Opositores venezolanos, liderados por el presidente interino, Juan Guaidó, retarán este sábado en las calles al mandatario Nicolás Maduro para exigirle que abandone el poder, justo en la simbólica celebración del 20 aniversario de gobierno chavista.
A las 10:00 fueron convocados oficialistas y opositores en momentos de alta tensión, con un mandatario desconocido por parte de la comunidad internacional y un opositor con respaldo de Estados Unidos, América Latina y las potencias europeas.
La marcha opositora enviará «un mensaje a la Unión Europea (UE)» para agradecer a «todos esos países que muy pronto nos van a reconocer», dijo el jefe parlamentario, que se juramentó el 23 de enero cambiando el panorama político de la larga crisis venezolana.
Los opositores, que se concentrarán frente a la sede de la UE en el este de Caracas, marcharán en apoyo al ultimátum que dieron a Maduro Francia, España, Alemania, Reino Unido, Portugal y Holanda para que acepte «elecciones libres» o de lo contrario reconocerán a Guaidó como presidente encargado.
Guaidó, de 35 años de edad, se juramentó luego de que el Congreso declarara a Maduro «usurpador» tras asumir el 10 de enero un segundo mandato que considera ilegítimo -al igual que parte de la comunidad internacional- por resultar de comicios «fraudulentos».
Pero Maduro, 21 años mayor que su contrincante, asegura contar con China y Rusia y ser víctima de un golpe de Estado en marcha, en el que Washington usa de «títere» a Guaidó.
Sin embargo Guaidó, en declaraciones este sábado al South China Morning Post, tendió una mano a China, prometió que cumplirá los acuerdos bilaterales y dijo que estaba dispuesto a iniciar el diálogo con Pekín «tan pronto como sea posible».
Con la clara intención de mantener contacto con todas las partes, el ministerio chino de Exteriores había indicado el viernes que China y Venezuela «cooperan de forma pragmática desde hace mucho tiempo» y que «independientemente de la evolución de la situación nada de esto se verá afectado».
Temor a la violencia
«Calle y más calle para defender la patria y la revolución», lanzó Maduro a sus seguidores, que se concentrarán en la Plaza Bolívar, corazón de Caracas, a 10 km de la sede de la UE. Sin embargo, con cada marcha surge el temor a la violencia.
Disturbios dejaron la semana pasada unos 40 muertos y 850 detenidos, según la ONU, y en 2014 y 2017 dos oleadas de protestas se saldaron con al menos 200 fallecidos.
El 20° aniversario llega cuando el país sufre la peor crisis de su historia moderna, con una hiperinflación que el FMI proyecta en 10.000.000% este año y su petrolera Pdvsa, que financia 96% del presupuesto, colapsada.
En default y con una producción en caída libre, la estatal está siendo estrangulada por sanciones de Estados Unidos.
Huyendo de la crisis, con escasez de comida y medicinas, unos 2,3 millones de venezolanos (7% de la población) emigraron desde 2015, el mayor éxodo de América Latina en las últimas décadas, según la ONU.
Lenis Carrillo, de 43 años, dice «sentir otro aire» con Guaidó. «Tenemos que seguir hasta que la dictadura se vaya porque la gente está muriendo de hambre».
Maduro, sostenido por la Fuerza Armada, asegura que desde que llegó al poder en 1999 el líder socialista Hugo Chávez, fallecido de cáncer en 2013, la revolución ha velado por los pobres con programas sociales.
«El gobierno me dio la oportunidad de tener casa. A mí nunca me ha gustado la derecha porque no quieren a las personas de a pie. Todavía tenemos fe en la revolución», dijo a la AFP Rodolfo Pariata, de 47 años.
Guaidó apunta a quebrar la lealtad de los militares -sostén de Maduro- con una amnistía si cooperan con un «gobierno de transición».
En su «Plan País», Guaidó ofrece la llegada de ayuda humanitaria, mejorar los servicios públicos -gravemente deteriorados-, frenar la hiperinflación, una nueva política monetaria y renegociar de la deuda externa, de unos 150.000 millones de dólares.
Maduro, por su parte, culpa a la derecha y a las sanciones de Estados Unidos de la crisis, rechaza la ayuda humanitaria por considerarla la puerta a una intervención militar y promete «prosperidad», aunque con el mismo modelo económico de control estatal.
Forcejeo internacional
La comunidad internacional y particularmente Estados Unidos inclinaron la balanza en este conflicto de poderes que inició a fines de 2015 cuando la oposición tomó el control de Parlamento, asestando la primera gran derrota electoral al chavismo.
Estados Unidos no descarta una acción militar ni sanciones adicionales; mientras Europa aumenta su respaldo a Guaidó.
El pasado jueves, el Parlamento Europeo reconoció a Guaidó como presidente interino, presionando a la UE.
Maduro rechazó el ultimátum -que vence el domingo-, lamentando que la UE se ponga «a la cola» de Donald Trump.
«El imperio norteamericano, las viejas potencias colonialistas de Europa y un puñado de gobiernos oligárquicos entreguistas pretenden ponerle la mano al poder político y a la riqueza en Venezuela», denuncia el líder socialista.
Buscando una salida, la UE creará un Grupo de Contacto de países europeos y latinoamericanos de «90 días» de duración, mientras que México y Uruguay convocaron a una conferencia internacional con «países neutrales» el 7 de febrero en Montevideo.
Maduro ha llamado reiteradamente a una negociación, pero Guaidó insiste en que cualquier diálogo debe ser para definir la salida del «dictador».
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