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La gestión educativa: ¿esfera de los derechos humanos?

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Por Carmen Sulay Rojas

Una de las actividades más importantes para la gestión educativa es la de los derechos humanos. Hoy, a pesar de las adversidades, es fundamental formar un ser consciente, equiibrado y sensible ante la realidad existente, tanto en el plano interno como externo de la sociedad en la cual contextualiza con la educación y sus elementos socio-culturales.

Ante semejante realidad no puede obviarse la titánica tarea de transformar y moldear al ser humano en sus componentes cognitivos, conductuales y emocionales, razón por la cual en ese oxigonio deberían estar fundamentados los principios del conjunto de derechos humanos que se explanan sobre las actividades educativas y los espacios sociales.

La educación en derechos humanos en un ámbito educativo que se respete a sí mismo, y que a su vez sirva de ejemplo en la interacción de promover una persona integral sobre los preceptos consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos que fueron acordados por los Estados firmantes de la I Convención sobre los Derechos del Niño (1989), así como en la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Lopna, 2007), esta última como instrumento que rige en Venezuela los derechos de la población mencionada, no puede estar sujeta en un mar de contradicciones que establezca en sus planteamientos unos parámetros de buenas intenciones, cuando en la praxis se observa todo lo contrario, porque con ello no solamente se violaría de manera absoluta lo que se establece como principios fundamentales, sino que es allí donde no existirían argumentos para explicar a los niños y adolescentes las grandes diferencias entre la teoría y la praxis -máxime relacionados con ellos-, en la que una cosa son los derechos y otra la gradualidad en el ámbito efectivo de su aplicación.

Ahora bien, ¿qué están haciendo los responsables de las acciones educativas para fomentar el conocimiento de los derechos humanos y cuáles actividades están proponiendo entre los estudiantes de los niveles de primaria y secundaria?

Es esencial recordar que la Asamblea General sobre este tema llevada a cabo en 1994, proclamó el período comprendido entre 1995 y 2004 como el Decenio de las Naciones Unidas para la educación en la esfera de los derechos humanos, documento en el cual se fijó de manera absoluta que: “(…) La educación en la esfera de los derechos humanos no debe circunscribirse al suministro de información, sino que debe constituir un proceso integral que se prolongue toda la vida mediante el cual las personas de todos los niveles de desarrollo y de todos los estratos de la sociedad aprendan a respetar la dignidad del prójimo y cuáles son los medios y mecanismos de velar por ese respeto en todas las sociedades” (Declaración Universal de los Derechos Humanos Art. 26.2).

En el aula, la educación en derechos humanos debe impartirse prestando la debida atención a la etapa de desarrollo de los niños y sus contextos sociales y culturales para que esos principios tengan sentido para ellos. Por ejemplo, para los niños entre 6 y 12 años  puede centrarse en el desarrollo de la autoestima, la empatía y sensibilización respecto de los problemas de los demás, así como en el fomento del respeto de los derechos humanos dentro de la escuela. Y los mayores de 12 años, desde una perspectiva de excesiva tecnología, deben comprender que sus derechos están basados en una práctica del ser, hacer y convivir, y por ende, orientar un pensamiento analítico asociado con la realidad.

En esos términos, el Ministerio de Educación como ente rector del sistema educativo y como garante de los derechos educativos creó a partir de 2005 el programa de defensorías educativas, cuyos principios rectores han sucumbido ante las decisiones sin consulta entre los integrantes de la comunidad educativa, o sea, como lo explica José Saramago en su escrito Ensayo sobre la ceguera, las erradas posiciones políticas terminan destruyendo cualquier vestigio de derechos humanos.

En Venezuela, el deterioro de las infraestructuras en los planteles, las deficiencias nutricionales del programa de alimentación escolar que los estudiantes esperan con máxima decepción ante lo poco que consumen, ha generado un aumento considerable en la deserción estudiantil y docente, personal este último que se marcha despavorido ante un salario integral que no alcanza para satisfacer los requerimientos básicos de sus familias, mientras los estudiantes no regresan ante la “pelea de unos y otros”, hasta por un pupitre que no encuentran, o lo que es peor, buscando el cómo sobrevivir. En esa realidad, la gestión educativa poco puede hacer para educar en la esfera de los derechos humanos. Es simple. La teoría ha muerto con la praxis de derechos humanos en la educación venezolana.

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