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Profundizar la democracia

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Suena paradójico, y no es nuevo, decir que de las crisis salen los partos.

Supongan que no salga el gobierno, que la gente seguirá pasando hambre, que la mengua siga devorando los hospitales y que la corrupción continúe como lenguaje necesario. Lo que ya se ha hecho en estas dos semanas es suficiente para que podamos contar que hemos vivido. Así, entre tragedia y presentimiento, la alegría de sentirnos profundamente humanos y sensibles ya pasó a integrarnos, a constituirnos.

Es bien posible que el temor del acorralado saque una zafra de sangre y que a su fama internacional y mediocre se agregue más dolor.

Pero existimos y lo sabemos bien con marchas y cantos.

Lo que no sabemos es que eso ha mostrado la gran potencia de este país para ser una democracia profunda. Cabildos y reuniones de barrio para decidir rutas y persistencias y fabricar fechas y sitios de encuentro. Aprendimos a discutir y discrepar, y ahora sabemos, por haberlo hecho, que los ladrillos se pueden recoger y armar.

No es perceptible aún una ideología nueva ni un lenguaje viejo dominando las escenas. Pero es claro que ha llegado otra gente o la misma gente, pero con otras miradas, con otros sentidos tal vez más modestos.

Ni el socialismo momificado, ni el liberalismo con uñas sangrientas. Nosotros y nuestros países vecinos estamos aprendiendo que ya no habrá espacio para dictaduras, pero no solo que las dictaduras quedarán sepultadas, sino que nuestro país ha logrado otro nivel de democracia. Ello requiere instrumentar lo que ha sido una experiencia más bien emocional: organizar procedimientos, maneras de actuar y producir que, sin salirse de la Constitución vigente, transformen unos enunciados vacíos y solemnes en acciones y procederes que generen compromisos y superen las huellas de la petrofilia. Lo que ocurrió el 16 de julio de 2017, cuando concurrimos, con nuestra propia presión y voluntad, a decir en plebiscito que no los queríamos, ahora se repite en muchas jornadas y en todo sitio.

Tareas complejas de construcción.

Estas cosas suenan y son optimistas, sobre todo cuando la operación de asistencia humanitaria está en un curso no fácil de entender. Pero hay que amarrarse a esta nota optimista.

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@perroalzao

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