El año pasado, Eduardo Méndez cumplió una década como director ejecutivo del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela.
Han sido tiempos convulsos. Le tocó asumir la conducción de la institución luego de la muerte de su mentor y fundador del Sistema, el maestro José Antonio Abreu, ocurrida el 24 de marzo de 2018; manejar con mano izquierda el conflicto entre Gustavo Dudamel, director artístico de la organización, y Nicolás Maduro luego de la declaración política del músico barquisimetano, y ahora lidera la transformación y adaptación del programa para mantenerlo a flote en medio de la crisis más compleja en la historia del país, que ha tocado financiera e ideológicamente al sistema de orquestas.
Méndez, abogado y músico de 41 años de edad, luce optimista y enfocado en buscar soluciones junto con el enorme equipo que conforma el Sistema, que hoy día, con 45 años cumplidos el 12 de febrero, tiene un registro de 1.012.777 niños y adolescentes, 443 núcleos y 1.704 módulos en todo el país.
El músico y gerente, que se formó durante 16 años al lado del maestro Abreu, reconoce que la crisis ha afectado la institución, pero eso no significa que no sea posible, por ejemplo, alcanzar la meta de 2 millones de niños inscritos para 2025, como vaticinó Maduro el año pasado, o que logre cumplir otra de las ambiciosas metas del maestro: la creación de un sistema mundial de orquestas que permita una colaboración constante entre organizaciones musicales. El Sistema sigue contando, aunque no como en años anteriores, con un significativo apoyo del Estado. El presupuesto de 2019 fue de 65.909.327.888 bolívares.
Para celebrar este aniversario, la institución estrena nuevo logo, uno colorido, juvenil, fresco, con el que, explica Méndez, quieren oficializar el nombre con el que nacional e internacionalmente se conoce a la organización: el Sistema, más allá de su título legal, Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, o el de Fundación Musical Simón Bolívar, órgano rector de la organización adscrita al Ministerio del Despacho de la Presidencia. Esta renovación incluye otro lema: «Música para todos».
El Sistema celebrará durante todo 2020 sus 45 años en homenaje al maestro Abreu. Entre la programación se encuentra que el 22 de febrero, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, la Sinfónica Simón Bolívar y la Coral Nacional Simón Bolívar se unen para interpretar la Sinfonía Nº2 en Do Menor Resurección de Gustav Mahler, dirigida por Christian Vásquez. Será a las 4:00 pm en el Centro Nacional de Acción Social por la Música, en Quebrada Honda; el 28, la Orquesta de Rock Sinfónico Simón Bolívar le rendirá tributo a la banda Apocalyptica. Y el 14 de marzo será el cierre del ciclo dedicado a Beethoven a cargo de la Sinfónica Simón Bolívar y la Coral Simón Bolívar, dirigidas por Jesús Uzcátegui.
«No se cumplen 45 años todos los días. Y para una institución como esta, con toda la gente que ha pasado por ella, nos sentimos orgullosos de esta celebración. Lo único que lamentamos es que no nos acompañe nuestro querido maestro Abreu», dice Méndez, quien adelantó que en junio se realizará el Festival Música para Todos, una puesta en escena entre las agrupaciones que interpretan géneros populares y las que hacen música académica.
—45 años cumple Sistema. ¿Cuál es su balance? Incluso de su gestión como director ejecutivo, cargo que ocupa desde hace 10 años.
—45 años se dice fácil. Pero son muchos años de labor ininterrumpida en el país. Sin duda ha sido una labor que ha llevado un mensaje de paz, de alegría, de muchísima motivación a niños y jóvenes. En estos 45 años el Sistema desarrolla una amplitud de conocimiento que comienza con la música orquestal, continúa en la música coral y hoy contamos con 12 programas diferentes de tipo académico que se dedican a distintas áreas. Pero siempre usando la misma metodología.
El Sistema se expandió. Ahora desarrolla la música tradicional venezolana, la música popular, el rock, el jazz. Una gama que quizás a lo largo de los años ha permitido que la metodología se adapte a estos géneros y pueda producir lo que hoy tenemos, como una gran cantidad de actividades conexas y géneros conexos.
La institución también se ha dedicado a la enseñanza de los más chiquitos. Empezó con jóvenes, pero ha adaptado su metodología a niños cada vez más pequeños. Tenemos el Programa de Nuevos Integrantes, que incluye niños prácticamente desde que están en el vientre materno.
Asimismo, ha adaptado su metodología a la enseñanza de adultos, como es el caso de nuestro Programa Penitenciario, que está en siete u ocho centros de reclusión. Se ha adaptado también como un vehículo de esperanza en los hospitales. En nuestro Programa Hospitalario los niños que están sometidos a enfermedades terminales reciben motivación por medio de la enseñanza de la música.
—¿En cuántos hospitales está presente el Sistema?
—El Sistema funciona formalmente en tres hospitales. Pero también está presente en distintos espacios o atiende a jóvenes y niños enfermos. Las agrupaciones de cada núcleo han ido a distintos centros asistenciales cercanos a ofrecer conciertos. El programa ha avanzado a lo largo de los años en cuanto a metodología de enseñanza. Los niños que hace 10 años tocaban obras de cierta dificultad, hoy enfrentan sinfonías de Mahler a temprana edad.
Eso quiere decir que ha evolucionado la metodología del Sistema y que ha permitido cubrir cada día muchos más espacios. Por ejemplo, uno de los proyectos trascendentales del Sistema ha sido su entrada a escuelas públicas con el programa Simón Bolívar. Se enseña cuatro, música tradicional venezolana. Se transforman esos espacios en musicales. Esto ha permitido que se alcanzara esa cifra de 1.012.777 niños. Sin duda, gran parte de ellos están en estas escuelas públicas.
—¿Esa cifra ha crecido? Es el registro que se tenía hasta el año pasado.
—No podemos decir que ha crecido. Las dificultades del país, sin duda, han hecho también que el Sistema tenga ciertas deserciones. En efecto, al comienzo del año escolar hay un reimpulso de inscripciones, nuevos ingresos. Pero durante el año hay unos que se van ya sea porque su familia se ha ido del país o por problemas de transporte, dificultades que enfrenta todo el país. No hemos podido crecer de ese número debido a esa situación.
—Pero el promedio por encima del millón se mantiene.
—Sí. Nuestra lucha es mantener siempre lo que se ha hecho. Hemos estado haciendo reorganizaciones de espacios para combinar algunos núcleos con otros para poder ofrecer el servicio educativo a todos de igual manera. El reto es nunca bajar la cifra, sino siempre tratar de incrementarla. Pero, sin duda, es un momento en el que no hemos podido seguir creciendo.
—Me queda la pregunta sobre sus 10 años como director ejecutivo. ¿Cuáles han sido los retos, también tomando en cuenta la muerte del maestro Abreu?
—Un reto superdifícil, superduro que tenemos por delante. No es fácil continuar una labor como esta en las condiciones en las que estamos. El país ha sido realmente bendecido con un trabajo como el que nos dejó el maestro Abreu. Siempre he dicho que en el momento en que nos dejó físicamente se multiplicó en muchos maestros Abreu. Personalmente, tuve la oportunidad de trabajar con él más de 16 años. Una experiencia única para mí. Me llenó de mucho conocimiento, de mucha energía. Es un reto complicado mantener lo que existe, continuar los procesos de innovación, darle equilibrio a lo que significa una organización de más de 8.000 trabajadores y más de 1 millón de beneficiarios. Tuve la oportunidad de estar frente a la dirección ejecutiva junto a él cuando todavía estaba trabajando. Era, por supuesto, un gran orientador, un gran consejero, un gran visionario.
De alguna manera hoy día seguimos en ese camino, con su mística, tratando de mantener la motivación, los espacios para que niños y jóvenes sigan desarrollándose. El Sistema es una generación joven. No importa la edad de los maestros o niños. Es una organización queriendo innovar. En este momento hago con las nuevas generaciones lo mismo que el maestro hizo conmigo con el objetivo de que siempre haya posibilidad de crecimiento, de alternabilidad.
—Se cumplirán pronto dos años del fallecimiento del maestro Abreu. ¿Cómo ha afectado su ausencia física la operatividad del Sistema? ¿Qué dejó pendiente el maestro?
—No se afectó la operatividad propiamente, pues ya él de alguna manera estaba preparando desde hace un tiempo esa transición. Se encargó de formar siempre a las personas, no solo en mi caso, sino a líderes jóvenes, como los llamaba, para que pudiesen continuar en las distintas posiciones y espacios. La operatividad ya estaba dada. Incluso en vida ya había delegado muchas actividades en muchos de nosotros.
—¿Dejó muchos proyectos pendientes?
—Sí, claro. El maestro dejó varios proyectos pendientes. El desarrollo de la orquesta infantil siempre ha sido como un proyecto que, aunque no es nuevo, tiene nuevos contenidos. No es lo mismo la orquesta infantil de hace 10 o 20 años que la de hoy día. La internacionalización del Sistema es el proyecto cumbre para el maestro.
—¿Aún más?
—Aún más, sí. Cuando hablamos de internacionalizar no solo es ser reconocidos o viajar a dar conciertos. El maestro Abreu siempre tuvo el sueño, y creo que pronto se le hará realidad, de hacer el sistema mundial de orquestas y coros juveniles e infantiles. Él siempre pensó que esto era un programa que había sido gestado en Venezuela por venezolanos, que ha sido absolutamente exitoso con sus pros y contras, pero que ha dado resultados muy positivos para el país.
Es un programa que puede ser replicado en cualquier parte del mundo con sus respectivas adaptaciones. Hoy ya son 70 países que de alguna manera replican el Sistema. La idea del maestro era buscar la fórmula de estandarizar ese proyecto en el mundo y que pudiese ser aplicado manteniendo lo más fiel posible la metodología del Sistema. En este proyecto estamos trabajando con nuestros aliados internacionales. Creo que estamos cercanos a lograrlo.
—Es un proyecto bastante ambicioso.
—Es un proyecto ambicioso porque sin duda es como recapitular toda esa gente que ha estado inspirada a lo largo de los años por el maestro y por el proyecto en el mundo, así como aquellos que aún no lo conocen, para promoverlos para que también lo hagan. Y que de este modo se puedan agrupar en una gran red de colaboración. Eso es lo que se quiere: una gran red de colaboradores que se puedan unir y que se puedan juntar e intercambiar conocimientos, experiencias, maestros para poder fortalecerse. Las debilidades de uno pueden ser la fortaleza de otros, y viceversa. Eso es un poco lo que el maestro siempre quiso. Generar esa cultura de colaboración entre todos los jóvenes, así como en todas las organizaciones internacionales que apoyan el Sistema.
—En su caso particular, ¿qué extraña del maestro?
—Yo extraño del maestro muchas cosas. Pero sin duda que la motivación para siempre avanzar era algo que él nunca dejaba de tener. Esa cultura de trabajo, de avanzar siempre en los proyectos por más difíciles que parecieran en su planteamiento. Siempre buscaba la manera de que eso se diera. Una de las cosas que más admiré de él y que trato de desarrollar en mi labor diaria es esa mística que logró transmitirnos a todos y sin duda que tiene cohesionado el proyecto. Extraño mucho de su capacidad para generar ideas y poder llevarlas a cabo.
—El Sistema estrena nuevo logo y lema: «Música para todos». ¿Qué sugiere eso en estos momentos? ¿No ha sido así desde un primer momento?
—Sin duda a lo largo de los años hay una evolución interesante con el nombre del Sistema. Desde la primera vez que se constituye se hace como la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. Un nombre bastante largo y denso que es difícil de recordar para cualquiera. A lo largo de los años la gente, por abreviarlo o por decirlo de alguna manera más simple, decía «el Sistema». Y todo el mundo lo conoce así. Es algo que nosotros hemos evaluado en los últimos tres o cuatro años con un conjunto de expertos internamente. Le hemos hecho seguimiento al fenómeno y decidimos refrescarnos, suavizar un poco el nombre, darlo a conocer de manera más efectiva, más tangible, sin perder nuestro nombre legal, que es Fundación Musical Simón Bolívar, hoy por hoy órgano rector del Sistema.
Decidimos dejar como marca la palabra Sistema. Por supuesto con una nueva imagen a propósito de los 45 años. No es algo extraño. Cada cierto tiempo hemos ido evolucionando nuestros logos y marcas. En el 40 aniversario tuvimos el logo con colores del maestro Carlos Cruz-Diez, por ejemplo. Tuvimos un logo distinto y luego evolucionamos al logo del sistema nacional de orquestas con toda la paleta de colores a los lados. Lo que hicimos este año fue quedarnos con esa misma paleta, la simplificamos un poco y bajo el nombre el Sistema, que es como oficializar el que coloquialmente se le daba al proyecto en el país y el mundo.
—Y además buscan mostrar una imagen más juvenil.
—Esa es la idea. Te mencionaba que esta es una organización joven, manejada prácticamente por jóvenes, que ha tenido cambios generacionales estos últimos años. Entonces, claro, ahí es cuando veías al maestro, una persona de cierta edad, rodeada de jóvenes a los que formó. Como el caso de Gustavo Dudamel, hoy día uno de los mejores directores jóvenes del mundo. En cuanto a «Música para todos», como bien lo dijiste, siempre ha sido así desde sus orígenes. Nuestro lema interno sigue siendo «Tocar, cantar y luchar». Eso no ha desaparecido ni desaparecerá jamás.
Quisimos, dentro del proyecto de marca, esgrimir qué somos nosotros, y es que somos música para todos. Es lo que hemos venido haciendo toda la vida. José Antonio Abreu siempre habló de la trascendencia de hacer música de minorías para minorías, luego pasó a minorías para mayorías y culmina con el gran proceso que es el Sistema que es música hecha por mayorías para mayorías.
—¿La idea del sistema mundial de orquestas es a mediano o corto plazo?
—Es un proyecto que ya estamos desarrollando. Lograr el resultado final es más a mediano plazo. Pero la meta a corto plazo es, sin duda, ir estableciendo la red. En eso estamos trabajando en estos momentos.
—Se ha abierto mucho el Sistema en los últimos años a otros géneros más allá de la música académica.
—Si te digo la verdad, toda la vida ha habido otros géneros inmersos en el proyecto. A pesar de que a niños y jóvenes se les enseñaba música académica, siempre se conformaron entre ellos ensambles informales que tocaban música venezolana o salsa, por ejemplo. Qué hizo el Sistema: desde que estaba el maestro en funciones, y sabiendo qué queríamos crecer, se abrió esa puerta. Pero decía el maestro: música de alta calidad y con la metodología que tiene el Sistema. El maestro recalcaba que no podía ser un ruido, una bulla, sino algo bien hecho. El primer género que se aborda, por supuesto, es la música venezolana con el proyecto Alma llanera, que consiste en explotar la música venezolana de cada región hasta llegar a un nivel académico. Es decir, escribir la música, leerla y tocarla a un altísimo nivel.
—Incluso han tocado con Calle 13…
—Se grabó el disco sinfónico con Guaco que ganó el Grammy. Cada experiencia del Sistema en otros géneros han sido muy exitosas. Ahora estamos por arrancar los primeros pasos del programa de música electrónica. Se va a entrenar DJ, gente que haga su propia reproducción de música. Vamos a hacerlo, pero siempre con mucha calidad. En octubre empieza la cátedra. Ya hicimos un primer concierto hace una semana.
—¿Podrá el Sistema, en un futuro, sobrevivir sin el apoyo del Estado?
—Eso es algo bien complicado. Es una pregunta que siempre le hicieron incluso al maestro. Puedo decir que es una estructura bastante grande la que tiene el Sistema, así que sin el apoyo del Estado no hubiese podido desarrollarse. De eso no hay duda. Hoy por hoy el Sistema es una fundación del Estado que está adscrita al Ministerio del Despacho de la Presidencia y recibe el apoyo del Estado para poder mantenerse, subsistir y desarrollarse. El Sistema tiene y ha tenido la iniciativa en los últimos años, y lo seguirá haciendo, de captar fondos privados e internacionales. Es un trabajo que estamos realizando, día a día, para poder alcanzar un nivel que permita hacer sustentable a la organización. En la actualidad es complicado, pero no imposible. Creemos que en algún momento el Sistema debería, con sus propios productos y posibilidades, generar recursos propios y empezar a trabajar en eso.
—¿Está abierto el sistema al apoyo del sector privado?
—Claro, por supuesto. Y lo recibimos. Incluso muchas ideas para financiamiento, con miras a crecer, se pueden manejar con el sector privado.
—No es un secreto que el Estado ya no percibe la cantidad de dinero de hace unos años con un barril de petróleo superior a los 100 dólares. Esto incide directamente en los aportes que se le asignan a la institución. Ha habido una merma en el presupuesto que les asignan y pueden venir años peores. ¿Están preparados para ello? ¿Es suficiente el dinero que perciben del Estado?
—Sin duda que no es la misma cantidad. No son los mismos fondos que hemos recibido en estos últimos períodos, dada la situación del país. Nosotros, todo el mundo, como dicen por ahí, nos hemos tenido que amarrar un poco el cinturón para poder avanzar. No es un secreto que la economía nacional ha afectado todos los sectores. El Sistema no es una isla. Músicos y maestros se han ido del Sistema o a otros países en busca de posibilidades de desarrollo en vista de que la vida y la situación económica ha afectado a todos. El Sistema se ha preparado, ha ajustado, hemos buscado la manera de fusionar ciertos programas, readaptar ciertos núcleos para evitar costos superiores.
Hemos tenido que generar rutas de transporte con nuestras propias unidades para favorecer a los trabajadores y que puedan llegar a sus puestos de trabajo. Hemos tenido que reducir jornadas de ensayo para poder cumplir y que la gente pueda llegar a su casa. Todos esos procesos de adaptación los hemos desarrollado a medida que se han dado las necesidades. Pero no podemos detenernos. Seguimos avanzando. Hay una mística profesional dentro de los trabajadores que hace que aun cuando no haya quizás un sueldo deseable, todos estén allí al pie del cañón. Siempre apoyando a los niños. Eso es lo que nos mantiene como una familia.
—Comentaba Jesús Morín, director sectorial de formación académica de la Fundación Musical Simón Bolívar, en una entrevista reciente con El Nacional, que el Sistema se transforma y se readapta para sobrevivir a la crisis.
—Y es una línea de trabajo que, además, se ha tomado con decisiones colectivas. Nos comunicamos con las regiones, con cada estado. Uno no está de espaldas a la situación, sino buscando que las decisiones sean mancomunadas y que la gente esté cómoda en la medida de lo posible.
—¿Cuántos músicos y docentes han salido del Sistema en los últimos cinco años?
—Entre músicos y docentes hay alrededor de 4.800 a 4.900. El número exacto de quienes se han ido no lo tengo, pero sí tengo un porcentaje importante. Por ejemplo, no menos de 60% ha salido de la Orquesta Simón Bolívar. Tuvimos que reorganizarla, relanzarla y allí está, una orquesta nueva, en constante renovación. En relación con el personal administrativo y docente, estamos hablando de una salida de 25% a 27%.
—¿La calidad se mantiene?
—Se mantiene. Al punto que estuvimos hace poco ofreciendo conciertos en el Teatro Mariinski en Moscú y fue impactante la reacción del público. Una orquesta completamente nueva y con un nivel demasiado alto. Eso nos llena de orgullo. Es la metodología: ha ido logrando que el muchacho que se está formando entre a la Simón Bolívar y de inmediato se adapte a la dinámica. Seguimos avanzando sin perder la institucionalidad.
—¿Considera un revés para la institución el éxodo de alumnos y profesores, la eliminación de orquestas como la Teresa Carreño así como la desaparición o reunificación de núcleos, por ejemplo?
—Sí, sí, obvio. Sin duda que no es la condición ideal. A nadie le gusta que sus hermanos se vayan de la casa. Pero si se van, tenemos que seguir avanzando y eso es lo que hemos hecho. Siempre hay situaciones que son perfectamente comprensibles, no es por capricho ni mucho menos. Es lamentable para nosotros, y como les digo, sigue siendo su casa siempre. De hecho, se van con la promesa firme de regresar, quieren seguir aquí. Muchos se mantienen dando clases desde el exterior a través de los mecanismos electrónicos y audiovisuales. Es como una gran familia.
—¿Cómo se mantiene el nivel de excelencia y calidad con alta rotación de profesores y migración de alumnos?
—Siempre quedan personas clave. Esa metodología nunca ha dependido de una persona, sino que ha permeado en el grupo. Debo destacar que tenemos un grupo de maestros en el país que han estado allí, que siguen estando, que tienen técnica, para lograr que los muchachos aprendan y se desarrollen con niveles de calidad. Esos son a veces los héroes anónimos que tenemos. Por ejemplo, hoy un maestro experimentado en el Sistema es un muchacho de 30 años. Es un supermaestro porque está desde los 5 años. El maestro Abreu siempre decía que la motivación del muchacho, el logro final del Sistema, es el desarrollo de un mejor ciudadano. Porque el Sistema no está hecho para generar músicos, sino para generar mejores ciudadanos.
—¿Cómo está la situación en los núcleos del interior del país? En algunas publicaciones de la cuenta en Instagram de la institución hay personas que comentan el deterioro, que faltan instrumentos. Incluso, hubo ese mismo tipo de comentarios en un post que publicamos recientemente en el Instagram de El Nacional.
—Las necesidades son infinitas. Somos una organización que tiene 443 núcleos y más de 1.700 módulos. Obviamente que no todas las infraestructuras están al 100%. De hecho, en muchos espacios tenemos que readaptarnos. Siempre estamos buscando la manera de atender los espacios con las mismas personas de la localidad, consiguiendo fondos para hacer reparaciones. Pero eso no nos detiene. La idea es trabajar e ir mejorando las condiciones.
—¿Hay suficientes instrumentos para la cantidad de estudiantes que manejan?
—Sí, tenemos instrumentos. Afortunadamente hace unos años hicimos unas compras importantes con apoyo del Estado. Ahora estamos buscando fondos y recursos que se requieren siempre para los accesorios, lo que cada instrumento necesita para ser reparado. Por ejemplo, cuerdas, que se gastan, se rompen.
—¿Sigue en pie el proyecto de una fábrica de instrumentos que pueda suplir a toda Latinoamérica?
—Es un proyecto que tiene años. Hemos hecho algunos avances, algunas líneas de producción. Pero ciertamente todavía no se ha llegado a ningún acuerdo concreto en relación con eso. Esperamos que en algún momento se pueda hacer.
—Hace cinco años comentó que estaba muy cerca su consolidación, con China como principal suplidor de instrumentos.
—Todavía no se ha terminado de concretar.
—Hace un año Maduro anunció el millón de niños en el Sistema. Proyectó para 2025 una cifra de 2 millones. A Chávez y Maduro, al parecer, les ha obsesionado la matrícula del Sistema. ¿Lo considera posible a pesar de la crisis y la migración de músicos?
—Sí, perfectamente posible. Claro, hay una metodología, como decía, con el tema de las escuelas. Nos ha funcionado mucho y la estamos perfeccionando, de manera que puedan ingresar de manera más rápida y lograr resultados más inmediatos. Es posible, pero hay que superar ciertos escollos. Nuestro foco en este momento es no decrecer sino mantenernos.
—Un contrato del Estado venezolano con el Banco Interamericano de Desarrollo ha permitido financiar con 211 millones de dólares el Programa de Apoyo al Centro de Acción Social por la Música (fase dos). Eso incluye el edificio Centro de Formación Docente, aún no culminado. ¿Por qué no se ha inaugurado la sede? ¿Para cuándo está proyectada la inauguración?
—El proyecto está en 73% de ejecución. Se detuvo lamentablemente por temas de recursos. El BID, hace varios años, canceló los desembolsos que estaban pendientes. No solo con el tema orquesta, porque el contrato de préstamo con el banco y el Estado incluye otros proyectos de desarrollo del país. No quiere decir que eso se perdió, sino que están cancelados por temas contractuales que van más allá de lo que nosotros manejamos. Por eso no se ha terminado. Los fondos están, pero no podemos ejecutar en la actualidad y hay que esperar a que esos fondos estén disponibles.
—¿Es un asunto político?
—Económico, porque el contrato general entre la República y el BID entiendo que tiene unas cláusulas, y varias de ellas, aparentemente, están en situación de estudio, y en tanto eso sea así el desembolso del dinero que falta para culminar la obra no es accesible. Somos ente ejecutor y eso es un contrato del BID con la República y el Sistema. Pero logramos llegar a 73% de ejecución. En los actuales momentos estamos en labores de mantenimiento para que no se deteriore la estructura. Pero con todo el proyecto listo, incluyendo la parte acústica. De hecho, todo lo que son bienes para el edificio, equipamiento de ascensores, aires acondicionados, en su momento los compramos y los tenemos en depósitos.
—¿Y no se podría obtener el resto de los recursos por otro lado para terminar el edificio?
—El Estado nos ha ayudado. De hecho, una vez que el edificio tuvo la primera paralización, el Estado aportó fondos para continuar. Pero hasta ahí. Sin embargo, como es un contrato hecho bajo préstamo del BID, hay que terminar con los recursos.
—¿Y se mantiene la idea de que allí se amplíe la formación de docentes?
—Así es. De hecho, ese proyecto culmina con la integración al actual edificio. De manera que sería un solo complejo. La intención de eso no es solo el nombre, Centro de Formación Docente, sino que estamos en proceso de diseño de la que será la Universidad del Sistema José Antonio Abreu. Es un proyecto que aspira ampliarse.
—¿La idea es que quien estudie allí obtenga un título como licenciado, por ejemplo?
—Sí, licenciado mención música, mención docente, mención ejecución, violín, canto, teoría. Incluso la parte de gerencia cultural la tenemos planificada. Porque para manejar una red como esta no solo requieres músicos, sino también gerentes con habilidades específicas y esenciales.
—¿Por qué no ha salido el Sistema de gira en los últimos años?
—Es un tema de recursos. Todo ha sido un proceso de adaptación. El Estado nos ha apoyado tradicionalmente para nuestras giras internacionales. Este año esperemos que podamos retomar. Como te dije, en diciembre tuvimos una gira extraordinaria por Rusia y esperamos este año poder realizar varios encuentros internacionales con nuestras orquestas.
—El Sistema fue concebido como un proyecto que trasciende la política, pero nunca como en los últimos años se ha visto a la política tan metida en el sistema de orquestas, lo que, por supuesto, le ha valido muchas críticas a la institución.
—Creo que han sido eventos individuales. El Sistema es una institución que ha trascendido la historia. El Sistema se mantiene fiel a sus principios, fiel a sus creencias, a sus motivaciones, que no es más que trabajar por el país. Eso es lo que siempre nos inculcó el maestro. Sin duda que la situación del país en los últimos años ha sido bien complicada para todos. No solo ha afectado al Sistema sino a todas las áreas del país, pero el Sistema siempre se ha mantenido institucional, que es la responsabilidad que tenemos, que dejó el maestro y por supuesto debemos mantener. Es la manera de realizar el trabajo.
—En 2017 la institución vivió uno de sus peores momentos: Armando Cañizales, uno de sus integrantes, fue asesinado en una protesta contra el régimen de Nicolás Maduro. Una situación compleja de manejar, imagino.
—Sí, fue muy difícil. Obviamente para nosotros fue muy doloroso ese incidente. Armando era un joven del Sistema que era un hermano más, un hijo más. Dentro de la orquesta todo el mundo estaba muy afligido por esta situación, pero al final se prestó el apoyo a la familia, que era lo que a nosotros más nos importaba; el apoyo moral y humano a sus familiares. Incluso honrar la memoria de Armando. Todos sus compañeros, amigos dentro de la familia del Sistema, fueron a despedirlo en su funeral. Sin duda que fue un golpe muy fuerte para el Sistema.
—Otro momento difícil, sin duda, fue la suspensión de giras por parte del gobierno debido a declaraciones políticas de Gustavo Dudamel.
—Sí, fueron momentos que estuvieron relacionados. Días difíciles para la organización. Creo que los músicos entendieron la difícil situación que se estaba manejando allí. Empezó, a partir de entonces, la migración. Eso fue lo que nos obligó a mantenernos aquí conformando y realizando todas las readaptaciones de la orquesta.
—¿Fue un período de crisis interna?
—No, no creo que interna. Creo que fue una crisis en la que se generó quizás una situación que llevó a muchos muchachos a marcharse. Y obviamente eso fue lo que nos obligó a empezar a tomar los correctivos, a buscar la forma de que las orquestas se volvieran a conformar. No formas una orquesta de la noche a la mañana. Eso es un trabajo constante.
—¿Cómo es la relación hoy de Gustavo Dudamel con el Sistema? No pudo volver al país ni tampoco trabaja con las orquestas en el exterior. ¿Volverá?
—Sí, claro. Gustavo es el director musical del Sistema. Es el líder musical indiscutible del proyecto. Él mantiene una comunicación con los muchachos, con las orquestas; él sí realiza ensayos con las orquestas vía skype, escucha permanentemente los conciertos y nos manda las observaciones de lo que aprecia. Hay un contacto permanente con él a nivel musical y participa de las decisiones que se toman. Él está pendiente de todo lo que tiene que ver con la parte musical.
—¿Vendrán otros 45 años del Sistema?
—Sí los cumplirá, de eso no tengan dudas. Hay un capital humano que recibió esa formación, esa mística, esa entrega del maestro Abreu. Es un compromiso para ellos y todas las generaciones para continuar esta maravillosa labor en Venezuela y el mundo.
—El 4 de febrero, cuando Hugo Chávez intentó aquel fallido golpe de Estado, el maestro Abreu, entonces parte del gobierno de CAP, dejó una frase para la reflexión: «Cultura y totalitarismo son términos irreconciliables». ¿Qué opina Eduardo Méndez?
—Creo que la cultura es libertad de pensamiento. Sin duda que la posibilidad de crear es lo que nos mantiene vivos: la creación constante, la innovación, la posibilidad de ser nosotros mismos por medio de lo que creamos. El maestro con el Sistema inventó, innovó, quiso hacer algo distinto, y lo logró. Sin duda que las posibilidades que tengas en vida como ser humano para crear y hacer cosas es cultura.
—Cree usted que en los últimos años la institución ha sido un instrumento político.
—No, para nada. Siempre habrá detractores. No solo con el Sistema sino con cualquier organización. Nosotros recibimos la crítica constructiva, seria y respetuosa siempre con mucho respeto. Es algo que más bien enriquece a la institución. Creo que el Sistema a lo largo de los años ha realizado una labor que, con sus pros y contras, es innegable.
5/5 Esta es la quinta y última publicación del seriado sobre el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela con ocasión de su 45 aniversario:
- La música sigue sonando en el sistema de orquestas en medio del ruido de la crisis
- Música en el exilio: la nostalgia reencuentra a los migrantes del sistema de orquestas
- El sistema de orquestas: una familia comprometida y disciplinada
- La política también toma la batuta en el sistema de orquestas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional