El comerciante Javier Astudillos ríe con amigos a la orilla del agua en una de las principales playas del estado Vargas. A un lado queda la crisis que afecta al país.
El hombre, que viste una colorida franela y se protege del sol con abundante bloqueador y lentes oscuros, sirve tragos y reparte comida a quienes le acompañan el lunes de Carnaval. Este asueto sirvió a los venezolanos, que podían permitírselo, tomarse unas cortas vacaciones.
«¿Qué crisis, vale? ¿Estás loco? En crisis están aquellos que están afuera, aquí nosotros somos felices en Venezuela«, dijo a EFE el caraqueño de 60 años de edad.
Venezuela atraviesa una de las peores crisis de su historia moderna, con alta conflictividad política y una de las mayores caídas de la economía de la que se tenga conocimiento.
Hace unos meses, la crisis se expresaba en hiperinflación y una marcada escasez de productos básicos y medicinas. Pero ahora los anaqueles lucen llenos, solo que los elevados precios no permiten que la mayoría de los venezolanos se abastezcan.
En paralelo, los servicios públicos sufren su propia crisis, con constantes apagones y fallas en el suministro de agua en gran parte del país.
Playa, sol y música
Pero en contraste con esta realidad, miles de caraqueños bailaban y se divertían el lunes en el agua de las playas de La Guaira.
Otros disputaban improvisados torneos de fútbol de playa, e incluso disfrutaban de conciertos gratuitos financiados por la Gobernación chavista de Vargas. Cabe destacar que sobre este punto han llovido críticas de la oposición por el gasto para las fiestas.
«Mira como está esta playa, rico, y así dicen que Venezuela está pobre», insiste Astudillos.
«Me da cosita con aquellos venezolanos que se fueron a trabajar a otros países, pasando trabajo en otros países. Yo fui a Colombia y vi a los venezolanos como se joden para ganarse 5.000 pesos», asegura.
Cifras de la Organización de las Naciones Unidas señalan que cerca de 5 millones de venezolanos han emigrado en los últimos años. De ellos, aproximadamente 2 millones se han radicado en Colombia.
«Alegría y carisma»
El oficinista Albert Yussef toma el sol mientras se mueve al ritmo de la música electrónica que sale de las bocinas que tiene cerca. Pero quizás baila con la salsa en vivo o los varios géneros urbanos que se mezclaban y confundían en la playa conocida como Alí Babá.
«Eso es lo que dicen», dice a EFE al señalar que el país, en efecto, atraviesa una severa crisis. «Pero el venezolano siempre tiene su alegría, su carisma, nos caracterizamos por eso. Siempre buscamos la solución al problema y no problemas a la solución», añade este empleado de una cadena de farmacias.
El hombre de 30 años de edad señala que desde su puesto en la farmacia ha podido observar a personas que lamentan la escasez concreta de algún fármaco o los altos costos de otros.
«La gente siempre se va a quejar», dice al respecto, aunque reconoce que no todos pudieron disfrutar de los Carnavales esta vez.
Aupados por el régimen de Maduro
Nicolás Maduro declaró como día no laboral el viernes de la semana pasada, una manera de alargar las fiestas carnestolendas.
En la televisión estatal circulan con insistencia los mensajes oficiales que instan a la población a desconectarse estos días: «No te quedes en casa y diviértete en familia», dice una de las cuñas que más se repite.
Pero desde mañana los venezolanos regresarán a la realidad y volverán a toparse con la severa crisis que padecen. Esa por la que muchos han visto a familiares y amigos emigrar.
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