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Normalizar, legitimar, sobrevivir…

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La estrategia de permanencia del régimen, en lo que podríamos llamar su Plan 2020 de sobrevivencia, comenzó. Sus iniciales signos externos empiezan a emerger como burbujas de un pantano fétido. Saben que de este año depende no solo mantenerse con ciertas áreas de impunidad, sino también el chance de pensar en grande diseñando una tercera década para su proyecto de permanencia en el poder 2021-2030. Pero siendo evidente su desgaste, ¿cómo proyectan su relanzamiento? 2020 es clave para ello.

La etapa de destruir las instituciones pasó y fue cumplida a cabalidad. Ese fue el mejor  legado de Chávez a sus delfines. La única sobreviviente, la Asamblea Nacional, fue dejada viva porque la subestimaron: creyeron en la conveniencia de compartir un mínimo espacio de tolerancia y así, poder percibir réditos internacionales por una falsa imagen al mundo de socialismo moderado con espacios democráticos plurales y enemigos conservadores. Pero la mala conseja de dormir con el enemigo al final les salió mal y la inusitada fuerza legítima de un Parlamento que decidió el 23 de enero de 2019, con un liderazgo renovado y democráticamente insurgente, enfrentar con coraje el  vacío  presidencial, asumiendo las riendas temporales del Ejecutivo Nacional, les movió el piso y los colocó en el peor punto de su casi irreversible caída. En ese momento, la legitimidad de Guaidó era inversamente proporcional a la ilegitimidad de Maduro.

Pero así como “la salsa del pavo es…”, el régimen rápido aprendió la lección y decidió -justo cuando su constituyente fraudulenta, diseñada originalmente para darle bombonas de oxígeno popular, se había desdibujado- abrir espacio dentro del Parlamento y reingresar a los más de 50 militantes del PSUV que constitucionalmente habían perdido sus curules a la AN. Sorpresa: hasta enconados aplausos ofreció la bancada opositora –con la honrosa excepción de la digna fracción 16-J– a este reingreso que según ellos “legitimaba a la AN, dejaba tácitamente sin efecto el desacato y los obligaba a convivir y negociar”… craso error. No aprendieron de los errores de su enemigo e ingenuamente aceptaron dormir nuevamente con él, esta vez siendo ellos quienes cedían parte de la cama. Los resultados a la vista: un “tumultuario adefesio” de bandoleros con pretensiones de autoridad que si bien no alcanzan, siquiera los requerimientos mínimos para aprobarle el presupuesto a Maduro, le permite al régimen soñar, a partir de él, en un nuevo esquema de sobrevivencia.

Quienes se erigieron en 1999 como amantes de la verdad “verdadera”, la justicia material y el desprecio a los convencionalismos de las formas legales “usuales de la burguesía”, montan ahora toda su estrategia de sobrevivencia política en el “derecho”, pero no el de un Estado de Derecho constitucional, no. El derecho que ellos se han construido en estos 21 años, con habilitantes presidenciales y decisiones producto del activismo judicial de Cabrera, Morales, Gutiérrez, Mora (apellidos que quedaran marcados en la galería del horror judicial venezolano) y ahora el del “Moreno Maikel”, con el perdón del comediante.

¿Líneas tácticas? Ganar legitimidad, primero, emitiendo papeles con formas judiciales desde el ilegítimo TSJ en los cuales se resuelva “conflictos” que envuelvan al “tumultuario adefesio” de Parra; segundo, coetáneamente darle fuerza al lobby para lograr parcelas de entendimiento económico –dejando a salvo los reclamos políticos– con las fuentes de financiamiento internacional, bajo un esquema avalado por emblemáticos personajes de la “oposición rancia” venezolana (Fermín, Barreto, Rosales, Falcón & Co. Dixit) posicionando el lema de que “una cosa es bloquear a la dictadura y otra distinta, abandonar el auxilio humanitario a la población”; o, “el debate político no puede sacrificar a la población que está al margen de esa diatriba”, etc. etc. Con este modelo de actuación burlarán las sanciones económicas que justificablemente ha impuesto la comunidad internacional al régimen; y, obtendrán contratos para supuestamente solventar problemas eléctricos puntuales como en el Zulia, en el que la CAF ofrece con más de 50% de sobreprecio, el cual irá a los bolsillos del régimen y sus cómplices, dando un “refrescamiento humanitario” a los zulianos, prendiéndoles la luz 6 horas al día en vez de 1 vez cada 24 horas.

Pero el logro más importante para el régimen, luego de obtener este aporte multilateral, nada satisfactorio para los ciudadanos y significativo económicamente para pocos enchufados, será abrir la puerta a un modus operandi a futuro de cohabitación entre un sector de la oposición, que seguirá jugando a derrocarlo en lo interno, mientras recibe ocultamente estipendios por los favores hechos en aras de la atención humanitaria; un sector financiero internacional que no le duele el alma del país sino que solo ve su potencial financiero; y un régimen que se mantendrá por mucho tiempo, sembrando una esperanza de que si bien las cosas están mal, como todo mal gobierno, puede cambiar pues “si todos votamos ganamos” y así per saecula saecolorum

@PerkinsRocha

 

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