Luis Ugueto no se esperaba todo lo que pasó. A comienzos de agosto estaba en lo suyo, formando nuevos peloteros, trabajando en el sistema de academias privadas en Venezuela. De pronto, en medio de un panorama drásticamente diferente, recibió la propuesta de dirigir a su primer equipo en el beisbol profesional, ese Cardenales que le firmó para jugar profesionalmente hace más de 20 años. Eso no estaba en sus planes.
Ugueto nunca quiso ser manager. Lo confiesa sin ambages. Se dedicó a otra área después del retiro y varias veces ha señalado que siente predilección por la gerencia deportiva. Pero José Moreno no estaba disponible para defender la corona que consiguió con Lara en enero de 2019. Alguien tenía que dar un paso al frente, y él aceptó.
La campaña de estreno como estratega de este caraqueño que tiene un pie en Maracay y otro en Barquisimeto ha sido una de las más largas en la historia de los timoneles novatos en la LVBP. No solamente consiguió el título; además, avanzó a la Serie de Caribe y estuvo a una sola victoria de ganarla. Ya había igualado al Chico Carrasquel y Omar López, al llevarse el cetro en su torneo de estreno. Ese triunfo que le faltó ante los Toros del Este le habría dado también el anillo de la región.
A diferencia de aquellos, Ugueto no quería esta carrera de estratega. De hecho, todavía no está seguro de quererla. Pero su trabajo bien vale una columna, si no un aplauso.
Al ex grandeliga no le tocó fácil. Sacado de su zona de confort, se rodeó de coaches con poca experiencia, como él. El veto de la MLB no permitía mucho más. Así sucedió en cada divisa. Además, le tocó hacer que sus dirigidos le vieran como mandamás, no como su antiguo compañero. Tiene 40 años de edad. Hace apenas cuatro todavía era pelotero activo en nuestra liga.
Una parte de la afición y de los medios criticó a Ugueto por algunas decisiones tácticas. Es lo normal. El piloto está más expuesto que nadie y sus pasos son fruto de análisis por todos, muchas veces con acritud.
Pero hay virtudes que trascienden el día a día y reclaman largo plazo para apreciarlas en toda su magnitud. El ex infielder probó ser un notable manejador de grupos, alguien capaz de sacar lo mejor de cada quien. Comenzó con una buena base, porque tuvo pitcheo a su disposición desde el principio, pero evolucionó, conforme aprendía y asumía retos.
Su mayor desafío ocurrió a mediados de diciembre, al implosionar su bullpen. El cerrador Pedro Rodríguez y Jesús Sánchez cayeron en slump, Leonel Campos se lesionó, los importados Juan Sandoval y Ronald Ramírez dejaron de ser eficientes. De pronto, el trabajo y responsabilidad de Vicente Campos y Ricardo Gómez se multiplicó. Con la ayuda de algunos enroques, la crisis pasó. Pero las consecuencias se sentirían hasta la semifinal.
Ugueto tuvo que recuperar y reconstruir su cuerpo de relevistas. Lo logró. Pero en el camino, fue construyendo el espíritu competidor de una escuadra que, sin eso, no habría ganado nada.
Lara no era tan bueno como parecía. Su bateo aflojó en la recta final y la defensa le jugó muy malas pasadas en los playoffs. Pero ninguna novena tuvo mejor capacidad para la lucha, para regresar en cada juego, para manejar la adversidad. Lo comprobó el Magallanes y sobre todo lo supieron Zulia y Anzoátegui.
Esos Cardenales de Ugueto se convirtieron en guerreros que no se daban por vencidos, nunca. Si recibían un golpe en el mentón, aguantaban en el centro del cuadrilátero y asestaban dos. Están enmantillados, dijo el narrador Alfonso Saer en los últimos días. Y quizás fuera así. Dijo el fundador del olimpismo, el Barón Pierre de Coubertin, que siempre llega ese momento en que quien gana no es el más rápido, el más alto o el más fuerte, sino quien realmente quiere ganar. Y los pájaros rojos querían ganar. Sabían que podían ganar.
Eso es responsabilidad y mérito directos del piloto.
Los crepusculares son bicampeones porque supieron improvisar, buscaron talentos olvidados en Europa y Suramérica, no escatimaron en el presupuesto, dentro de las limitaciones, y supieron traer importados útiles, y conservaron el núcleo del pitcheo que mostraron en la temporada anterior.
Pero también lo son porque Ugueto fue el manager. Probó tener la capacidad para sacar lo mejor a los suyos. Forjó un carácter que hizo que respondieran todos con igual contundencia, no importa que fuera un pelotero con experiencia en las Grandes Ligas, uno venido de Italia o uno salido de Chile. Y todo eso lo hizo sin haber nunca querido ser timonel.
Aunque ahora admita que está agarrándole el gusto.
@IgnacioSerrano
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