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¿Por qué se nos ocurren ideas geniales cuando estamos en la ducha?

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A todos nos ha pasado. Estamos bajo la ducha, el agua nos cae sobre la cabeza mientras estamos sumergidos en nuestros pensamientos y de repente…¡Ajá!, se nos viene una idea brillante a la cabeza.

En ese momento nos apresuramos para terminar el baño y salir a contarles a todos lo inteligentes que somos.

Esta situación suena anecdótica, pero hay estudios en los que los participantes mencionan la ducha como uno de los lugares donde se les ocurren grandes ideas o las soluciones para sus problemas.

¿Qué hace que la ducha sea la incubadora de ideas que al menos cada uno de nosotros considera geniales?

Hay dos factores que lo explican, según el psicólogo John Kounios, director del programa de Ciencias Cognitivas y del Cerebro de la Universidad Drexel, en Estados Unidos, que durante varios años ha estudiado los procesos creativos.

Apagar los sentidos

La primera razón es lo que Kounios llama «restricción sensorial».

Mientras estamos en la ducha estamos expuestos a pocos estímulos externos. Foto Getty

Cuando estamos bajo la ducha nuestros sentidos se apagan un poco.

La visión es limitada por el caer del agua o porque cerramos los ojos; no podemos escuchar con detalle porque el agua actúa como un ruido blanco que bloquea otros sonidos; tampoco tenemos muy despierto el sentido del tacto, porque el agua usualmente está a una temperatura similar a la del cuerpo, así que no se nota mucho la frontera entre el interior y el exterior.

«Lo que ocurre en ese momento es que los sentidos, en vez de estar enfocados hacia el exterior, están enfocados hacia el interior, la atención está dirigida hacia adentro», le dice Kounios a BBC Mundo.

Varios estudios de laboratorio han mostrado que justo antes de que se nos ocurra una idea o tengamos una revelación, el córtex visual, una zona en la parte trasera del cerebro que se encarga de procesar los estímulos que entran por los ojos, se apaga ligeramente.

El córtex visual procesa los estímulos que entran por los ojos.

Eso quiere decir que justo antes de tener una epifanía, nos volvemos menos conscientes de nuestro entorno, porque la atención está enfocada hacia nuestro interior.

Así, la ducha se convierte en un espacio de aislamiento con pocos estímulos externos o distracciones, lo cual facilita que nos concentremos en nuestros pensamientos.

«Si estás atento a tu alrededor, no puedes enfocarte en tus propios pensamientos», dice el psicólogo.

«No puedes ver las estrellas cuando el Sol está brillando».

Relax…

El segundo factor tiene que ver con que la ducha es un lugar relajante en el que normalmente estamos con buena actitud.

Tener buena actitud estimula la creatividad.

Es un momento placentero. Kounios explica que varios estudios han mostrado que estar de buen humor estimula la creatividad.

«Cuando estás relajando y en buena onda te permites pensar de manera ambiciosa o incluso tener ideas un poco locas», dice.

Por el contrario, si estás ansioso el pensamiento se puede volver más limitado.

«Si estás ansioso o bajo amenaza, no puedes permitirte cometer errores», señala Kounios.

«Eso hace que pienses de manera deliberadamente metódica y muy conservadora».

Ahora que ya tienes el respaldo de la ciencia, estás listo para darte un buen duchazo y sorprender al mundo con tu próxima ideal genial.

 

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