Ya este guaraguao no comerá más pollo, fue la expresión de los héroes Antonio de la Maza y Antonio Imbert cuando vieron el cadáver de Trujillo tendido boca abajo contra el pavimento, aquel glorioso martes 30 de mayo de 1961, cuando los dominicanos alcanzaron el objetivo patriótico de ajusticiar al desquiciado asesino y dictador Rafael Leonidas Trujillo, quien venía segando la vida de hombres, mujeres y jóvenes con vocación libertaria. El nuncio apostólico, luego de escuchar los planes de conspiración, había expresado: “Benditos sean los que, para salvar un pueblo, exponen sus vidas eliminando al monstruo”.
Los nombres del teniente Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio Imbert Barrera, Antonio de la Maza, Huáscar Tejada, Roberto Pastoriza y Pedro Livio Cedeño están inscritos en la historia de la lucha por alcanzar la democracia.
Ellos llevaron a término, ofrendando sus vidas, el ajusticiamiento del brutal dictador Trujillo. Libraron el país de proseguir con muertes impunes de inocentes, vejámenes y torturas, marcaron con su conducta heroica un rumbo democrático para la nación dominicana. Se cumplió así la profecía de monseñor Francisco Panal manifestada en una visión: “Una figura le decía que los sufrimientos del pueblo durarán poco tiempo, porque uno de sus hijos tomará justicia”.
El impresentable sátrapa Rafael Leonidas Trujillo asoló la sufrida patria dominicana durante 31 largos años, convirtió ese bello y acogedor país en su hacienda particular. Los 2 hijos varones del tirano resultaron en la vida buenos para nada, ostentaron grados militares desde niños. Trujillo lo que tenía de bestia lo duplicaba en cursilería, les puso los nombres de Radhamés y Ramfis. Este último demostró, al igual que el progenitor, cobardes al fin, un carácter sanguinario. Por más que Trujillo se empeñó en prepararlo para ser su sucesor, el heredero devino en borrachín, jugador y corredor de carros caros, nunca demostró vocación hacia el trabajo, gastó su miserable vida para gozar y consumir el dinero mal habido en Europa.
Camino a la muerte, a la Hacienda María, el 18 de noviembre de 1961, marchan los héroes Modesto, Díaz, Salvador Estrella, Tunti Cáceres, Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejada. Colocados en el patio de la casa al alcance del carnicero Ramfis Trujillo y dos amigotes. Los tres tenían fusiles de largo alcance, sin quitarles las esposas los fusilaron uno a uno. La muerte de los valientes héroes benefició políticamente al ambicioso presidente títere Joaquín Balaguer, quien pudo evitarlas.
¡No más prisioneros políticos, asesinados, torturados, ni exiliados!
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