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La estrategia

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La estrategia de Maduro y compañía se basa en lograr ganar tiempo. Un día, una semana, un mes, un año que se prorroga en el poder que usurpan, es oro para ellos. Para eso cuentan con la asesoría de la tiranía cubana, que ha arruinado a esa pobre isla y a su pueblo, porque ha fracasado con ese empeño del comunismo tropical, con cuyas banderas se arroparon los hermanos Castro.

Ciertamente, se sabe, consta de sobra, que desde que inició la tal Revolución cubana, no han logrado los objetivos que se plantearon desde que andaban por los atajos de Sierra Maestra. ¡Ya ni caña de azúcar producen! Lo que sí han logrado aquilatar es esa experticia para vivir a expensas de otros. Lo hicieron con los rusos, los chinos, lo intentaron con los chilenos y finalmente agarraron esa «gallineta de huevos de oro» llamada Venezuela. Esa es la joya de la corona que no piensan, por ningún respecto, dejar salir de su corral. Para eso colocaron a Maduro, la ficha clave de los hermanos Castro que pudieron imponerle al Chávez moribundo en La Habana.

La jefatura cubana sabe de esos juegos de divertimento. Son expertos en ese tipo de jugadas. Además, son cínicos a la hora de impulsar sus estrategias. Por ejemplo, tienen un arsenal argumental para protestar contra las invasiones, especialmente las que le imputan al imperio gringo, pero son ellos mismos, los cubanos, los que más invasiones han promovido y ejecutado en varias partes del mundo. Es la situación venezolana, sometida ahora por la mansa entrega de nuestro territorio y de nuestras riquezas.

Chávez y Maduro han sido unos verdaderos traidores a la patria. Chávez fue más allá, entregó nuestro Esequibo para complacer la petición de Fidel. Maduro, hoy, abre su gabinete de impostores para sentar al emisario cubano. Puro teatro, porque al fin y al cabo es Maduro el principal comisario político de los cubanos.

Tal como lo ha admitido el presidente Juan Guaidó, el año recién finalizado se cometieron errores muy costosos, él ha pedido perdón por esas pifias y trata de reinventarse, declarando públicamente que “solos no podemos» porque en “Venezuela opera una corporación criminal”. ¡Bien por Guaidó!

Desde luego, Guaidó tiene por delante el gran trance de resolver cómo encarar las pretensiones de Maduro de seguir ganando tiempo. Ya aclaró, suficientemente, que lo que dijo en Canadá no representa una oferta de nuevo diálogo, menos con Cuba como intermediario. Esa angustia fue despejada a tiempo por Guaidó. Porque los cubanos son los que sostienen esa monstruosidad y sería ingenuo creer que colaborarían a destetarse ellos mismos.

La estrategia de Guaidó debe ser consolidar una coalición muy sólida con todos los factores de la resistencia venezolana para impulsar, con el contundente respaldo de la comunidad internacional, el prometido cese de la usurpación.

Guaidó no caerá en la celada de meter el destino de los venezolanos en una parodia electoral sin que se dé la condición de un gobierno de transición. El diablo de las ambiciones grupales tentará a algunos con la idea de que debemos participar en elecciones parlamentarias porque si no “perderemos ese espacio”. ¿Cuál espacio? Si ya lo conquistamos el pasado 6 de diciembre de 2015 y lo asaltaron, no el pasado 5 de enero, lo hicieron hace 4 años declarándolo en desacato.

Vamos pues, con una fuerte presión desde afuera y con una estrategia que no dé lugar a dudas desde adentro. Estoy seguro de que con esas señales nítidas, las movilizaciones serán monumentales para desde las calles lograr el finiquito de la narcotiranía.

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