejercido del poder.
Este miércoles 23 de enero los venezolanos estaremos masivamente en las calles del país, exigiendo su salida. Solicitando a nuestra fuerza armada el cumplimiento de su deber, y respaldando a nuestra Asamblea Nacional, cuyo presidente está llamado por mandato del artículo 233 de la Constitución a asumir la Presidencia de la República de manera provisional.
Si las circunstancias favorecen el rescate democrático, nuevamente este 23 de enero tendremos motivos para sentir la alegría y satisfacción del triunfo de la justicia, la libertad y la razón. Si aún en la fecha no se logra el cometido, escenario más probable, por la misma naturaleza del régimen, la jornada también nos debe resultar satisfactoria, porque habremos ofrecido un nuevo testimonio de nuestra indomable voluntad de vivir en democracia, y nuestra firme decisión de rechazar la actual situación de usurpación, corrupción y miseria instaurada por el socialismo del siglo XXI.
La convocatoria de la Asamblea a esta jornada de protesta del 23 de enero, debemos asumirla sin predicciones fatalistas, sin ilusiones fantasiosas, y sin falsas expectativas. El proceso de ingobernabilidad crece en el seno de la misma camarilla. Su desmoronamiento se ha venido produciendo, y se va a seguir agravando hasta que finalmente se produzca su salida. Esta dictadura no es viable. Solo que ninguno de nosotros, ni siquiera los mismos integrantes de la cúpula roja, pueden predecir la fecha exacta en la cual el colapso del régimen se presentará.
La clave para los demócratas es la perseverancia y la lucha al lado del pueblo. Orientando adecuadamente, sin crear falsas expectativas para no caer en la frustración. En ese marco debemos entender la jornada de protesta y lucha de este 23 de enero de 2019.
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