Un modelo real para Venezuela
La feroz actuación del Ejército de Adolf Hitler dejó al planeta bañado en sangre y a Europa en un estado de destrucción tal, que ciudades enteras quedaron en ruinas humeantes por los incesantes bombardeos de la Luftwaffe, la aviación militar alemana, que con los presos de campos de concentración cubría sus necesidades de mano de obra para fabricar sus aviones y repuestos. En 60 millones de seres humanos se ha calculado el número de víctimas de aquel diabólico episodio que dejó al planeta bañado en sangre.
El Plan Marshall
Derrotado Hitler se planteó la necesidad de atender dos requerimientos fundamentales: 1) Posibilitar la vida de millones de seres humanos que sobrevivieron al horror, actividad que requería reconstruir las ciudades que quedaron en escombros, y 2) Hacer justicia a los autores de aquella tragedia. Para ambos objetivos, Estados Unidos implementó un programa al que destinó 13 millardos de dólares: el conocido Plan Marshall con el que se hizo posible lo primero. Para el otro objetivo también Estados Unidos logró concretar una propuesta para formar una estructura jurídica en la cual convinieron los países que actuaron aliados para enfrentar a Hitler, y así llevó a Francia, Inglaterra y a la Unión Soviética a promulgar el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Núremberg.
Y se hizo justicia
El 8 de agosto de 1945 se firmó en Londres la carta creacional del Tribunal Militar Internacional para enjuiciar a los principales criminales de guerra del Eje Europeo, y en un proceso de 14 meses dictó sentencia contra 21 acusados, de los cuales 12 tuvieron pena de muerte en la horca, otros tuvieron cadena perpetua y también hubo condenas por 10 y 20 años de cárcel. Los nazis de rangos menores fueron enjuiciados posteriormente en sus respectivos países y sobre ellos recayeron similares condenas.
Los que escaparon
Un puñado de nazis escapó a distintos países y se mimetizaron en ellos con identidades falsas y hasta con operaciones estéticas para cambiarse sus rostros, pero el judío Simón Wiesenthal, quien fue prisionero en campo de concentración, dedicó su vida a perseguirlos y logró la captura y extradición de varios de ellos a Israel; por eso se le llamó “el Cazador de Nazis”. El más famoso fue Adolf Eichmann, a cargo de quien estuvo el programa Solución Final, con el que se asesinaron millones de judíos en campos de concentración.
Eichmann, con el rango de teniente coronel del régimen nazi, estuvo huyendo por varios países hasta que finalmente se escondió en Argentina, donde logró estar impune durante 10 años hasta que por el incesante rastreo que le hizo el Cazador de Nazis con la Mossad pudieron ubicarlo, apresarlo y llevarlo hasta Jerusalén, donde se le juzgó y condenó a muerte. Su defensa consistió en obediencia debida y que cumplía órdenes superiores, pero el tribunal la desechó y lo sentenció a la horca como culpable de genocidio, lo cual se ejecutó el 31 de mayo de 1962.
La Venezuela posterior a Chávez/Maduro
Se ha presentado un Plan País para la reconstrucción en el que se observa que en el rubro justicia apenas se han esquematizado algunas líneas muy difusas; se entiende que no es un programa hecho a detalle sino los lineamientos marco, pero no se puede abordar esta área sin esbozar aspectos esenciales como la forma de dar respuesta a lo urgente, como sería la inmediata devolución de bienes expropiados, lo cual requiere, entre otras cosas, desbaratar la maraña jurídico-administrativa que se creó para tales desafueros y restablecer la legalidad correspondiente.
El esquema macro ha de ser similar al del final de la Segunda Guerra Mundial: reconstrucción y justicia. Plan Marshall y Plan Núremberg. Al igual que se impone hacer planes para reconstruir el tejido social, para la recuperación de la economía y la reconstrucción del aparato productivo requeriremos uno para hacer justicia. Necesitaremos implementar un sistema jurisdiccional en dos niveles: uno, el ordinario que se hará reorganizando la estructura del Poder Judicial, y otro, el extraordinario, el necesario para hacer justicia al genocidio sufrido en nuestra patria, y que, respetando normas elementales del debido proceso, se tomen medidas especiales.
Para el nivel de justicia ordinaria básicamente hay que reconstruir el Poder Judicial, nombrar jueces por concurso de urgente realización, a fin de que se pueda entonces destrabar la parálisis que allí existe. Para el nivel extraordinario hay que crear un tribunal especial bajo el modelo de Núremberg que juzgue de inmediato a los deudores de violaciones de derechos humanos estatuyendo la cadena perpetua, eliminando para ello el límite de 30 años que como pena máxima tenemos establecido, y permitiendo el juicio en ausencia si luego de ciertos trámites mínimos de publicidad no comparecen a ponerse a derecho, complementando esto con la búsqueda tipo Simón Wiesenthal, el Cazador de Nazis.
Jurisdicción universal
Y es que lo ocurrido en Venezuela en estos años no tiene parangón; ha sido un genocidio con miles de víctimas. El dolor y la sangre, la destrucción y el horror que asolan a la patria no podrá ser sanado sin castigo ejemplar que sirva como disuasión para otros pretendientes a implantar este infierno; por ello también deberemos darnos un código de jurisdicción universal que nos permita perseguir al delito transnacional, el que quiera que se cometa, como lo tiene diseñado Alemania en su Código contra Delitos Internacionales.
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