La gala de los Oscar, que vio a la cinta surcoreana Parasite hacer historia en Hollywood, destacó como un espectáculo musical rendido al pop, con dosis de humor, pero pocos discursos memorables por parte de los ganadores y menos consignas políticas que de costumbre.
Parece que los Oscar se tomaron en serio la petición que Joaquín Phoenix hizo en el comienzo de la temporada de premios. En ese entonces recomendó a sus colegas no dar lecciones de vida y en su lugar recibir el galardón, agradecerlo y bajarse del escenario.
De esta manera, en su 92 edición, los segundos Oscar consecutivos sin presentador se ciñeron estrictamente a lo cinéfilo y se apoyaron en lo musical, especialmente con actuación de Billie Eilish y la inesperada del rapero Eminem.
Ese fue, quizás, uno de los momentos que más rostros de sorpresa dejó la noche, cuando Eminem comenzó a cantar “Lose Yourself”, de la película 8 Millas (2002), con la que ganó la estatuilla a la Mejor Canción Original.
Desde que el rapero ganó el Oscar hasta su actuación en 2020 pasaron 18 años, por lo que las redes sociales no contuvieron su perplejidad -y alegría- por ver a este icono en la ceremonia.
Estrellas como Janelle Monáe, Elton John, Cynthia Erivo e Idina Menzel también actuaron en un festival musical. A ellas se sumaron la española Gisela y la mexicana Carmen Sarahí, las voces de las canciones de Frozen en España y Latinoamérica.
Otro icono musical, pero muy actual, actuó al final. Billie Eilish fue la encargada de amenizar con su voz el tributo a las celebridades fallecidas el último año, entre ellas Kirk Douglas y Kobe Bryant.
Con la aparición de Eilish, los Oscar se aseguraron un momento 100% pop, puesto que la joven artista pisó el Dolby Theatre tan solo dos semanas después de arrasar en los Grammy.
En un cruce de épocas, la cantante interpretó “Yesterday” de The Beatles, acompañada por un piano.
Cruces hubo muchos, pero de admiraciones y alabanzas.
En el vídeo que dio paso a la categoría de mejor película internacional, la voz de Penélope Cruz alabó el trabajo de Pedro Almodóvar.
Durante otro discurso, Bong Joon-Ho, el triunfador de la noche, expresó su rotundo amor por el trabajo de Martin Scorsese cuando ganó el premio al mejor director.
“Cuando estaba en la escuela estudié las películas de Scorsese. No esperaba que un día estuviese nominado con él y menos que le ganaría”, dijo el cineasta.
Brad Pitt también dedicó su premio a su compañero de reparto en Once Upon a Time… in Hollywood, Leonardo DiCaprio y a su director, Quentin Tarantino.
Renée Zellweger quiso compartirlo con la icónica Judy Garland, el papel que le devolvió la gloria; mientras que Laura Dern se lo agradeció a sus padres, a quienes llamó héroes.
Joaquín Phoenix fue el único que dio un discurso lleno de reivindicaciones, con unas sentidas palabras sobre la crisis climática.
Y cuando no hubo música ni discursos, el humor reinó.
Quizá el momento más atrevido se dio con Rebel Wilson y James Corden, que aparecieron disfrazados de gatos para entregar el premio a los efectos audiovisuales, todo un guiño a las reacciones de extrañeza que despertó la película Cats con sus animaciones digitales.
Porque en estos Óscar, Hollywood se tomó muy en serio, pero aún así dejó espacios para la autoparodia.
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