La mañanera del martes nos ofreció un espectáculo hasta cierto punto inédito y a la vez sintomático del comportamiento del presidente ante los medios y de los medios ante el presidente. Resulta interesante ver la interacción en este caso particular que, aunque sin duda no es el primero ni el único, es quizás el más revelador.
Según parece, la reportera de Radio Fórmula en la fuente presidencial desde hace años, Sara Pablo, tuvo el valor y la dignidad de hacer una pregunta obligada que nadie más hizo: qué sabía López Obrador de la boda de la hija del Chapo Guzmán en Culiacán hace unos 10 días, tal como fue divulgado por varios medios y notablemente por Reforma. Incluso preguntó qué sabía el presidente sobre la posible asistencia de Ovidio Guzmán, medio hermano de la novia e hijo del Chapo, recién escapado del cerco de Culiacán. López Obrador respondió de una manera absolutamente inverosímil: “Sobre eso no tengo información”.
Inverosímil porque simplemente no hay manera de dar por buena, es decir por cierta, esa respuesta. En todo caso, leyó los periódicos, o alguna de su gente le informó de lo que los periódicos decían. Tal vez, como preguntó la reportera, no recibió ningún informe de inteligencia al respecto, pero pudo haberlo pedido. De no haberlo recibido porque no quiso, o porque no fueron capaces sus servicios de producirlo, pudo haberlo solicitado a otras fuentes de inteligencia, empezando por Estados Unidos. La respuesta es totalmente inaceptable para un jefe del Estado, a menos de que hubiera proporcionado su contestación de otra manera: “Sobre eso no pienso hacer ningún comentario en este momento”.
Pero igual de sintomático y de insólito fue el comportamiento de los medios. Se puede entender que después de haberse atrevido con mucha valentía a formular la pregunta, la reportera no quiso insistir, a través de lo que los norteamericanos llaman un “follow-up”: “¿qué quiere usted decir con eso presidente?” ,“¿Cómo que no tiene ninguna información?” Pero hasta dónde pude ver de lo que siguió en la mañanera después de esa pregunta, ningún otro reportero volvió sobre el tema. Nadie se atrevió a preguntarle a López Obrador qué quería decir con “no tengo esa información”.
El presidente logró lo que logra de alguna manera todos los días. No dio ninguna respuesta, pero tampoco fue increpado, interrogado o puesto en evidencia por los medios que cubren la mañanera. López Obrador se salió con la suya, y los medios, salvo la reportera, no supieron qué hacer.
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