La actual crisis en Venezuela supone no solo un riesgo político para Rusia, que podría perder a su principal aliado en América Latina, pero también económico, por sus importantes inversiones en el sector petrolero.
La preocupación rusa es tan grande que, este martes, el ministerio de Finanzas de ese país dijo que espera que Venezuela cumpla su próximo pago de deuda programado para fines de marzo por 100 millones de dólares, horas después de que uno de sus principales funcionarios informó que preveía que Caracas tendría problemas para ese pago.
El viceministro de Finanzas ruso, Sergei Storchak, dijo más temprano el martes que Rusia creía que Venezuela probablemente tendría problemas para pagar su deuda soberana con Moscú, en comentarios formulados después de que Estados Unidos impuso sanciones a la petrolera estatal venezolana Pdvsa.
Rusia, al igual que China y Turquía, dio su apoyo a Maduro, frente a la decisión de Estados Unidos y otros países del mundo de reconocer el jefe parlamentario Juan Guaidó como presidente interino del país.
Si Maduro tuviera que dejar el poder, Rusia podría perder una alianza que empezó con el gobierno de Hugo Chávez (1999-2013) y lo convirtió en su principal aliado en la región. Desde entonces, el país también se ha convertido en el segundo acreedor de Caracas, por detrás de China.
Rusia «corre el riesgo que todas las relaciones cultivadas durante mucho tiempo pierdan su valor», explicó Nikolái Petrov, profesor de la Escuela Superior de Economía de Moscú.
Si Maduro cae, «los riesgos de perder sus inversiones aumentarán seriamente», apunta, por su parte, Daniel Rozental, un especialista de Venezuela en la Academia de Ciencias rusas. En diciembre, durante una visita de Maduro a Moscú, Rusia prometió invertir 6.000 millones de dólares en el sector petrolero y minero del país.
Kaláshnikov y petrodólares
«Al principio los acuerdos con Rusia eran sobre todo militares, con grandes pedidos de tanques, de fusiles kaláshnikov y de aviones Sukhoi. Rusia acordó préstamos para financiar estas compras militares. Y luego se crearon relaciones en el sector del petróleo», explica Serge Ollivier, un historiador especialista de Venezuela, profesor e investigador en la universidad Panthéon-Sorbonne.
Desde 2005, Venezuela compró un total de 11.000 millones de dólares en armas rusas, según los cálculos de varios medios del país, lo que convierte a Moscú en el primer proveedor de armas del país sudamericano.
Algunos medios afirman que varias compañías privadas rusas están en Venezuela para apoyar a Maduro, algo que el Kremlin niega.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, advirtió que Moscú haría «todo los posible» para apoyar a Maduro, mientras el Kremlin aseguró que quería «defender sus intereses en el marco del derecho internacional». «Rusia luchará por sus contratos y por sus deudas», asegura Vladimir Rouvinski, un especialista de relaciones entre Rusia y América Latina.
Pero «el Kremlin admitió que también podría conversar con otras fuerzas en
Venezuela a condición de que la transferencia de poder sea legítima». En el sector petrolero, Rusia invirtió miles de millones de dólares, principalmente a través de la petrolera semipública Rosneft, dirigida por el influyente Igor Sechin, muy cercano a Vladimir Putin, que visita Caracas con frecuencia.
Rosneft participa en varios proyectos de exploración y de producción de petróleo y gas en Venezuela junta a la petrolera nacional venezolana Pdvsa, ahora bajo sanciones de Washington.
Una parte de la deuda de Venezuela con Rusia se reembolsa con hidrocarburos en virtud de acuerdos entre Pdvsa y Rosneft. Rusia aceptó además reestructurar esa deuda en varias ocasiones.
Acuerdos arriesgados
«Al cerrar el acceso de Caracas a Wall Street en 2017, Trump llevó al gobierno a acercarse más a Moscú y Pekín para buscar financiación.
Maduro no tuvo otra opción que pedir más a Rusia, que lo aprovechó para obtener acuerdos interesantes, pero muy arriesgados», afirma Serge Ollivier. »Los rusos se aprovecharon de la vulnerabilidad de Caracas», según este historiador, «pero no consiguen cobrar como esperaban» a causa del «estado catastrófico de las infraestructuras petroleras del país y de la decadencia de de Pdvsa».
«En las negociaciones internacionales futuras, la única posibilidad de que Rusia acepte una transición política en Venezuela sería obtener garantías sobre sus activos», añade Ollivier.
En la televisión pública rusa, la crisis de Caracas fue comparada a la revolución en Ucrania de 2014, que hizo caer al presidente prorruso, provocando la cólera de Moscú.
Sin embargo, según Daniel Rozental, «el pragmatismo prevalece en Rusia», incluso si llegara la oposición al poder. «Pelearse con Rusia no es racional» para Venezuela, apunta.
Principales razones para un ‘no’ de Putin
En primer aspecto, Venezuela mantiene con Rusia una deuda que asciende a 10.000 millones dólares. Ante la falta de dinero, el régimen responde a sus compromisos comerciales con el envío de barriles de crudo. Pero, según reveló en diciembre una fuente cercana a Pdvsa, estaría cumpliendo por la mitad de lo pactado (300.000 barriles por día en lugar de 600.000).
En segundo, Rusia, que enfrenta un momento de estancamiento económico y un creciente descontento social, cuenta con fondos limitados para campañas internacionales.
Según un análisis del Wall Street Journal, la crisis en Venezuela es para Rusia similar a las de Ucrania y Siria. En esos casos, el apoyo de los Estados Unidos a las fuerzas opositoras amenazó a los aliados de Moscú, que durante décadas habían comprado armamento ruso y habían abierto las puertas a la inversión rusa.
Por último, según un funcionarios ruso citado por el WSJ, la frustración de Putin con Maduro aumentó después que el año pasado Rusia envió a Caracas una delegación de funcionarios del ministerio de finanzas con un plan para estabilizar la desastrosa situación económica del país. Pero ese plan fue rechazado por el régimen, que lo consideró demasiado drástico y pidió más ayuda financiera.
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