Lo recuerdo tan vivamente y la memoria casi me sangra de lo vívido que se revelan las imágenes en mi kilo doscientos gramos de masa encefálica. Por supuesto que eran otros tiempos, obviamente más propicios al vagabundeo de la razón rebelde y la sensibilidad desobediente. Venezuela vivía en democracia, naturalmente imperfecta como toda democracia que se precie de tal y la vida cultural del país era una constante expresión de efervescencia de creación artística y cultural.
De norte a sur, de este a oeste, Venezuela estaba sembrada de universidades públicas, autónomas, democráticas y verdaderamente populares. Las casas de estudios superiores tenían en su organigrama de funcionamiento un vicerrectorado de extensión cultural y una dirección de cultura desde donde se promovía la actividad teatral, musical, plástica, literaria y demás manifestaciones científicas y artísticas para canalizar la libre creación de las mejores potencialidades del espíritu dentro y fuera de la Academia universitaria.
Los poetas se refugiaban en las editoriales oficiales y privadas del país, dictaban clases en instituciones educativas de Educación Media y Superior para proveerse sus proventos a fin de garantizarse un nivel de vida más o menos digno acorde con su elevada misión estética y espiritual en la sociedad.
La UCV fue un magnífico reducto de hombres y mujeres consagrados a la creación escritural desde las escuelas de Letras, Comunicación Social, Sociología y Educación se promovían boletines y revistas que daban plena acogida a escritores y cultores de las letras en los más variados géneros.
La ULA fue un prodigioso bastión de fomento de cultura y arte de la más distinguida y noble prosapia científica y técnica, el CDCHT (Consejo de Desarrollo Científico Humanístico y Tecnológico) era un constante hervidero de incubación de pensamiento creador autónomo de aliento universal. Otras casas de estudios superiores fueron centros vigorosos de auspicio y promoción de revistas y colecciones editoriales de grandes repercusiones nacionales e internacionales gracias a la certera gestión de grandes venezolanos de aquilatadas virtudes cívicas y morales cuya mención no haremos en estas líneas por temor a dejar por fuera a personalidades de insoslayable peso y trayectoria artística y cultural ya sea que estén vivas o hayan partido de este plano terrenal.
Muchos de esos prohombres fundadores de nuestro corpus poético nacional que otrora ostentaron la digna nomenclatura de poetas, hoy son tristes y lamentables mercachifles exégetas justificadores de la tiranía comunista que impera en Venezuela con asquerosa impunidad sembrando los cuatro costados cardinales de miseria, hambre y terror a diestra y siniestra.
Los admirables poetas de antaño trocáronse en vergonzantes hazmerreír palaciegos y cortesanos del horror… han devenido ex poetas hilvanadores de coartadas argumentativas del régimen de facto. Los antiguos heraldos de la contestación metafórica y discursiva del verbo escrito se transformaron en miméticos figurones decorativos de la antiestética y el kitsch, del mal gusto repelente y vomitivo. Los “poetas” de la revolución comunista en Venezuela ven con buenos ojos y con infantil beneplácito la constante y reiterada intervención de factores políticos y militares de países ajenos a nuestra idiosincrasia en los asuntos internos de nuestra política nacional.
Hasta hace poco más de 20 años esos “arlequines del verso militante y miliciano” se atoraban con estructuras lexicales y morfosintácticas antiimperialistas y rabiosas apologéticas soberanistas e independentistas; hoy apenas abren la boca ante la bota extranjera que ha osado ollar nuestro sagrado suelo patrio. Ante la invasión de combatientes internacionalistas en el tejido político institucional del país “nuestros” mefistofélicos “poetas de la trapa y la ignominia” guardan mutis aberrante y escandaloso.
Los “poetas” lamesuelas de la revolución bolivarera petrolizada (poetas petronilos) caminan cabizbajos por calles de Venezuela aguantando la pela autoflagelante que ellos mismos han decidido infligirse en nombre de su burundanga ideológica comunista. Y así vamos en este roto y destartalado remedo de país que va quedando hecho girones de la rebatiña neocolonial del intervencionismo ruso-chino-turco-cubano… cada quien cargando su saco como puede; yo como puedo cargo el mío, pero siempre del lado de la democracia. Entretanto, la historia se va encargando de poner a cada quien en su sitio; después no nos quejemos de la “elección” que hicimos durante el tránsito por este valle de lágrimas.
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