Casi fue una visita improvisada. Solo a pocas horas de su llegada se supo que el senador Marco Rubio visitaría la frontera que separa a Venezuela de Colombia. El tiempo que estuvo en el paso fronterizo bastó para que el representante estadounidense viera cara a cara el drama de los ciudadanos venezolanos.
“Tenemos hambre”; los gritos de auxilio se escuchaban a medida que Rubio recorría el Puente Internacional Simón Bolívar. A pocos días del eventual ingreso de la ayuda humanitaria, muchos fueron los que se acercaron al senador para agradecerle por los insumos que en los últimos días ha enviado Estados Unidos. También narraron, desde un punto de vista personal, las necesidades que padecen en Venezuela.
“Ellos siguen llenándose los bolsillos mientras que los niños están muriendo de hambre”, fueron las palabras de una señora que gritaba eufórica mientras no podía contener las lágrimas; ella fue una entre todos los venezolanos que decidieron ser testigos de la llegada de Rubio a territorio colombiano.
La mujer se acercó a la baranda para hacer sus peticiones por el país, las cuales fueron escuchadas por el senador estadounidense. También alentó a seguir la lucha y mantener la esperanza por un cambio de gobierno.
La inmigrante se mantenía de pie mientras agitaba una bandera de Venezuela. No le importó la temperatura de aproximadamente 38 grados centígrados mientras sus deseos fueran escuchados.
“No es un show lo que estamos pasando los venezolanos. Yo le pido a los militares que piensen en sus hijos; no tienen que pensar en Nicolás Maduro porque él come tres veces al día”, expresó la mujer.
A su lado se encontraba Juan Ángel, un niño que gritaba que quería vivir en un país en libertad. Un micrófono era lo único que lo acercaba a Rubio. El menor cumplió el sueño de conocer al senador cuando fue llevado desde la baranda hasta el escritorio donde los políticos afirmaban que la ayuda humanitaria llegaría a los niños. “Vas a vivir en libertad. Eso es lo que queremos para tu país”, fueron las palabras de Rubio al menor de edad que apenas pudo dar las gracias al quedarse maravillado mientras las cámaras documentaban el momento.
Una señora lamentaba que su sobrina no tenía comida para alimentar a sus hijos. Afirmó para El Nacional que en su hogar, en Tinaquillo (estado Cojedes), desde hace meses, no tienen para comprar harina de maíz
.
“A pesar de que yo mando dinero para mis familiares, ya eso no alcanza. Nos estamos muriendo de hambre. Yo no quiero un bono. Quiero que entre la ayuda humanitaria para que los niños dejen de morir por la falta de medicinas”, afirmó la mujer, que se negó a identificarse por miedo a represalias por parte de funcionarios de Nicolás Maduro.
Además, aseguró que los políticos extranjeros deben actuar en los próximos días y que las promesas no se pueden quedar solo en palabras. Agregó que los infantes en los hospitales de Venezuela no deben seguir esperando, por ello, realizó un llamado a militares venezolanos para que permitan que los insumos ingresen al país.
La convicción de Rubio de que la ayuda humanitaria entrará a Venezuela se hizo notar en cada una de sus palabras al asegurar que «la ayuda pasará» el próximo sábado.
Durante su recorrido, también entabló una conversación con Guaidó. El político estadounidense aseveró al presidente interino que pronto ambos estarán parados “en una Venezuela libre”.
Mientras llega el día esperado, los susurros de los que transitan por el Puente Internacional Simón Bolívar auguran que después del 23 de febrero habrá un antes y un después en la historia contemporánea de Venezuela. Actualmente, solo queda la esperanza de los que confían en que se podrá ingresar la ayuda humanitaria al país.
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