Músico autodidacta. Incentivó la mezcla de géneros para crear un nuevo sonido, un sólido planteamiento musical: el Trabuco Venezolano, el cual continuaría y encontraría otras formas en el Latin Jazz 8. Fue Alberto Naranjo. Falleció este lunes a los 78 años de edad.
Nació el 14 de septiembre de 1941 en Caracas. Es hijo de Graciela Naranjo, una de las pioneras de la radio en Venezuela en los años 30. Su hogar, siempre frecuentado por músicos y artistas, fue morada abierta tanto para Debussy y Tchaikovsky como para Leo Marini, Pedro Infante y Tito Puente.
A los 18 años de edad ya tocaba la batería. Los discos fueron sus únicos maestros. Tocó profesionalmente en las bandas de Chucho Sanoja, Los Melódicos y Porfi Jiménez.
Se definía como un «músico ecléctico». Sus fuentes de nutrición musical fueron variadas. Sin embargo, se interesó particularmente por el jazz. «Ha sido uno de los pocos movimientos culturales que ha podido conciliar ese antagonismo entre la música académica y la música popular», dijo en una entrevista con El Nacional en 1995, cuando ya tenía 35 años de carrera labrada.
Para ese entonces ya había pasado por un movimiento determinante de su carrera: el Trabuco venezolano (1976-1984). El término proviene del beisbol –del que era fanático, de hecho escribió varios artículos para este periódico–. Significa una selección de los mejores jugadores de diferentes equipos. Para él fue la unión de los mejores músicos de la época, entre ellos estaba, por ejemplo, Carlos «Nené» Quintero.
Para algunos era salsa, para otros era jazz. Naranjo indicó: «Tenía un tinte salsoso, pero eso no era salsa. Lo que estaba proponiendo eran los sonidos de la ciudad. Los temas que proyecté eran más bien el rescate de otros temas venezolanos. Estaba también la percepción de los sonidos del jazz, de las Big Bands norteamericanas. El Trabuco fue una música ambivalente». En 2017 fue declarado Patrimonio Cultural.
En cambio, explica sobre Latin Jazz 8: «Es una continuación de mi trabajo. Tiene, en cambio, como única proposición una base sólida del jazz».
También realizó arreglos para Conexión Latina, Guaco, Mango, Ilan Chester, Simón Díaz, Oscar D’León, Ricardo Montaner, María Rivas, Aldemaro Romero y Adalberto Santiago, entre otros.
Como uno de los exponentes de la música contemporánea de Venezuela, mezcló elementos de varias tendencias para crear un sonido original. «Persigo proyectar mi voz individual. Soy enemigo del fusil o de hacer música brasileña, jazz o salsa. Pienso que debemos buscar nuestra propia expresión».
Al final, sus proyectos musicales no pretendían cubrir una etapa, quería «dejar una huella que pueda servir de referencia a alguien».
Y así fue.
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